Sociedad Femenil Lidia – 1 abril, 2020
Hermanas, esta es la lección que corresponde al día de hoy 1 abril de 2020, en la Soc. Femenil Lidia: este mes nuestra expositora es la hermana Margarita Ángulo, así que incluimos una pequeña reflexión en audio acerca del texto de la lección de hoy y que ella estudió y comparte con nosotros. Les invitamos a escucharla.
LA CRUZ NOS ENSEÑA OBEDIENCIA.
1. El Señor tiene aún otra razón para afligir a sus hijos y es la de probar su paciencia y enseñarles obediencia. Ciertamente, los cristianos no pueden mostrar a Dios otra obediencia que la recibida de sus manos; pero Él se complace de esta manera en probar y exhibir las gracias que les ha conferido a sus santos, pues de otro modo permanecerían ocultas y serian inútiles. Cuando los siervos de Dios manifiestan abiertamente sus dones de fortaleza y firmeza en medio de sus sufrimientos, la Escritura les confirma que Dios les está probando en su paciencia. Veamos lo que dice Génesis 22: 1. “Y aconteció después de estas cosas, que Dios puso a prueba a Abraham”. El patriarca probó que su devoción era autentica porque no rehusó sacrificar a su hijo Isaac. Por este motivo Pedro declara que nuestra fe es probada por medio de las tribulaciones, así como se prueba el oro en el fuego.
2. ¿Quién puede negar la necesidad de que este precioso don de la paciencia, que el creyente ha recibido de Dios, sea desarrollado en la práctica de manera que el Señor pueda ver a los creyentes en el ejercicio del mismo, en practica continua? Además, si no fuera así, nunca llegaríamos a apreciarlo como es debido. Dios mismo actúa a tiempo para que estas virtudes no lleguen a ser oscuras e inútiles, ofreciéndonos una ocasión para ponerlas en práctica. Ésta es, sin duda, una de las mejores razones para probar a los santos, pues por medio de la aflicción aprenden a ejecutar la paciencia.
3. Los cristianos también son instruidos por medio de la cruz para la obediencia, porque de esta manera aprenden a seguir los deseos de Dios y no los de su propio deseo. Si todo fuera conforme a sus deseos, no entenderían lo que en verdad significa seguir a Dios. Seneca dijo que había una antigua costumbre por la cual se exhortaba a la gente a sobrellevar la adversidad recordando estas palabras: “Seguid a Dios”. Esto implica que el hombre se somete al yugo de dios solo cuando voluntariamente acepta la disciplina con humildad de un niño. Por lo tanto, si es razonable que nos mostremos obedientes a nuestro Padre celestial en todas las cosas, no podemos negarle el derecho de usar el medio que Él escoja para acostumbrar a sus hijos a practicar esta obediencia. Ver. (Gén. 22: 1-2; y 2ª Ped. 1: 7)
LA CRUZ CONTRIBUYE A LA DISCIPLINA.
1. A menudo no entendemos cuan necesaria es esta obediencia para nosotros, a menos que también consideremos cuanto anhela nuestra carne quitarse de encima el yugo del Señor, tan pronto cuando somos tratados con algo de ternura e indulgencia. Con nosotros ocurre que, con los caballos rebeldes, que, si al principio son mimados y consentidos, se vuelven ariscos e indomables y no tienen ninguna contemplación para con sus jinetes, a quienes deberían de estar sometidos. En otras palabras, aquellos defectos por los cuales el Señor que aquejaba del pueblo de Israel, se ven continuamente en cada uno de nosotros. Cuando nos “llenamos de grosura “, nos volvemos contra Él, que nos ha cuidado y rodeado de cariño y atención bondadosa. La bondad del Señor debe llevarnos a considerar y amar su misericordia y benignidad, pero como somos tan ingratos, es muy necesario que seamos restringidos por alguna clase de disciplina que quiebre nuestra obstinada voluntad.
2. Dios no quiere que seamos altivos cuando adquirimos riquezas, ni que nos volvamos orgullosos cuando recibimos honres. Tampoco que seamos indolentes cuando somos bendecidos con prosperidad y salud, por lo cual el mismo Señor, cuando lo considera conveniente, hace uso de la cruz para frenar, restringir y someter la arrogancia de nuestra vida carnal. Nuestro Padre procede a aplicarnos la disciplina por varios medios que resulten útiles y saludables para cada uno de nosotros. No todos somos afligidos con la misma enfermedad, ni todos tenemos necesidad de la misma cura rigurosa. Esta es la razón por la cual vemos a distintas personas disciplinadas con diferentes cruces. El gran medico celestial toma la responsabilidad de cuidar de todos sus pacientes. A algunos Él les da una medicina más suave, y a otros les purifica por medio de tratamientos más drásticos, pero no deja a nadie sin disciplina, pues todo el mundo, sin excepción está enfermo. Ver. (Deut. 32. 15)

Hola, soy la Hna. Ana Ventura
Quiero expresarles hermanas mi cariño y afecto y decirles que estoy en oración ante está pandemia mundial que se está viviendo, y bueno, a pesar de esta angustia terrible Dios nos da la fortaleza y esperanza, pues ante está situación las cristianas verdaderas es donde demostramos que somos hijas de Dios y se ve el carácter de lo que una cristiana está hecha, y estamos hechas a la imagen y semejanza de Dios.
Hermanas, yo estoy orando por la Sociedad Femenil Lidia por ustedes hermanas, por la Iglesia Berith, que es la casa de Dios, y porque Dios nos de por medio de su palabra la fuerza necesaria para no perder la fe.
Saludos mis hermanas!!!!!
Atte: Hna. Ana Ventura