Sufrimiento como consecuencia del pecado – 2

Meditación sobre Gálatas 6:7-10 por el A.I. Saulo Murguia

El problema del sufrimiento y el mal es, sin duda, uno de los más difíciles, y tal vez el más difícil de abordar para los cristianos.

He titulado esta breve meditación como «Sufrimiento como consecuencia del pecado». Este tema lo empezamos a ver en la primer aprte con este título.
Voy a leer el pasaje base de esta meditación:
Galatas 6:7-10

7 No os engañéis; Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará.
8 Porque el que siembra para su carne, de la carne segará corrupción; mas el que siembra para el Espíritu, del Espíritu segará vida eterna.
9 No nos cansemos, pues, de hacer bien; porque a su tiempo segaremos, si no desmayamos.
10 Así que, según tengamos oportunidad, hagamos bien a todos, y mayormente a los de la familia de la fe.

Hemos visto otras causas del sufrimiento en el creyente y ahora surge la pregunta:

«¿Podemos asumir que las personas sufren debido a su pecado?»

Durante toda mi vida he visto a personas sufrir y muchas veces esa pregunta ha estado por ahi rondando.

En Marcos 2:1-10, Jesús sana al paralítico que fue bajado hasta él a través del techo de una casa.

Cuando Jesús vio la fe de los cuatro hombres que lo trajeron, dijo: «Hijo, tus pecados te son perdonados».

En ese pasaje vemos que Jesús parecía darse cuenta de que la parálisis del hombre era el resultado de su pecado.

O posiblemente lo que pasaba era que ese hombre simplemente creía que estaba en esa condición como resultado de su pecado.

¿Como sabemos?

Es difícil decirlo con certeza.
Pero independientemente, la Biblia enseña que el sufrimiento, la enfermedad y la muerte a veces son el resultado de pecados específicos que la gente comete.

Veamos algunos ejemplos:

Después de sanar al inválido, Jesús lo encontró en el templo, veamos lo que dice el pasaje: “Después le halló Jesús en el templo, y le dijo: Mira, has sido sanado; no peques más, para que no te venga alguna cosa peor.”(Juan 5:14).

Pablo describe a algunas personas que estaban débiles, enfermas y que murieron por tomar la Cena del Señor de manera indigna (1 Corintios 11:29,30), está escrito de la siguiente manera:
«Porque el que come y bebe indignamente, sin discernir el cuerpo del Señor, juicio come y bebe para sí. Por lo cual hay muchos enfermos y debilitados entre vosotros, y muchos duermen.»

Por otro lado, la Biblia también aclara que el sufrimiento no siempre es el resultado del pecado de una persona.
En Lucas 13:2-5, Jesús menciona a las dieciocho personas que murieron porque la torre de Siloé cayó sobre ellas.
El pasaje dice:

“2 Respondiendo Jesús, les dijo: ¿Pensáis que estos galileos, porque padecieron tales cosas, eran más pecadores que todos los galileos?
3 Os digo: No; antes si no os arrepentís, todos pereceréis igualmente.
4 O aquellos dieciocho sobre los cuales cayó la torre en Siloé, y los mató, ¿pensáis que eran más culpables que todos los hombres que habitan en Jerusalén?
5 Os digo: No; antes si no os arrepentís, todos pereceréis igualmente."

Es necesario que sepamos y tengamos siempre presente que la realidad bíblica del pecado y el sufrimiento, es esta:
Las personas a veces sufren debido a sus elecciones pecaminosas, pero no siempre.
A veces la gente sufre por razones no morales, y otras veces la gente peca y no sufre.
Tampoco debemos creer que el sufrimiento sirve como expiación por el pecado o pago por el pecado.

Por lo tanto, no debemos asumir – de manera insensible- que cada individuo sufre a causa de su propio pecado.
Asumir que las personas sufren debido a sus decisiones puede llevar a una actitud indiferente y crítica, como, “Bueno, tienes lo que mereces. Te lo dije»

Por otro lado, es ingenuo asumir que las personas nunca sufren por su pecado.

El pecado puede tener consecuencias devastadoras.

A veces sufrimos emocional y físicamente debido a nuestras elecciones, y necesitamos aprender de nuestros errores para evitar lastimarnos a nosotros mismos y a los demás.

Se necesita sabiduría para darnos cuenta si alguien sufre por sus propias decisiones o por otra razón.

Y se necesita aún más sabiduría para ayudar con amor a las personas que sufren, independientemente de si es su culpa o no.

Jesús, como Hijo de Dios, sabía muy bien por qué la gente sufría. Pero nosotros no lo sabemos.

Entonces, ¿cómo podemos responder?

El apóstol Pablo ofrece una sabiduría profunda para amar a las personas que sufren: “Gozaos con los que se gozan, llorad con los que lloran” (Romanos 12:15). En otras palabras, si alguien está sufriendo, hágalo con él.

Independientemente de por qué alguien sufre, la realidad es que la persona está sufriendo y los cristianos debemos responder con amor.

En lugar de tratar de explicar porqué, lo mejor que podemos hacer es simplemente estar presentes y empaticos con aquellos que sufren. Escuchar. Empatia. Amor.

El problema del sufrimiento y el dolor no es exclusivo del cristianismo.

Pero la Escritura siempre será nuestra guía para actuar de acuerdo con lo que Dios quiere de nosotros.

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