Los que esperan en Jehová

Meditación sobre Isaías 40:31 por el A.I. Saulo Murguia

El profeta Isaías habló de tal promesa: “pero los que esperan a Jehová tendrán nuevas fuerzas; levantarán alas como las águilas; correrán, y no se cansarán; caminarán, y no se fatigarán.” (Isaías 40:31)

Encontrar una manera de hacer que la luz del sol entre en nuestros espacios o, si es posible, salir al sol se ha vuelto importante durante estos días de reclusión, cuarentena y aislamiento.

La esperanza -sí como el sol- puede penetrar a través de la capa de nubes que parece haberse posado sobre nosotros.

La esperanza puede estar presente en formas que todavía no hemos visto, pensamientos que todavía no hemos tenido o sentimientos que todavía no hemos sentido.

Esta pandemia se ha convertido en un evento de resistencia, no en una carrera de velocidad.

Pero «… sabiendo que la tribulación produce paciencia; y la paciencia, prueba; y la prueba, esperanza» (Romanos 5:3,4.)

Los profetas bíblicos pronunciaron palabras en tiempos de peligro, con respecto a las amenazas que estaban presentes en su momento, tanto desde fuera del pueblo de Dios como desde dentro.

Las profecías, entretejidas a través del Antiguo Testamento, llaman al pueblo de Dios a volverse hacia Dios y las promesas del pacto.

El profeta Isaías habló de tal promesa: “pero los que esperan a Jehová tendrán nuevas fuerzas; levantarán alas como las águilas; correrán, y no se cansarán; caminarán, y no se fatigarán.” (Isaías 40:31)

La Biblia nos dice que no importa lo fuertes e independientes que podemos ser, no podemos lograrlo solos.

Y a menudo Dios nos lleva hasta donde nosotros tenemos que dejar de intentar, regresar a Él y decir: «Dios, yo no puedo hacerlo por mi cuenta voy a esperar en ti, Señor.» Y a menudo no decimos esas palabras hasta que hemos agotado nuestras propias ideas, sin resultados.

Tenemos que aprender a no ser impacientes, sino a esperar en Jehová, porque es sólo en esperar que encontremos las promesas de Dios.

Esperar en el Señor requiere la verdadera fe, y aquellos que confían en Él tendrán nuevas fuerzas.
Esperar en el Señor requiere a veces pasar por el fuego y seguir confiando que Dios nos llevará a través de esas dificultades y luego levantaremos alas como las águilas.
Esperar en el Señor requiere tener confianza en lo que esperamos y saber que Dios cuidará de nosotros. Y luego correremos y no nos cansaremos, caminaremos y no nos fatigaremos.
Al igual que aguiluchos, en su nido, no pueden hacer nada sino esperar hasta que el águila madre regresa a su nido para llevar los alimentos necesarios, tenemos que permanecer en el “nido” y confiar que Dios nos traerá lo que necesitamos, y luego debemos aceptar lo que viene porque sabemos que es para nuestro propio bien.

En nuestra situación actual, nuestros pensamientos simplemente se enfocan en lo que hemos perdido, lo que nos falta, en lo que va a suceder, o en lo que puede que nunca suceda y eso nos hace etar más enfocados en nosotros mismos que nunca.

Pero los ojos de nuestra fe nos ayudan a ver los planes divinos que pueden enfocarnos en lo que obtendremos, lo que encontraremos y las posibilidades ilimitadas.

El fundamento de nuestra esperanza reside en el amor inagotable de Dios. Este amor no vacila. Este amor no cambia. Este amor no tiene condiciones. Este amor se levanta para vencer lo que viene en tu contra, incluida la enfermedad, incluso la muerte.
Este amor nos convierte en nuevas creaciones.

Este amor nos permite descansar en su abrigo.

La esperanza comienza a pasar de ser un concepto abstracto a una realidad transformadora cuando conocemos y nos basamos en este amor.

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