HIGIENE

Usamos la palabra higiene como sinónimo de aseo o limpieza, especialmente en cuanto a la comida. No es malo este uso. La palabra viene del griego “hygíeia” que quiere decir salud, en forma sustantiva, y “sano”, como adjetivo. El sentido hoy en día es, más o menos, lo que está en función de la salud. Se distingue de “terapia” que tiene que ver con curar. La higiene está en función de profilaxis o prevención y la terapia en función de curación. En algunos casos la higiene puede estar ligada con la terapia, es decir, limpiar la fuente de la infección también sirve para curar la persona.

Tenemos cuidado con nuestra higiene. Lavamos las manos después de ir al baño, no comemos en la calle, mantenemos limpios los platos y los utensilios, no tomamos agua de la llave y tenemos cuidado de no comer comidas contaminadas. Somos más cuidadosos aun con nuestros niños. Cuando son chicos especialmente, esterilizamos biberones, tenemos cuidado con lo que se meten en la boca y ponemos su gerber en el refrigerador. Debemos hacer más, pero, por lo menos algo hacemos. Esto con respecto a nuestro cuerpo.

Tocante a nuestra mente y nuestra vida espiritual somos menos “higiénicos”. Es como si la salud mental y espiritual no nos importara tanto. Nos concierne más que nosotros y  nuestros hijos estemos sanos físicamente, que mental y espiritualmente. No tenemos cuidado con el tipo de contaminación que entra. Damos la bienvenida a deseos y apetitos indeseables.

Participamos de los afanes, placeres y pensamientos del mundo como si no hicieran daño a nosotros y a nuestros niños.
En cuanto a la dieta la situación es peor. Aun en lo físico somos descuidados. Nuestra alimentación, aunque amplia, no siempre es sana, y es peor todavía para nuestros hijos. Sufrimos de la plaga de la “comida chatarra”. La alimentación espiritual es más pobre todavía. No solamente es “comida chatarra”; es positivamente dañina. Faltan todos los “aminoácidos espirituales”, y también las vitaminas y minerales. En la iglesia recibimos pequeñas dosis de estos elementos, y los niños en la escuela dominical reciben cucharaditas de buena nutrición. Pero esto ni es suficiente; necesitamos practicar una higiene espiritual todo el tiempo. Los cultos, clases y servicios de la iglesia son de una gran ayuda, pero necesitamos más. Debemos preocuparnos de nuestra higiene, especialmente la higiene espiritual.

 Domingo 25 de enero 2009  

Nota: El texto del editorial de hoy  fue publicado el 25 de enero de 2009 en el Boletín Buen Oleo de la Iglesia Nacional Presbiteriana Berith. La intención de hacer ésta reimpresión digital es la de hacer claro el deber que tenemos como iglesia, de buscar la verdad,   si bien las circunstancias de éste año nuevo  2021, no son las mismas que imperaban en 2009, el deber de buscar la verdad sigue vigente, por lo cual invitamos a la congregación para que se integre a nuestras clases dominicales, a que escuche las meditaciones diarias y a que sigamos reuniéndonos “a pesar de la distancia” como sociedades, y principalmente en los Cultos Dominicales. Por nuestra parte como consistorio estamos buscando tener una mejor plataforma tecnológica, cada uno de los oficiales hace un importante esfuerzo en preparar sus exposiciones, en grabar y transmitir puntualmente, pero necesitamos de su opinión, de su colaboración y sobre todo de su presencia y oraciones.

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