Sociedad Femenil Lidia – 01 julio, 2020
Hermanas, esta es la lección que corresponde al día de hoy 1 de julio de 2020, en la Soc. Femenil Lidia: la expositora es la Hna Maggy Angulo, así que incluimos su comentario en audio acerca de la lección de hoy.
Tema: «Orar es derramar el corazón o alma» – 1er Punto: «De modo sincero»
También se incluye el texto del libro correspondiente a esta lección
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El versículo para memorizar: Salmo 42:1
1 Como el ciervo brama por las corrientes de las aguas,
Así clama por ti, oh Dios, el alma mía.
Texto del libro «La Oración» por John Bunyan
I. LO QUE ES LA ORACIÓN
Orar es derramar de modo sincero, consciente y afectuoso el corazón o alma ante Dios, por medio de Cristo, en el poder y ayuda del Espíritu Santo, buscando las cosas que Dios ha prometido, o que son conforme a su Palabra, para bien de la iglesia, con fiel sumisión a Su voluntad.
Esta descripción contiene, pues, siete puntos. Orar es derramar el corazón o alma: 1. De modo sincero; 2. De modo consciente; 3. De modo afectuoso, derramando el alma ante Dios, por medio de Cristo; 4. En el poder o ayuda del Espíritu Santo; 5. Buscando las cosas que Dios ha prometido, o que son conforme a su Palabra; 6. Para bien de la iglesia; 7. Con fiel sumisión a la voluntad de Dios.
- En cuanto al primer punto: Es derramar de modo sincero el alma ante Dios. La sinceridad es una gracia que forma parte de todas las demás que Dios nos da, y de todas las actividades del cristiano, influyendo en ellas, pues de lo contrario Dios no las miraría. Así ocurre en la oración, como particularmente dite David, hablando de este tema: «A El clamé con mi boca, y ensalzado fue con mi lengua. Si en mi corazón hubiese yo mirado a la iniquidad, el Señor no me oyera» (Salmo 66: 17, 18). La sinceridad es parte de la oración, pues sin ella Dios no la consideraría como tal. «Y me buscaréis y hallaréis, por que me buscaréis de todo vuestro corazón» (Jeremías 29:13). La falta de sinceridad hizo que Jehová rechazara las oraciones de que se nos habla -en Oseas 7:14, donde dice: » Y no clamaron a mí con su corazón» (es decir, en sinceridad), «cuando aullaron sobre sus camas». Mas oran para simular, para exhibirse hipócritamente, para ser vistos de los hombres y aplaudidos por ello. La sinceridad es lo que Cristo encomió en Natanael, cuando éste estaba debajo de la higuera: «He aquí un verdadero israelita, en el cual no hay engaño». Probablemente este buen hombre había estado derramando su alma a Dios en oración bajo la higuera, haciéndolo en espíritu sincero y sin doblez, ante el Señor. La oración que contiene este elemento como uno de sus ingredientes -principales, es la oración que Dios escucha. Así vemos que «La oración de los rectos es Su gozo» (Proverbios 15: 81 ¿Por qué ha de ser la sinceridad uno de los elementos esenciales de la oración que Dios acepta? Porque la sinceridad induce al alma a abrir – el corazón ante Dios con toda sencillez a presentarle el caso llanamente, sin equívocos; a reconocer la culpa sin disimulos; a clamar a Dios desde lo más profundo del corazón, sin palabras huecas y artificiosas. «Escuchando, he oído a Ephraim que se lamentaba: me azotaste, y, fui castigado como novillo indómito..» La sinceridad es la misma cuando está acallada en un rincón que cuando se presenta ante el mundo. No sabe llevar – dos máscaras, una para comparecer- ante los hombres,- y otra para los breves momentos -que pasa en soledad. Ella se ofrece al ojo escrutador de Dios, y ancía estar con El en el deber de la oración. No tiene aprecio por el esfuerzo de labios, pues sabe que lo que Dios mira es el corazón – de donde brota- para ver si es la oración que va acompañada de sinceridad.