Y los hombres de Nínive creyeron

CDMX, viernes 9 de octubre de 2020

El profeta Jonás fue rebelde, se resistía a ir a Nínive y recibió las consecuencias de no hacer caso al mandamiento de Dios, fue echado al mar donde pensó que todo terminaría, pero cuando estaba a merced de las olas y se hundía, llego un gran pez especialmente preparado por Dios para que tragara a Jonás.

Estuvo en él por tres días con sus noches.

Jonás estaba consciente de que este pez, sería su tumba, su sepulcro.

Él era un profeta, un conocedor de la ley y de los salmos de David, sabía que solo su oración sincera de arrepentimiento, desde lo más profundo de su corazón sería escuchada por Dios y lo sacaría de este Pez.

En el último versículo del capítulo 2 dice:

10 Y mandó Jehová al pez, y vomitó a Jonás en tierra.

La oración de Jonás fue un acto de fe, con la mirada puesta en Dios. El Dios del que había intentado escapar, ahora fue su única esperanza, solo Él pudo ayudarle. Jonás se salvó por la gracia de Dios y ahora estaba dispuesto, a cumplir con todo lo que Dios le había mandado, el gran propósito de la gracia de Dios no puede ser detenido.

En los versículo 1 y 2 de nuestro pasaje dice:
1 Vino palabra de Jehová por segunda vez a Jonás, diciendo:
2 Levántate y ve a Nínive, aquella gran ciudad, y proclama en ella el mensaje que yo te diré.

Jonás no fue desechado por haber desobedecido el mandato de Dios, recibió una segunda oportunidad. Dios le ordena: levántate, renuévate y ve a Nínive.

Ahora era tiempo de ocuparse, prepararse y estar listo para cumplir el propósito del Señor, proclamar el mensaje que Dios le revelará, porque Él no lo ha abandonado.
Hermanos, Dios quiere que usemos nuestras fallas de una buena manera, usarlas como un fundamento para una gran victoria en el Señor. Debemos mirar hacia adelante a lo que Dios tiene preparado para nosotros.

En los versículos 3 y 4 dice:
3 Y se levantó Jonás, y fue a Nínive conforme a la palabra de Jehová. Y era Nínive ciudad grande en extremo, de tres días de camino.
4 Y comenzó Jonás a entrar por la ciudad, camino de un día, y predicaba diciendo: De aquí a cuarenta días Nínive será destruida.

Jonás no fue rebelde, obedeció el mandato de Dios y fue a la ciudad de Nínive.

Nínive era conocida desde Mesopotamia a Egipto por ser el lugar de culto de Ishtar, una diosa cuya estatua tenía supuestos poderes curativos.

Pero su importancia no solo era religiosa. Al estar situada a orillas del río Tigris, pasaban por allí las rutas comerciales que unían el mar Mediterráneo y el Índico.

Este tráfico hizo que la ciudad prosperara y creciera hasta convertirse en una de las más grandes de la antigüedad.

Sus habitantes se habían entregado a la idolatría; su crueldad y brutalidad hacia sus enemigos era incalificable, además de la flagrante inmoralidad que predominaba en la ciudad.

Estos eran los pecados que caracterizaron a la gran ciudad de Nínive.

Jonás comenzó a recorrer la ciudad predicando, dando el mensaje que Dios le rebelo: “De aquí a cuarenta días Nínive será destruida”.

En los versículos 5 y 6 de nuestro pasaje dice:
5 Y los hombres de Nínive creyeron a Dios, y proclamaron ayuno, y se vistieron de cilicio desde el mayor hasta el menor de ellos.
6 Y llegó la noticia hasta el rey de Nínive, y se levantó de su silla, se despojó de su vestido, y se cubrió de cilicio y se sentó sobre ceniza.

Con tantas personas alrededor y el bullicio propio de la ciudad, al principio, tal vez no le hicieran mucho caso, pero la seriedad de Jonás al transmitir el mensaje de Dios, hizo efecto en sus oyentes, el espíritu de Dios llamo al corazón de estas personas, y ellas creyeron, ayunaron.

Y desde el más poderoso hasta el más humilde cambiaron sus vestidos por una sencilla túnica de cilicio, que era un saco burdo y áspero, generalmente hecho de pelo de cabra.

Hasta el mismo Rey cuando se enteró, creyó, se levantó y se vistió de cilicio y se sentó sobre ceniza. Lo que indicaba un profundo arrepentimiento, una voluntad de cambio y transformación de su conducta.

En 2ª Pedro 3:9 nos dice:
El Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza, sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento.

Hermanos, por gracia de Dios estamos vivos y por su paciencia y su gran misericordia, que no nos paga conforme a nuestros hechos.

En los versículos 7,8 y 9 dice:
7 E hizo proclamar y anunciar en Nínive, por mandato del rey y de sus grandes, diciendo: Hombres y animales, bueyes y ovejas, no gusten cosa alguna; no se les dé alimento, ni beban agua;
8 sino cúbranse de cilicio hombres y animales, y clamen a Dios fuertemente; y conviértase cada uno de su mal camino, de la rapiña que hay en sus manos.
9 ¿Quién sabe si se volverá y se arrepentirá Dios, y se apartará del ardor de su ira, y no pereceremos?

El Rey exhortó a sus súbditos a guardar ayuno, incluso hasta los animales, y vestirse con ropas de cilicio.

Los habitantes de Nínive eran un pueblo brutal y violento, que imponían la ley del más fuerte.

El rey les ordenó que se apartaran de toda esa forma de vivir y actuar y que clamaran a Dios por compasión.

El arrepentirse significa clamar a Dios fuertemente, venir a Dios con humildad suplicando sinceramente con pasión y seriedad, reconociendo nuestro pecado y la necesidad de que tenga misericordia de ti y te perdone. El arrepentimiento trae como consecuencia un cambio en tu forma de vivir.

En el versículo 10 dice:
10 Y vio Dios lo que hicieron, que se convirtieron de su mal camino; y se arrepintió del mal que había dicho que les haría, y no lo hizo.

El arrepentimiento de los hombres de Nínive, tenía esperanza en la misericordia y amor de Dios. Esperando que Dios se vuelva y que el pueblo arrepentido no perezca.

En Jeremías 18 : 7 y 8 dice:
7 En un instante hablaré contra pueblos y contra reinos, para arrancar, y derribar, y destruir.
8 Pero si esos pueblos se convirtieren de su maldad contra la cual hablé, yo me arrepentiré del mal que había pensado hacerles,

Había miles de personas en esa gran ciudad de Nínive que se volvieron a Dios, desde la persona más humilde hasta los más importantes se arrepintieron y cambiaron su manera de vivir, recurriendo a la misericordia de Dios.

Por eso Dios detuvo juicio a Nínive por 150 años.

El Apóstol Pablo en Filipenses 2:13 al 15 dice:
13 porque Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad.
14 Haced todo sin murmuraciones y contiendas,
15 para que seáis irreprensibles y sencillos, hijos de Dios sin mancha en medio de una generación maligna y perversa, en medio de la cual resplandecéis como luminares en el mundo;

Hermanos, Dios cumple su propósito en cada uno de nosotros, así como Jonás fue enviado a predicar a pesar de todas las circunstancias.

Nosotros estamos aquí para dar testimonio a esta generación y nos corresponde llamarlos a tener un cambio en sus vidas.

Oremos a nuestro Dios por medio de nuestro señor Jesucristo para que seamos esos luminares que el mundo necesita.

A. I. Nelson Daniel Miranda Giles.

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