2020 Un año diferente

Hoy 27 de diciembre es el último domingo del año, el “año del Covid”, como con seguridad lo recordaremos.  En estos casi 365 días en que la Tierra ha completado su viaje alrededor del sol, la humanidad ha sobrevivido a la jornada, acompañada del microscópico y letal personaje, de todos conocido.

Hace justamente un año, vivíamos un ambiente muy diferente, las campanas de la Navidad aun resonaban con alegría y esperaban volver a tañer con los parabienes y el  júbilo del Año Nuevo. Todos manteníamos el buen ánimo y cuando las voces de “Feliz y Próspero Año Nuevo” se repetían, sin embargo del otro lado del mundo nos empezaban a llegar voces de alerta susurrantes que aún no eran lo suficientemente fuertes como para llamar nuestra atención, pero que súbitamente se transformaron en  gritos desesperados “que viene el lobo”, “que viene el lobo”, “que llega la pandemia”, “que llega la pandemia” y llegó y así fue que en los primeros meses del recién llegado 2020 súbitamente nos estrellamos, literalmente, con la realidad y nuestra forma de vida cambió.

El sábado 14 de marzo, según recuerdo, casi al terminar la Reunión Mensual del Consistorio, llego un comunicado urgente del Presbiterio Netzer , al cual pertenecemos, con la orden del Gobierno de la Ciudad de México, de suspender toda actividad que requiriera de congregarnos, debido a la gravedad del contagio, así esa misma tarde se suspendió la meditación que la Iglesia Infantil tenía preparada para los maestros, y acto seguido a través de la redes sociales se comunicó a Berith que los cultos dominicales y toda actividad quedaba cancelada. El domingo 15 celebramos por última vez, de manera presencial,  únicamente el culto a las 9:00 A.M., para las personas que no se habían enterado de la suspensión  de actividades.

Cerramos las instalaciones y comenzó nuestro aislamiento y la rápida habilitación de la tecnología zoom, los comunicados por chat, los cultos vía remota, las reuniones, y los festejos virtuales. De manera inmediata se programaron  las meditaciones diarias, que se pensaron fueran de aliento para ayudarnos para adentrarnos en esos “valles de sombra y de muerte” (Salmo23) que nos eran desconocidos.  

Así perdimos la estabilidad a la que estábamos acostumbrados, y con ella en varios casos se terminaron trabajos, salud, escuela, y  los abrazos y demostraciones físicas de cariño y aprecio llegaron súbitamente a su fin para ser reemplazados por el frecuente lavado de manos, la sana distancia, el cubre bocas, el gel antibacterial y un temor en el ambiente que imagino semejante al que se vivió en Egipto la noche en que fueron muertos los primogénitos.

Pero, aun y cuando todavía no tenemos la certeza de cuando dará comienzo la tan anunciada “nueva normalidad”,  quiero invitarles a releer el Salmo 23 en su totalidad y  meditarlo con detenimiento, con esa profundidad y atención que en ocasiones se pierde al recitarlo muchas veces de manera mecánica, y les invito a hacer un alto  en las palabra que dicen: “pero tu estarás conmigo, tu vara y tu cayado me infundirán aliento”.  Y nos acojamos a la fidelidad de Nuestro Padre cuando digamos:

“Aunque ande en valle de sombra y de muerte,

No temeré mal alguno porque tú estarás conmigo,

Tu vara y tu cayado me infundirán aliento…”

Amén  por su amor, por su fidelidad Él es el Rey verdadero, y aunque las noticias que escuchamos por los diferentes medios nos abrumen, debemos de seguir confiando en nuestro Dios,  todo esa bajo su control, desde el gran universo, hasta el Covid 19 y más allá,  el Todo Poderoso  es el Nuestro Padre y recuerden que nos amó de tal manera que nos dio a su hijo unigénito para la salvación de los que le aman.

“Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, más tenga vida eterna.”   Juan 3:16

Hermanos, nada escapa a su voluntad y a su misericordia, por los siglos de los siglos:

                                                     “ÉL ES EL REY ”, Amén.

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