EL SANTO DE ISRAEL
Las palabras, por si solas, son incapaces de enseñarnos lo que es la santidad de Dios. Sin embargo, son lo único que tenemos para aprender lo que es la santidad “humana” sería realizar total y perfectamente lo que es el ser humano, tal como fuimos creados, y desarrollados según las normas que Él Mismo ha puesto para nuestro desarrollo. Ya que no somos estáticos, sin crecimiento, progreso, maduración o avances. La santidad, para el ser humano quiere decir estar totalmente separado del pecado para realizar en todo lo que quiere decir el ser la imagen de Dios.
La santidad de Dios pertenece a un orden de las cosas totalmente diferente. Dios nunca fue creado para cumplir con un propósito, o para encontrar su lugar dentro de todo lo demás de la creación. Por supuesto, la santidad de Dios también es la total separación del pecado, tal como Dios Mismo define el pecado. La santidad de Dios es, por decirlo así, su integridad como Dios. Su ‘sant-idad’ es su ‘de-idad’. Dios es totalmente Dios. Por decirlo en una forma no gramaticalmente correcta: su santidad es su “Dios-idad”. El descubrir la santidad de Dios es descubrir que Él es Dios y no hombre.
El gran profeta (portavoz de Dios) de la santidad de Dios es el profeta Isaías. Más de treinta veces, en su libro menciona la santidad de Dios, muchas veces con la frase: “El Santo de Israel”. El pasaje principal de este concepto es el capítulo seis, en el llamamiento del profeta, donde está revelado como tres veces -lo máximo- santo. En el versículo treinta y tres leemos: “Santo, Santo, Santo”.
Cada vez que tratamos con algo como si fuese Dios, o que funcione como Dios en nuestra vida, violamos la santidad de Dios, ya que le tratamos como si no fuese el “Santo de Israel” , es decir, como Él que es santificado en su pueblo. El pueblo de Dios, por supuesto, ni hace santo a Dios.
La visión de la santidad de Dios, fue una preparación para Isaías para su servicio a Dios. Como profeta, tenía que comunicar el conocimiento de Dios, al pueblo de Dios: para comunicar el conocimiento de Dios es menester saber de la santidad de Dios, que es, como hemos dicho, la “de-idad” de Dios. Si el profeta no comunicara el conocimiento de Dios como “El Santo de Israel” no sería correcta su comunicación”
La santidad de Dios tiene que ver con la “singularidad” de Dios. He aquí la importancia de la “shema”. “Shema” quiere decir “oye”. Se llama la “shema” el texto dice “Oye Israel: Jehová nuestro Dios, Jehová uno es” (Deut.6:4). Si no se piensa de Dios como único, es imposible pensar en su santidad. Jesús dijo que “esta es la vida eterna, conocer a Dios, es único y verdadero”. Esto es, conocer la santidad de Dios”, conocer el Santo de Israel. El “Santo “Dios es el que conocemos en Jesucristo. Es el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo y nuestro Dios Padre. Somos su pueblo cuando conocemos la “Santidad” de Dios.
Nota: El texto del editorial de hoy fue publicado el 8 de febrero de 2009 en el Boletín Buen Oleo de la Iglesia Nacional Presbiteriana Berith. La intención de hacer ésta reimpresión digital es la de hacer claro el deber que tenemos como iglesia, de buscar la verdad, si bien las circunstancias de éste año nuevo 2021, no son las mismas que imperaban en 2009, el deber de buscar la verdad sigue vigente, por lo cual invitamos a la congregación para que se integre a nuestras clases dominicales, a que escuche las meditaciones diarias y a que sigamos reuniéndonos “a pesar de la distancia” como sociedades, y principalmente en los Cultos Dominicales. Por nuestra parte como consistorio estamos buscando tener una mejor plataforma tecnológica, cada uno de los oficiales hace un importante esfuerzo en preparar sus exposiciones, en grabar y transmitir puntualmente, pero necesitamos de su opinión, de su colaboración y sobre todo de su presencia y oraciones.