Todos miembros los unos de los otros

3 Digo, pues, por la gracia que me es dada, a cada cual que está entre vosotros, que no tenga más alto concepto de sí que el que debe tener, sino que piense de sí con cordura, conforme a la medida de fe que Dios repartió a cada uno.

4 Porque de la manera que en un cuerpo tenemos muchos miembros, pero no todos los miembros tienen la misma función,

5 así nosotros, siendo muchos, somos un cuerpo en Cristo, y todos miembros los unos de los otros.

6 De manera que, teniendo diferentes dones, según la gracia que nos es dada, si el de profecía, úsese conforme a la medida de la fe;

7 o si de servicio, en servir; o el que enseña, en la enseñanza;

8 el que exhorta, en la exhortación; el que reparte, con liberalidad; el que preside, con solicitud; el que hace misericordia, con alegría.Romanos 1:3-8

Entender

La semana pasada, vimos los mandamientos generales que escribió Pablo: ofreciéndonos como un «sacrificio vivo«, transformando nuestras mentes y desarrollando la mente de Cristo.
En este pasaje, se traslada a la vida corporativa de la Iglesia.
Hay una razón realmente importante por la que hace esto: es porque todo esto tiene lugar en el contexto de la comunidad.
Es importante entender que, como seguidores de Cristo, no nos pertenecemos a nosotros mismos. La realidad para un seguidor de Cristo es que somos «todos miembros los unos de los otros. (v. 5)«.

Esto puede ser difícil de entender para una persona porque gran parte de nuestra cultura comunica el valor de una mentalidad individualista.
Esto va en contra de la vida del creyente porque nuestras vidas están destinadas a ser vividas en comunidad.
En este pasaje, el apóstol Pablo rechaza esta idea. De hecho, Pablo dice que no puedes «renovaar tu entendimiento» sin la ayuda activa de otros creyentes.

Piénsalo por un momento… si queremos entender las Escrituras, entonces necesitamos personas que nos ayuden a comprender, personas con las que podamos entablar una conversación sobre las partes que no entendemos, que puedan desafiarnos y que puedan hablar a nuestras vidas.
El hecho es que no podemos vivir la vida de un discípulo de Cristo sin una comunidad de creyentes que pueda orar con nosotros, alentarnos y darnos un ejemplo a seguir.
Necesitamos que vengan amigos que estén dispuestos a señalar nuestros puntos ciegos en nuestra obediencia.

Lo curioso de los puntos ciegos… ¡son ciegos para nosotros!
No podemos verlos por nuestra cuenta, y al parecer hasta nos auto-convencemos de que tenemos un buen manejo de todo.
Esto demuestra cuán orgullosos podemos llegar ser.
¿Cómo podemos pensar que solos -por nuestra cuenta- podremos llegar a ver nuestros puntos ciegos? Simplemente, esto no va a pasar.
Necesitamos personas que nos ayuden y se preocupen lo suficiente como para ayudarnos a crecer en nuestro caminar con Cristo.
Esto se produce cuando vivimos en comunidad unos con otros.

Voy a hacer la siguiente pregunta, trata de contestarla para ti mismo:
¿Tienes personas (otros seguidores de Cristo) en tu vida con las que vives en comunidad?

  • Si la respuesta es sí, tómate un tiempo para agradecerle a Dios por las relaciones que te ha dado. Dale gracias por el tiempo y todo lo que estas personas han aportado a tu vida.
    Incluso puedes enviarles un mensaje de texto o llamarlos y expresarles su gratitud.
  • Ahora bien, si la respuesta a la pregunta es no, pregúntate ¿por qué?
    Tal vez lo que necesitas hacer hoy es pensar en unirte a un pequeño grupo. Tómate un tiempo y habla con Dios al respecto.

¿Cuál es una implicación / aplicación personal para tu vida hoy?

Para continuar…

Pídele a Dios que te guíe a través de Su Espíritu a medida que avanzas en tu día, que te recuerde la verdad del evangelio y sus implicaciones para lo que sucederá hoy.
Pídele a Dios Su poder y protección para vivir y que provea oportunidades para proclamar las buenas nuevas hoy.
Sigue orando todo el día.

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