Solo la Gracia

Texto: Efesios 2: 8,9. “Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe”.

Cuando usamos el término «sola gratia» o “sólo la gracia”, lo que queremos decir es que nuestra salvación de la ira de Dios, nuestra liberación del infierno, se debe a algo bueno en Dios y no a algo bueno en nosotros.

Estas palabras nos enseñan dos verdades importantes:

Primero, la gracia significa que hay algo bueno en Dios.

Segundo, la gracia significa que no hay nada bueno en nosotros.

Todo lo que creemos sobre la gracia de Dios puede ser comprendido en esas dos declaraciones.

Que hay algo bueno en Dios que todos confesamos gustosamente. Pero sobre la segunda afirmación muchos de nosotros dudamos en secreto. Seguramente, suena demasiado fuerte, demasiado duro, demasiado crítico, demasiado negativo. ¿Cómo podemos decir que no hay nada bueno en nosotros?

¿Todas las personas buenas van al cielo?

Si tenemos problemas con este concepto, podemos estar seguro de que no estamos solos.

En una encuesta reciente, el 84% de los cristianos evangélicos estuvo de acuerdo con la afirmación de que «cuando se trata de la salvación, Dios ayuda a los que se ayudan a sí mismos».

En la misma encuesta, el 49% estuvo de acuerdo en que hay «otras formas de llegar a Dios además de Jesucristo», y sorprendentemente, un 34% de evangélicos dijo que sí a la propuesta de que «Todas las personas buenas van al cielo».

Sin embargo, veamos lo que nos dice el libro de Romanos 3: 10-12

“Como está escrito: No hay justo, ni aun uno; No hay quien entienda, No hay quien busque a Dios. Todos se desviaron, a una se hicieron inútiles; No hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno.”

Las palabras son muy claras:

No hay nadie que sea justo

No hay nadie que entienda

No hay nadie que busque a Dios

No hay nadie que haga lo bueno

Y eso diera lugar para alguna duda, la Biblia lo confirma dos veces diciendo: “ni aun uno” y «no hay ni siquiera uno».

Quizás algunos de nosotros no estamos de acuerdo con estas palabras, pero al menos debemos admitir que el apóstol Pablo es muy claro como el agua al acusar a la humanidad.

Algo dentro de nosotros nos dice que esa conclusión no puede ser del todo cierta. Decimos: “Seguramente no somos tan malos como dice el pasaje” ¿verdad?. Pero la verdad es que si pensamos así significa que todavía no hemos considerado cuán grande es nuestro pecado.

Aquí está la verdad de la manera más simple:

Si no comprendemos nuestra verdadera condición, nunca entenderemos en que consiste la gracia de Dios.

¿Qué significa esta doctrina?

A veces definimos la gracia como el «favor inmerecido» de Dios. Eso es cierto hasta cierto punto.

La gracia realmente es el favor de Dios, contrario a nuestros méritos.

La gracia de Dios es eso que hace que Dios se acerque a los pecadores culpables que merecen la muerte y el infierno y que derrame su bondad sobre ellos.

La gracia significa en primer lugar que la salvación comienza con Dios, no con el hombre.

Toma la iniciativa, hace el primer movimiento. Si Dios no hiciera el primer movimiento, nosotros nunca haríamos ningún movimiento en absoluto.

Hay quienes creen, equivocadamente, que la gracia significa: «Hacemos nuestra parte y Dios hace la suya».

Ese es un pensamiento muy común. A la mayoría de la gente le gusta pensar que son capaces de manejar cualquier cosa.

Tenemos una confianza ilimitada en nuestra propia capacidad. “Dame un trabajo y puedo hacerlo”. Y de hecho, esa forma de pensar de «puedo hacerlo» ha resultado útil para muchas cosas, pero en lo que se refiere a la salvación, «puedo hacerlo» es algo sumamente peligroso, es fatal.

Gracia significa: «Le debemos todo a Dios».

La gracia nos enseña que nuestra única «parte» en la salvación es hacer el pecado y escapar de Dios. Dios hace lo demás.

¿Cuál es la verdadera condición humana?

Veamos lo que dicen las Escrituras sobre la verdadera condición humana.

Antes de que fuéramos salvos, estábamos …

Tan muertos que solo Dios puede darnos vida – Efesios 2: 1 “Y él os dio vida a vosotros, cuando estabais muertos en vuestros delitos y pecados,”

Estábamos ciegos que solo Dios podría darnos vista – 2 Corintios 4: 4 “en los cuales el dios de este siglo cegó el entendimiento de los incrédulos, para que no les resplandezca la luz del evangelio de la gloria de Cristo, el cual es la imagen de Dios.”

Éramos pecadores que solo Dios podría perdonarnos – Salmo 51: 5 “He aquí, en maldad he sido formado, y en pecado me concibió mi madre.”

Éramos malos que solo Dios puede hacernos buenos – Jeremías 17: 9 “Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá?”

Estamos perdidos que solo Dios podría salvarnos – Lucas 19:10 “Porque el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido.”

Éramos indefensos que solo Dios podría cambiarnos – Jeremías 13:23 “¿Mudará el etíope su piel, y el leopardo sus manchas? Así también, ¿podréis vosotros hacer bien, estando habituados a hacer mal?”

En resumen, sin Jesús éramos muertos, ciegos, pecadores, malos, perdidos, indefensos… ¡malditos!

No hay nada en nosotros que valga la pena salvar. Y… ¡Nada que podamos hacer nosotros mismos para salvarnos!

Si Dios no hace algo para ayudarnos, estamos en un gran problema. Esta es la verdadera condición de cada ser humano nacido en el planeta.

¿Qué dice la Biblia sobre la gracia?

La Biblia nos enseña que la gracia de Dios es parte de su carácter. Dios tiene gracia y también es justo.

Debido a que Dios tiene gracia y a que la raza humana es pecadora, la gracia siempre debe descender de lo alto.

La gracia nunca comienza con el hombre, siempre comienza con Dios. Viene de quién es él y nos alcanza donde estamos, como estamos.

Por eso la gracia siempre debe ser gratuita. Si tiene que pagarla, o hacer cualquier cosa para ganarla o merecerla, o incluso si tiene que hacer algo más tarde para demostrar que realmente la tiene, no es gracia en absoluto. La gracia es gratuita… no cuesta nada y, por lo tanto, es un regalo de Dios.

“Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe.” Efesios 2: 8-9

Es don de Dios:  «es el regalo de Dios»

La gracia es la razón por la cual Dios envió a Jesús al mundo. “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.” (Juan 3:16).

Nunca debemos cometer el error de pensar que Dios estaba de alguna manera obligado a enviar a Jesús al mundo.

Dios actúa de acuerdo con su propia naturaleza. Envió a su Hijo porque ese es el tipo de Dios que es.

¿Qué diferencia hace Solo la Gracia?

Terminemos este sermón considerando cinco implicaciones de la asombrosa gracia de Dios.

Primera implicación. La gracia de Dios destruye toda la autoconfianza humana. En estos días escuchamos mucho, incluso en círculos cristianos, sobre la autoestima y la autoconfianza. La autoestima es una valoración generalmente positiva de uno mismo. Permítanme decirles que en el sentido bíblico más profundo no existe la «autoestima» o la «confianza en sí mismos». En cambio, la Biblia nos enseña:

En 1 Corintios 10:12, el apóstol Pablo, al defender su ministerio dice “Porque no nos atrevemos a contarnos ni a compararnos con algunos que se alaban a sí mismos; pero ellos, midiéndose a sí mismos por sí mismos, y comparándose consigo mismos, no son juiciosos. “ y un poco más adelante en el versículo 17 dice “ Mas el que se gloría, gloríese en el Señor;”

Y en Romanos 12:3 dice así: “Digo, pues, por la Gracia que me es dada, a cada cual que está entre vosotros, que no tenga más alto concepto de sí que el que debe tener, sino que piense de sí con cordura, conforme a la medida de fe que Dios repartió a cada uno”

Segunda implicación. La gracia de Dios nos libera de tener que ganar el favor de Dios. Debido a que Dios es bondadoso, no tenemos que hacer cosas para “hacer” bondadoso a Dios. No es necesario que hagamos más y más cosas simplemente porque esperamos apaciguar a Dios. La gracia significa que Dios nos ama eternamente y derrama su bondad sobre nosotros.

Tercera implicación. la gracia nos permite servir a Dios sin temor. Muy a menudo nos preguntamos si estamos orando lo suficiente, testificando lo suficiente, sirviendo lo suficiente para hacer feliz a Dios. La respuesta, por supuesto, es no, no estamos haciendo lo suficiente, por lo que ponerse a sí mismo un cierto estándar de rendimiento nunca puede hacerlo feliz. Por otro lado, si entendemos que Dios nos acepta sobre la base de lo que Jesucristo ha hecho, entonces podemos relajarnos porque sabemos que Dios nos mira como un niño pequeño. Está contento con nosotros y no está tratando de encontrar formas de derribarnos.

Cuarta implicación. La gracia quita la presión en nuestro testimonio. Déjame ilustrar. Hace años, solía sentir (al menos inconscientemente) que necesitaba presionar a las personas para que fueran salvas. Entonces, si encontraba un candidato a ser salvo, lo acorralaba y lo presionaba para tomar una decisión. Y si no aceptaba ser salvado, me enojaba con el.

Es posible que también te haya pasado. Puede suceder cuando damos testimonio de nuestros seres queridos. A veces, en nuestro celo, casi podemos empezar a pensar que su salvación depende de nosotros y no de Dios. Nuestro trabajo es hacer que el mensaje sea claro y simple. Es el trabajo de Dios salvar a los perdidos. No «salvamos» a las personas, Dios lo hace.

Aclaro: Con esto no quiero decir que no debemos tener celo, fervor, lágrimas o predicar el evangelio. Debemos ser fervientes en nuestra predicación y llamar urgentemente a hombres y mujeres al arrepentimiento. Pero al final, nosotros no podemos cambiar el corazón humano. Esa es la obra de Dios por medio del Espíritu Santo.

Quinta implicación. Sola gracia no es una doctrina popular en muchas iglesias de hoy. Nunca ha sido popular entre los hombres no regenerados. Sin embargo, es completamente bíblico. Nadie puede salvarse sin la gracia de Dios.

¡Nuestra salvación depende completamente de Dios! Esto es lo que realmente significa sola gracia.

No aportas nada a nuestra propia salvación. ¡Incluso nuestra fe es un regalo de Dios!

Efesios 2: 8 nos dice que «Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios;».

Note las tres palabras en la primera parte del versículo: gracia, salvos, fe. Luego observe la palabra «esto» en la segunda parte. ¿A que «esto» se refiere? ¿a la gracia, a ser salvos o a la fe? La respuesta es: a las tres cosas. La gracia no es de nosotros mismo, la salvación no es de nosotros mismo, e incluso la fe para creer no es de nosotros mismo.

Martin Lutero lo expresó muy colorido con estas palabras: “Dios crea fe en el corazón humano de la misma manera que creó el mundo. No encontró nada y creó algo «.

En Romanos 4: 5 dice: «más al que no obra, sino cree en aquel que justifica al impío, su fe le es contada por justicia.».

Muchos pueden estar confundidos sobre este punto. Pueden creer que Dios está diciendo: «Limpia tus acciones y luego te salvaré». O pensamos que Dios está diciendo: «Limpiaré tus acciones y luego te salvaré».

Sin embargo, Dios no le ha dado a sus siervos una licencia para pecar bajo la excusa de la gracia. Judas dice en su epístola: «Porque algunos hombres han entrado encubiertamente, los que desde antes habían sido destinados para esta condenación, hombres impíos, que convierten en libertinaje la gracia de nuestro Dios, y niegan a Dios el único soberano, y a nuestro Señor Jesucristo».

Hablaba de impostores habían redefinido la Gracia para que se ajustara a su estilo de vida contrario a los mandamientos. Se excusaban de actos abominables que Dios condenaba.

Tan notoria era esta perversión de la gracia en el primer siglo que Tito consideró necesario aclarar la definición bíblica de Gracia con el fin de eliminar toda ambigüedad sobre el tema:

Lo dice así en Tito 2:11-14 “Porque la gracia de Dios se ha manifestado para salvación a todos los hombres, enseñándonos que, renunciando a la impiedad y a los deseos mundanos, vivamos en este siglo sobria, justa y piadosamente, aguardando la esperanza bienaventurada y la manifestación gloriosa de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo, quien se dio a sí mismo por nosotros para redimirnos de toda iniquidad y purificar para sí un pueblo propio, celoso de buenas obras.”

Es decir: «Te salvaré mientras aún estés sucio y luego te ayudaré a limpiar tus acciones».

Dios salva a los impíos mientras todavía son impíos. Ese es el milagro de la justificación.

Y cuando vienes a Cristo, todavía sucio e inmundo, no solo te salva, sino que comienza un proceso interno de limpieza que te limpia de adentro hacia afuera. ¡Pero él te salva primero, luego te limpia!

Dios toma a las personas sucias mientras aún están sucias y las cubre con la justicia de Jesucristo. Habiendo hecho eso, su Espíritu Santo comienza a limpiarlos poco a poco.

La gracia es el empoderamiento divino para hacer lo que es humanamente imposible: vivir una vida santa, justa y piadosa en medio de un mundo enfermo, torcido y perverso.

Debemos creer…

que él es el único Salvador del mundo.

que vino del cielo por mí y por ti.

que murió en la cruz pagando el precio por mis pecados y tus pecados.

que resucitó de la muerte al tercer día.

que él está listo para perdonar nuestros pecados.

que quiere darnos su justicia perfecta.

Dios ha dicho todas esas cosas sobre su Hijo.

No hay nada bueno en ti, ni en mí, pero hay algo bueno en Dios. Y esa es nuestra esperanza del cielo.

Pbro. Pedro Arcos Sánchez – domingo 13 de octubre, 2019

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