Jehová haga con vosotros misericordia
CDMX, viernes 23 de octubre de 2020
Meditación sobre Rut 1:1-14 por el A.I. Nelson Daniel Miranda Giles
Los sucesos que se narran en el libro de Rut tuvieron lugar en la época de los jueces. Este período empezó después de la muerte de Josué y continuó hasta el tiempo de Samuel, por un período de unos cuatrocientos años.
El libro de Rut se cree que fue escrito por el profeta Natán, Rut, fue bisabuela de David, perteneció al linaje terrenal de Cristo.
Booz proporcionó la única figura del aspecto del pariente-redentor en la redención de Rut. La palabra hebrea goel, significa el pariente-redentor, que es esencial para una comprensión de la obra de la expiación, es una figura que nos recuerda el amor de Dios y que solo somos salvos por la gracia que es en Cristo Jesús, quien, al derramar su sangre por nuestros pecados, es el instrumento del perdón que se alcanza por la fe. Rut era una mujer extranjera, una gentil, que vino a ser parte importante del pueblo de Dios.
En el primer versículo de nuestro pasaje dice:
1 Aconteció en los días que gobernaban los jueces, que hubo hambre en la tierra. Y un varón de Belén de Judá fue a morar en los campos de Moab, él y su mujer, y dos hijos suyos.
Los días en que gobernaban los jueces eran, de hecho, días oscuros para Israel; El período se caracterizaba por la frase “cada uno hacía lo que bien le parecía”. El hambre en Israel significaba que Dios no se agradaba de sus obras.
Todo el pueblo había pecado y ahora estaban recibiendo las consecuencias. Belén era una zona agrícola muy rica, su nombre significa “casa de pan”, pero los tiempos era difíciles, los campos no producían y no había comida. Por lo que la familia emigró a Moab.
En los versículos 2 al 5 dice:
2 El nombre de aquel varón era Elimelec, y el de su mujer, Noemí; y los nombres de sus hijos eran Mahlón y Quelión, efrateos de Belén de Judá. Llegaron, pues, a los campos de Moab, y se quedaron allí.
3 Y murió Elimelec, marido de Noemí, y quedó ella con sus dos hijos,
4 los cuales tomaron para sí mujeres moabitas; el nombre de una era Orfa, y el nombre de la otra, Rut; y habitaron allí unos diez años.
5 Y murieron también los dos, Mahlón y Quelión, quedando así la mujer desamparada de sus dos hijos y de su marido.
Elimelec y su familia llegaron a Moab. Elimelec, Noemí con sus hijos Mahlón y Quelión no encontraron una vida fácil.
Los Moabitas eran gente con otras costumbres y creencias, que tenían otra religión y muchos dioses a los que adoraban.
En Deuteronomio 23 : 3, Jehová había prohibido tener tratos con ellos.
Pronto Elimelec murió, y su esposa Noemí se quedó con sus dos hijos. Mahlón y Quelión los que tomaron esposas de entre las mujeres moabitas llamadas Orfa y Rut.
Una vez más, esto era una desobediencia a Dios; Dios había mandado a los israelitas que no se casaran con gente de las naciones paganas que les rodeaban. Murieron también los dos hijos Mahlón y Quelión al paso del tiempo, unos diez años.
Así que ahora había tres viudas sin hijos, Noemí y sus dos nueras, Orfa y Rut.
El ser viuda y sin hijos era una desgracia, era pertenecer a la clase más baja, no tenían derechos y vivían de la caridad de las demás personas.
En los versículos 6 y 7 dice:
6 Entonces se levantó con sus nueras, y regresó de los campos de Moab; porque oyó en el campo de Moab que Jehová había visitado a su pueblo para darles pan.
7 Salió, pues, del lugar donde había estado, y con ella sus dos nueras, y comenzaron a caminar para volverse a la tierra de Judá.
Noemí escuchó que Dios estaba bendiciendo al pueblo de Israel y decidió regresar a la tierra de Judá a su pueblo a Belén. Tres mujeres viudas sin hijos en camino de Judá, Una anciana y dos mujeres que serán consideradas extranjeras en la tierra de Israel.
En los versículos 8 y 9 dice:
8 Y Noemí dijo a sus dos nueras: Andad, volveos cada una a la casa de su madre. Que el Señor tenga de vosotras misericordia, como la habéis tenido vosotras con los que murieron y conmigo.
9 Os conceda el Señor que halléis descanso, cada una en casa de su marido. Luego las besó; pero ellas, alzando su voz y llorando, le dijeron: Ciertamente nosotras iremos contigo a tu pueblo."
Comenzaron a caminar, pero por el camino Noemí comenzó a conversar seriamente con sus nueras.
Es de llamar la atención, pero al parecer que existía una buena relación entre las nueras y la suegra, teniendo en cuenta el bienestar de las nueras Noemí las aconseja que se queden en su tierra, lo que significaría que podría volverse a casar con alguien de su mismo pueblo. Noemí desea que Jehová pueda ser bondadoso con sus nueras.
Orfa y Rut tenían a sus familias en Moab, por lo que la idea de quedarse parecería más atractiva que ir a un lugar desconocido. Pero no lograba convencerlas.
En los versículos 11 al 13 dice:
11 Y Noemí respondió: Volveos, hijas mías; ¿para qué habéis de ir conmigo? ¿Tengo yo más hijos en el vientre, que puedan ser vuestros maridos?
12 Volveos, hijas mías, e idos; porque yo ya soy vieja para tener marido. Y aunque dijese: Esperanza tengo, y esta noche estuviese con marido, y aun diese a luz hijos, ¿habíais vosotras de esperarlos hasta que fuesen grandes?
13 ¿Habíais de quedaros sin casar por amor a ellos? No, hijas mías; que mayor amargura tengo yo que vosotras, pues la mano de Jehová ha salido contra mí.
De acuerdo a las leyes antiguas de Israel, si una mujer joven quedaba viuda, sin haber tenido un hijo, entonces uno de los hermanos del esposo muerto era responsable de actuar como “padre sustituto” y proveerle con un hijo. Noemí aquí está diciendo que no tiene otros hijos para darlos a Orfa o Rut.
Noemí les insistió fuertemente por segunda ocasión a que regresaran con sus familias y a su pueblo, Noemí era consciente de que Dios había juzgado a su familia, por abandonar su tierra y estar viviendo con los impíos, paganos e idolatras.
Estas decisiones tomadas en el seno de su vida familiar habían estado equivocadas, en contra de la voluntad de Dios y solo le han traído amargura y aflicción de espíritu, que son las consecuencias evidentes en la vida de las personas que deciden actuar, sin tomar en cuenta la autoridad de Dios.
Al final, Noemí está reconociendo el origen de sus males y aceptando con sumisión la voluntad de Dios. Hermanos, esa es la actitud que Dios requiere de cada uno de nosotros.
En Miqueas 7 :18 y 19 dice:
18 ¿Qué Dios como tú, que perdona la maldad, y olvida el pecado del remanente de su heredad? No retuvo para siempre su enojo, porque se deleita en misericordia.
19 El volverá a tener misericordia de nosotros; sepultará nuestras iniquidades, y echará en lo profundo del mar todos nuestros pecados.
Bajo determinadas situaciones de nuestra vida, en vez de adoptar una actitud de negación o rebeldía, debemos tener el espíritu de humildad de la misma forma en que Noemí lo hizo, colocándonos en las manos de Dios para que Él nos coloque nuevamente en la senda de sus planes y propósitos para nosotros.
En el versículo 14 dice:
14 Y ellas alzaron otra vez su voz y lloraron; y Orfa besó a su suegra, más Rut se quedó con ella.
Orfa y Rut, se criaron en hogares paganos e idolatras, cuando se casaron llegaron a vivir a un hogar en el que se rendía culto a Jehová. Pero al final cada una toma su decisión de cómo será su vida. Lloraron con su suegra le demostraron su cariño, su amor.
Pero Orfa besó a su suegra Noemí y decidió que lo mejor para ella era regresar a su casa, a su familia, a su vida antigua. Pero Rut se quedó.
En Josué 24:15 dice:
15 Y si mal os parece servir a Jehová, escogeos hoy a quién sirváis; si a los dioses a quienes sirvieron vuestros padres, cuando estuvieron al otro lado del río, o a los dioses de los amorreos en cuya tierra habitáis; pero yo y mi casa serviremos a Jehová.
Rut tomo la decisión más importante de su vida, decidió quedarse con Noemí, demostrando su fe en Jehová, se arriesga a ir a otra tierra que no conoce, a otro pueblo.
A través de la convivencia familiar diaria, Rut ha llegado apreciar, a amar a su suegra y confiando en Dios sigue adelante.
Hermanos, en momentos difíciles, de prueba, de enfermedad y de decisión, debemos tener presente a quien servimos, nuestro Dios está sobre todas las cosas y Él siempre tiene misericordia de nosotros.
A. I. Nelson Daniel Miranda Giles.