Una oración de fe

Buen día hermanos, reciban un fraternal saludo en el nombre de nuestro señor Jesucristo, el día de hoy meditaremos en de los pasajes bíblicos de:

Habacuc 3: 16-18, Salmo 18:31-33 y Daniel 3: 5,17-18.

Ya que, a pesar de las diferentes circunstancias, en cada uno hay

“Una oración de fé”.

Los protagonistas de cada uno de estos pasajes nos muestran claramente en donde está su fe.

Habacuc profetizó en Judá sobre la inminente derrota de Israel a manos de los Caldeos, también sobre la pecaminosidad de los Caldeos y su caída. Termina con una oración de fe. Ésta es el motivo de nuestra reflexión.

16 Oí, y se conmovieron mis entrañas;
A la voz temblaron mis labios;
Pudrición entró en mis huesos, y dentro de mí me estremecí;
Si bien estaré quieto en el día de la angustia,
Cuando suba al pueblo el que lo invadirá con sus tropas.
17 Aunque la higuera no florezca,
Ni en las vides haya frutos,
Aunque falte el producto del olivo,
Y los labrados no den mantenimiento,
Y las ovejas sean quitadas de la majada,
Y no haya vacas en los corrales;
18 Con todo, yo me alegraré en Jehová,
Y me gozaré en el Dios de mi salvación.<span class="su-quote-cite">Habacuc 3:16-18</span>

Podemos sentirnos temerosos y angustiados por vivir situaciones difíciles en las que no tenemos control ni forma alguna de cambiar las cosas como dice en los versículos 16 y 17, donde no contamos con lo necesario para nuestro sustento y el de nuestras familias. Donde no hay una posible solución a nuestros problemas, necesidades o enfermedades. Si vemos a nuestro derredor, percibimos angustia y desesperación. ¿En dónde está nuestra fé, nuestra confianza? Si tenemos preocupación y miedo, debemos preguntarnos ¿Tenemos verdaderamente confianza en Dios? ¿Podremos decir como el salmista David en el salmo 18:31-33, cuando sufrió la persecución del Rey Saúl?

31 Porque ¿quién es Dios sino sólo Jehová?
¿Y qué roca hay fuera de nuestro Dios?
32 Dios es el que me ciñe de poder,
Y quien hace perfecto mi camino;
33 Quien hace mis pies como de ciervas,
Y me hace estar firme sobre mis alturas;<span class="su-quote-cite">Salmos 18-31-33</span>

Hablando de confianza en Dios y de firmeza de nuestra fé.

Quiero ligar estos pasajes con la historia de tres jóvenes qué fueron un ejemplo de confianza en Dios, su providencia y fe.

Estos Jóvenes fueron llevados cautivos a otro país, con otra forma de vida, otras costumbres y creencias, pero mantenían una fe, un propósito, el de orar y servir a Dios. No importando las circunstancias adversas o el peligro de perder su vida.  Ellos se mantuvieron firmes cuando a su alrededor todos aceptaron la orden e inclinaron la cabeza. Como dice en Daniel 3:5

5 que al oír el son de la bocina, de la flauta, del tamboril, del arpa, del salterio, de la zampoña y de todo instrumento de música, os postréis y adoréis la estatua de oro que el rey Nabucodonosor ha levantado;<span class="su-quote-cite">Daniel 3:5</span>

Situación difícil. Mas cuando los acusaron, ante el Rey, de no inclinarse ni adorarle ¿Qué debían hacer?, ceder, suplicar, adorar. Su vida estaba en peligro, un horno de fuego ardiente los esperaba si no aceptaban las indicaciones, no tenían salvación, era el Rey mismo quien les exigía postrarse y adorar.

Su respuesta es de llamar la atención en Daniel 3: 17-18

17 He aquí nuestro Dios a quien servimos puede librarnos del horno de fuego ardiendo; y de tu mano, oh rey, nos librará.
18 Y si no, sepas, oh rey, que no serviremos a tus dioses, ni tampoco adoraremos la estatua que has levantado.<span class="su-quote-cite">Daniel 3:17,18</span>

Estos jóvenes Sadrac, Mesac y Abed-nego sabían en quien confiaban, sabían en donde estaba su fe.

Hermanos, sabemos a quién servimos. Oremos a nuestro Dios en el poderoso nombre de nuestro Señor Jesucristo, en estos momentos que vivimos debemos tener la certeza que Dios tiene todo en sus manos y no hay nada que escape de su poder, nuestro Dios es el Dios de la Historia.

Debemos dar testimonio de confianza y amor a nuestros hermanos, preocuparnos por cada uno de los miembros de nuestra amada iglesia Berith y de la demás gente que nos rodea. En el versículo 18 de Habacuc 3 dice “Con todo yo me alegraré en Jehová y me gozaré en el Dios de mi salvación”.

¡Qué esto sea una realidad en nuestras vidas y que hallemos gracia delante de Dios!

 A. I. Nelson Daniel Miranda Giles.

Comparte con tus amigos