EJERCICIO DE AUTORIDAD
El ejercicio de autoridad es un tipo de mayordomía. La mayordomía tiene que ver con el manejo de lo que no es nuestro, aunque tenemos el privilegio y la obligación de manejarlo. El mayordomo siempre tiene que manejar lo que le es encargado a favor de quien es el dueño de lo encargado. Lo que Dios nos da, por ser mayordomos tenemos que usarlo para Él, sea este encargo habilidades, dinero, talentos, tiempo, oportunidades o autoridad.
El hecho de que su “autoridad” era de él, Pilato aprendió de Jesús. Cuando dijo Pilato a Jesús: “¿no sabes que yo tengo autoridad?” Jesús respondió: “… no tendrías ninguna autoridad si no te fuese dada de arriba” (Juan 19:11). Sin embargo, aunque la autoridad no fuera de él, Pilato sin lugar a dudas, ejercía la autoridad. Por eso, tenemos la obligación de cumplir con las leyes del tránsito, de los impuestos, y los gendarmes están encargados con el ejercicio de la autoridad para hacernos obedecer. Y, correctamente a los que resistan al legítimo ejercicio de la autoridad le castigan tal como la ley dice.
Por eso, los que tienen el voto tienen una alta responsabilidad de elegir a los que sean capaces y dispuestos de ejercer la autoridad. Los pueblos no tienen altas calificaciones en el cumplimiento de este deber. Es demasiado frecuentemente que las gentes no eligen los que son los más adecuados para esta alta función.
En la iglesia, los que tienen la obligación de ejercer la autoridad (y es la autoridad de Cristo) son los oficiales, los que en su conjunto les llamamos consistorio. En la iglesia el consistorio es llamado al ejercicio de la autoridad. Así es con todo el consistorio, los diáconos, los ancianos y los pastores (que son ancianos docentes).
Ahora bien los que tenemos el voto tenemos una responsabilidad, grande y pesada, de elegir a los que mejor puedan ejercer esta autoridad. Solamente los que tienen el tiempo, habilidad y disposición de servir como mayordomos de la autoridad de Cristo sobre su iglesia deben ser elegidos como oficiales de la iglesia. Tenemos que recordar que en la iglesia nos sometemos a la autoridad de Cristo ejercida por el consistorio como parte de nuestra práctica del cristianismo. Por eso es tan importante que los escojamos bien. Cuando hablamos de la “autoridad” del consistorio, esto es una manera de hablar. Lo que realmente queremos decir es que reconocemos en el consistorio el ejercicio de la autoridad.
La congregación no es la fuente de la autoridad, sino la fuente es Cristo. La congregación no puede ser su propio ejercicio de autoridad, ningún grupo puede hacerlo, a menos que sea de solamente dos o tres personas, y aun en grupos tan pequeños el ejercicio no está en el grupo mismo, sino en aquel que (los) elegido (s) por el grupo. Los que tienen el privilegio (y obligación) de elegir tienen el deber de hacerlo responsablemente.
Iglesia Nacional Presbiteriana Berith, boletín Buen Óleo, domingo 3 de diciembre 2023