Nuestro Dios es bueno y compasivo

CDMX, viernes 16 de octubre de 2020

Dios le ordenó a Jonás por segunda vez: levántate, renuévate y ve a Nínive.

A pesar de todas las circunstancias, ahora era tiempo de ocuparse, prepararse y estar listo para cumplir el propósito del Señor, proclamar el mensaje de Dios. Jonás comenzó a recorrer la ciudad predicando, dando el mensaje que Dios le rebelo: “De aquí a cuarenta días Nínive será destruida”. La seriedad de Jonás al transmitir el mensaje de Dios, hizo efecto en sus oyentes, el espíritu de Dios llamo al corazón de estas personas, y ellas creyeron, se vistieron de cilicio y ayunaron. Desde el más poderoso hasta el más humilde se arrepintieron de sus obras y se volvieron a Dios.

En el último versículo del capítulo 3 dice:

10 Y vio Dios lo que hicieron, que se convirtieron de su mal camino; y se arrepintió del mal que había dicho que les haría, y no lo hizo.

El arrepentimiento, de los hombres y mujeres con una voluntad que cambio en su conducta, tenía esperanza en la misericordia y amor de Dios. El gran propósito de la gracia de Dios de que el pecador se arrepienta y se salve, se cumplió en Nínive.

En el versículo 1 de nuestro pasaje dice:

1 Pero Jonás se apesadumbró en extremo, y se enojó.

A Jonás no le agrado el resultado de la predicación. Con el arrepentimiento del pueblo de Nínive el profeta había cumplido su misión hasta el punto de que, desde el más humilde hasta el más poderoso, es decir, toda la población de la ciudad se había vuelto a Dios… Pero Jonás se molestó mucho. Su reacción es inesperada, muchos de nosotros nos sentiríamos contentos con el resultado, rebosantes de gratitud a Dios por su misericordia y su gracia, por habernos utilizado en semejante misión… Pero Jonás se enojó.

En los versículos 2 y 3 dice:

2 Y oró a Jehová y dijo: Ahora, oh Jehová, ¿no es esto lo que yo decía estando aún en mi tierra? Por eso me apresuré a huir a Tarsis; porque sabía yo que tú eres Dios clemente y piadoso, tardo en enojarte, y de grande misericordia, y que te arrepientes del mal.
3 Ahora pues, oh Jehová, te ruego que me quites la vida; porque mejor me es la muerte que la vida.

Jonás oro a Dios, quejándose de todo y tratando de explicar o justificar sus acciones, su enojo. Estaba muy molesto porque Dios le concedió el arrepentirse a los habitantes de Nínive, Los Asirios, eran los enemigos del pueblo de Israel, el pueblo escogido, como era posible que Dios los hubiera perdonado, debieron ser juzgados y destruidos.

Los Asirios eran unos idolatras, su crueldad y brutalidad hacia sus enemigos era incalificable, además de la flagrante inmoralidad de los habitantes de la ciudad de Nínive. Todos eran unos pecadores. Él había huido no por temor a los Asirios sino porque Dios los podía perdonar, por eso era su enojo hasta la muerte.

Hermanos, debemos reconocer que a veces nosotros actuamos como Jonás, vemos los errores y defectos en los demás y no nos damos cuenta de que estamos actuando mal, nos enojamos y nos alejamos convirtiéndonos en espectadores críticos.

En el versículo 4 dice:

4 Y Jehová le dijo: ¿Haces tú bien en enojarte tanto?

Dios confronta al profeta Jonás. Dios conoce nuestros pensamientos y los deseos de nuestro corazón, por eso le pregunta a Jonás de la razón de su enojo. Para hacerlo meditar, si está bien enojarse tanto, tratando de encontrar razones para justificar su enojo.

En Hechos 10: 34-35 dice:

34 Entonces Pedro, abriendo la boca, dijo: En verdad comprendo que Dios no hace acepción de personas,
35 sino que en toda nación se agrada del que le teme y hace justicia.

Hermanos, debemos aceptar que todo lo que hacemos es para la gloria de Dios y no para nosotros. Él es el que dirige nuestras vidas.

En los versículos 5 al 8 dice:

5 Y salió Jonás de la ciudad, y acampó hacia el oriente de la ciudad, y se hizo allí una enramada, y se sentó debajo de ella a la sombra, hasta ver qué acontecería en la ciudad.
6 Y preparó Jehová Dios una calabacera, la cual creció sobre Jonás para que hiciese sombra sobre su cabeza, y le librase de su malestar; y Jonás se alegró grandemente por la calabacera.
7 Pero al venir el alba del día siguiente, Dios preparó un gusano, el cual hirió la calabacera, y se secó.
8 Y aconteció que al salir el sol, preparó Dios un recio viento solano, y el sol hirió a Jonás en la cabeza, y se desmayaba, y deseaba la muerte, diciendo: Mejor sería para mí la muerte que la vida.

Jonás, el hombre que había proclamado el mensaje de Dios a la ciudad. Tal vez pensó que el arrepentimiento de los habitantes de Nínive era temporal o no fue sincero.
Se encamino a la zona montañosa, en un paraje elevado, al oriente de la ciudad. Eligió un buen lugar como puesto de observación, desde el cual pudiera observar lo que pasaría en la ciudad.
El no creía que los habitantes de Nínive mantendrían su conversión y su propósito de servir a Dios.

Si la gente caía otra vez en su pecado, en sus prácticas malvadas, el profeta sabía que Dios los destruiría. Él quería estar allí para poder observar bien.
Se hizo una enramada y se sentó bajo la sombra, para ver qué sucedería en la ciudad. Él estaría en su lugar de observación, esperando que cayera el fuego del juicio de Dios.

Mientras Jonás descansa en su enramada, Dios preparo una calabacera para su bienestar, mientras esperaba la destrucción de la ciudad.
Cuando la planta se secó por el gusano y el viento barrio las hojas, Jonás se enojó porque el calor del sol lo sofocaba, lo quemaba, prácticamente estaba ardiendo de calor. Jonás se queja, deseaba morir una vez más.

En los versículos 9 al 11 dice:

9 Entonces dijo Dios a Jonás: ¿Tanto te enojas por la calabacera? Y él respondió: Mucho me enojo, hasta la muerte.
10 Y dijo Jehová: Tuviste tú lástima de la calabacera, en la cual no trabajaste, ni tú la hiciste crecer; que en espacio de una noche nació, y en espacio de otra noche pereció.
11 ¿Y no tendré yo piedad de Nínive, aquella gran ciudad donde hay más de ciento veinte mil personas que no saben discernir entre su mano derecha y su mano izquierda, y muchos animales?

Dios le enseña a Jonás una lección de amor y misericordia. Si tuvo compasión de la planta que le daba sombra, también debe tener misericordia de las personas de Nínive. Nos recuerda que debemos amar a nuestro prójimo, a toda persona a nuestro derredor.

En el libro de Daniel 9:9 dice:

9 De Jehová nuestro Dios es el tener misericordia y el perdonar, aunque contra él nos hemos rebelado,

La lección es clara: no solamente la preocupación de Dios por las personas va más allá de Israel. La lección de Jonás nos recuerda que Dios es el Dios de todo pueblo. El propósito de Dios no puede ser detenido.

Es lo que Jonás proclamó antes de ser liberado del gran pez: la salvación es de Jehová (Jonás 2:9), y no de ninguna raza, nación o clase.

El Apóstol Pablo en Romanos 8:28 nos dice:

28 Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados.

Hermanos, Dios tiene un propósito para nuestras vidas y nos llama como a Jonás a dar testimonio de nuestra fe a todos los que nos rodean. Oremos a nuestro Dios por medio de la gracia que es en Cristo Jesús para que este se cumpla en nuestras vidas, sabiendo que nuestro trabajo es para la gloria de Dios.

A. I. Nelson Daniel Miranda Giles.

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