Emanuel, Dios con nosotros

Meditación sobre Isaías 7:14 por el A.I. José Antonio Velázquez

«Por tanto, el Señor mismo os dará señal: He aquí que la virgen concebirá, y dará a luz un hijo, y llamará su nombre Emanuel”

Esta promesa clarifica la forma en que Génesis 3:15 se llevaría a cabo; la simiente de la mujer sería un niño que nacería de una virgen.

Como ya hemos visto el hombre se ha puesto en enemistad con Dios por ser desobediente y desleal a Él y desde el primer momento el Señor en su infinito amor busca la manera de reconciliarnos, de que podamos gozar nuevamente de esa comunión que tuvo con Adán en el huerto de Edén.

Ahí, en medio del horror de perder la vida al perder esta maravillosa relación con el Creador vemos el amor de Dios al prometer a la mujer que de su simiente vendría nuestra salvación.

Este niño sería Dios mismo encarnado; por lo tanto, el nombre que se le pondría sería Emanuel, que significa: Dios con nosotros, restauraría nuestra comunión con Él de una vez y para siempre.

Esta promesa fue nuevamente revelada al profeta Isaías 700 años antes de su cumplimiento y cuando Jesús vino al mundo, lo hizo efectivamente, a través de una virgen.

Probablemente Isaías mismo no entendió y se preguntó ¿cómo es que le nacería un hijo a una virgen? Eso no es lógico ni natural sin embargo Isaías recibió la promesa y la registró tal como se le había dado.

Este hecho es vital para nuestra salvación, si no se hubiera cumplido seguiríamos sumidos en condenación debido a nuestro pecado, pero se cumplió y al pie de la letra.

Jesús efectivamente nació de una virgen llamada María y Jesús fue proclamado Emanuel que significa Dios con nosotros, es decir, se reconoció que Dios mismo había venido a la tierra en forma de hombre para habitar entre nosotros y darnos la salvación.

De la misma manera se cumpliría al pie de la letra todas las promesas que Dios ha dado.

Cuántas cosas hay en nuestra vida, que al igual que Isaías, no alcanzamos a entender y hasta nos parecen ilógicas, a veces pasan años antes de que entendamos por qué sucedió algo.

Algunas veces podemos suponer que Dios ha olvidado su promesa, que tarde mucho en hacerse realidad, que no mira nuestra necesidad, que nos ha abandonado.

Pero debemos recordar que la manera de pensar y actuar de Dios esta muy por encima de nosotros como para que lo entendamos, Él mismo nos lo dice: “Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dijo Jehová.

Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos” Isaías 55.:8-9

Muchas veces los caminos de Dios son incomprensibles para nosotros, nuestra mente finita no puede entender los caminos y pensamientos de Dios, más, al reconciliarnos con nuestro Señor recibimos también el regalo de la fe que nos da la certeza de que podemos creer en lo que aún no vemos pero que sabemos que Él cumplirá.

Sin embargo, si confiamos en que Dios sabe bien lo que dicen, por qué lo dice y que lo cumplirá, podemos estar a la expectativa de todas las maravillas que Él realizará en nuestra vida, aun cuando en este momento algunas cosas nos parezcan confusas o inexplicables.

A Isaías no le tocó ver con sus ojos humanos a este niño, pero pudo ver cómo Dios guardaba a su pueblo de los peligros, como proveyó en todo momento lo necesario para sustentarlo, todas las muestras de amor con que lo preservó y cuido; seguramente no tuvo duda de que ese Niño llegaría y que la comunión perfecta con Dios sería restablecida a través de Él.

Hoy a miles de años de distancia podemos ver la promesa cumplida por Dios, ese niño nació, ese niño nos permite tener la certeza de que Dios está con nosotros, en medio de esta situación de dolor, de angustia, de sufrimiento sabemos que no estamos solos, Dios está con nosotros y como así es podemos descansar en su amor, protección y cuidado.

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