La Reforma y el gobierno de la iglesia
18 de octubre 2020
Ya que la Reforma religiosa del siglo XVI fue una reforma de la iglesia, se esperaría ver palpablemente estos cambios en su actuación y comportamiento. Si la Reforma formuló una nueva y más bíblica definición de la iglesia se puede esperar que la organización y gobierno de la iglesia reformada estuvieran de acuerdo con esta definición. La nueva doctrina de la iglesia habría de provocar nuevas características en la concreta realidad de la iglesia. Una nueva doctrina implica una nueva forma de gobierno.
La iglesia es el conjunto de creyentes, la congregación de los efectivamente llamados por Dios, por medio de la Palabra. Es la reunión de los redimidos, la congregación de los perdonados, la comunidad de los absueltos y la convocación de los salvos. Es la concurrencia de los que han nacido del Espíritu Santo y vivirán para siempre. Entonces su composición es de personas y su secuencia es ser pueblo de Dios. Por ende, no es una estructura jerárquica, sino un grupo de personas reunidas para glorificar a Dios
Este pueblo se organiza para hacer la voluntad de Dios en concierto. La comunión y el compañerismo les motivan, les anima y les instruye. El empuje y la energía vienen desde adentro, de la Palabra y el Espíritu.
Oyen la palabra también en cuanto a cómo se deben organizar para poner por obra la voluntad de su Padre Celestial. Saben que la Palabra no dejó esto a la discreción de ellos, sino que les habló acerca de la organización y el gobierno interno de su congregación. Por eso, toman la iniciativa para elegir sus oficiales, sus pastores, ancianos y diáconos, para guiarles a fin de que hacer todo “decentemente y con orden”. Les siguen en el servicio y realizan sus actividades con provecho y edificación, y dan gracias a Dios por ellos.
Los creyentes saben que la autoridad de sus oficiales viene de la entrega de los mismos creyentes que siguen al Salvador, quien dijo que es su voluntad que los sigamos. Así, por la elección por la congregación ellos son llamados por Dios para servir a la iglesia. De ahí es su autoridad. Por eso, los salvos los seguimos, como una expresión de nuestra entrega al Señor.
Artículo publicado en el Editorial del Boletín Buen Oleo de la INP Berith – 16 de octubre, 2005