
Sociedad Femenil Lidia – 09 septiembre, 2020

Seguimos con el estudio sobre Lutero :
La Reforma; empezando con uno de los reformadores: Lutero
El expositor de este mes es nuestro hermano: Víctor Sandoval García
MARTÍN LUTERO, INSTRUMENTO DE DIOS
Víctor Manuel Sandoval
2. LA RESPUESTA DIVINA
“Mas el justo por su fe vivirá.”
Habacuc 2:4
Esta palabra profética de Habacuc se hizo famosa en la época de la Reforma por su interpretación apostólica en el Nuevo Testamento en pasajes como los siguientes:
Romanos 1,17: Porque en el evangelio la justicia de Dios se revela por fe y para fe, como está escrito: Mas el justo por la fe vivirá.
Gálatas 3,11: Y que por la ley ninguno se justifica para con Dios, es evidente, porque: El justo por la fe vivirá.
Hebreos 10,38: Mas el justo vivirá por fe; y si retrocediere, no agradará a mi alma.
Cuando Martín Lutero se preparaba para tomar la Cátedra de Biblia en la Universidad de Wittemberg encontró en la Escritura que la tremenda verdad de la justificación por la fe es la respuesta que el pecador necesita para tener paz con Dios. El hombre no puede justificarse ante Dios; necesita ser justificado en Cristo por medio de la fe, y es Dios mismo quien pone esa fe salvadora en el corazón del creyente. Esta es la enseñanza crucial de la Reforma.
En referencia a este texto de Habacuc leemos en Romanos 1,17: “Porque en el evangelio la justicia de Dios se revela por fe y para fe, como está escrito: Mas el justo por la fe vivirá.” Así lo comprendió Lutero al leer la Biblia y trajo de nuevo esta verdad al corazón de la iglesia, en una proclamación gloriosa llena de luz y de esperanza para el mundo entero.
Pero preguntamos, ¿cómo, en qué contexto es que Habacuc pronunció estas palabras? ¿con qué intención? La frase completa establece un contraste y dice: “He aquí que aquel cuya alma no es recta, se enorgullece; mas el justo por su fe vivirá.”
Habacuc profetizó en Judá, en la época de Jeremías cuando aún no había caído Jerusalén en poder de los babilonios. Su profecía, en un diálogo con el Señor, tiene tres partes: En la primera, el profeta pide a Dios que reprenda y corrija a Judá a causa de su pecado. Dios contesta diciendo que traerá a los caldeos, una nación fiera y despiadada, para hacer que su pueblo se volviera a Él.
En su segunda parte, habla de que Dios traerá su juicio sobre los caldeos a causa de su crueldad y orgullo arrogante. El alma del soberbio no es recta y no prevalecerá pues lleva en sí misma la semilla de la destrucción. Recordemos los casos de Nabucodonosor y Belsasar.
Ahora agrega en contraste: pero el justo por la fe vivirá”. Eso significa que los que confían en Dios y en sus promesas gozarán de la vida. Esa confianza en Dios tiene que ver con el hombre de manera integral: sus pensamientos, palabras, hechos, doctrinas, vida, fe y práctica. Solamente así vivirá el justo por su fe.
La perfecta salvación, la paz con Dios no se obtiene con obras o méritos humanos; es una bendición que recibimos de Dios por gracia a través de la fe. El libro termina con un cántico de oración y alabanza.
La fe es la condición divina, el requisito indispensable para la vida. Habacuc lo proclama; Pablo también. Esta verdad fue la base de la obra de la Reforma del siglo XVI. Para vivir en comunión con Dios y gozar de sus bendiciones el Señor pide fe. La pidió a Israel en el Antiguo Testamento y la pide hoy: El justo por la fe vivirá.
Septiembre de 2020
El versículo para memorizar: Isaías 40:8
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