Ve y haz tu lo mismo – Lucas 10:25-37

En los medios de comunicación vemos y escuchamos noticias de desastres naturales y de personas en situaciones difíciles o de enfermedad, en otras ciudades o países. Esto lo vemos un poco lejano, ajeno a nuestras vidas. A veces nos preguntamos ¿que podríamos hacer nosotros estando tan lejos?, Pero en estos últimos días nos llegan noticias más cercanas de amigos o parientes enfermos. Esta es la oportunidad de poder llevar consuelo y ayuda a nuestros hermanos y a las personas en nuestro derredor que están en situaciones difíciles.

En Isaías 41:10 dice:

10 No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia.

Debemos estar firmes y transmitirles la confianza de que Dios es el señor, su promesa es que siempre está con nosotros en todo momento y nos ayuda.

En los versículos 25 al 29 de nuestro pasaje dice:

25 Y he aquí un intérprete de la ley se levantó y dijo, para probarle: Maestro, ¿haciendo qué cosa heredaré la vida eterna?
26 Él le dijo: ¿Qué está escrito en la ley? ¿Cómo lees?
27 Aquél, respondiendo, dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con todas tus fuerzas, y con toda tu mente; y a tu prójimo como a ti mismo.
28 Y le dijo: Bien has respondido; haz esto, y vivirás.
29 Pero él, queriendo justificarse a sí mismo, dijo a Jesús: ¿Y quién es mi prójimo?

Un especialista en leyes, un abogado experto conocedor de la ley judía le pregunto al señor Jesús para probarle, no se trataba de una pregunta honesta, pero sí era una buena pregunta, quiere saber cómo o que contestara Jesús acerca de la vida eterna.

El intérprete o abogado intentó poner a Jesús en el estrado de los testigos y Jesús le dio vuelta a la situación y le puso a él en el estrado. El señor Jesús le contesta con una pregunta ¿Qué está escrito? Como diciendo, Tu eres un conocedor, dime ¿cómo lees?

La respuesta del interprete es correcta, y el señor le indica a él y a nosotros que, para tener la vida eterna, debemos realmente cumplir el mandamiento de “Amar al Señor nuestro Dios con todo nuestro corazón, y con toda nuestra alma, y con todas nuestras fuerzas, y con toda nuestra mente; y a nuestro prójimo como a nosotros mismos”.

Debemos orar a nuestro Dios por medio de nuestro señor Jesucristo para que nos de fuerzas para poder cumplir este mandamiento.

En este tiempo en que abunda la falta de valores, tal vez muchos de nosotros necesitamos aclarar la pregunta que hizo el intérprete ¿Y quién es mi prójimo?

En los versículos 30 al 35 dice:

30 Respondiendo Jesús, dijo: Un hombre descendía de Jerusalén a Jericó, y cayó en manos de ladrones, los cuales le despojaron; e hiriéndole, se fueron, dejándole medio muerto.
31 Aconteció que descendió un sacerdote por aquel camino, y viéndole, pasó de largo.
32 Asimismo un levita, llegando cerca de aquel lugar, y viéndole, pasó de largo.
33 Pero un samaritano, que iba de camino, vino cerca de él, y viéndole, fue movido a misericordia;
34 y acercándose, vendó sus heridas, echándoles aceite y vino; y poniéndole en su cabalgadura, lo llevó al mesón, y cuidó de él.
35 Otro día al partir, sacó dos denarios, y los dio al mesonero, y le dijo: Cuídamele; y todo lo que gastes de más, yo te lo pagaré cuando regrese.

En estos versículos Jesús aclara y define quien es el prójimo. La situación de un hombre que fue asaltado y herido por ladrones y las diferentes actitudes de los viajeros hacia la persona en desgracia, herido y casi muerto.

Según el historiador Flavio Josefo el camino de Jerusalén a Jericó era peligroso y conocido por los crímenes y robos, era inseguro transitar por él.

Tenemos cinco personajes en esta historia: Los ladrones, el herido, el sacerdote, el levita y el samaritano.

Los ladrones representan a aquellos que se apropian indebidamente de lo ajeno, están fuera de la ley de Dios, en pecado mortal.

El hombre herido representa a un hombre común, puede decirse que fue imprudente y temerario. Las personas que recorrían ese camino de Jerusalén a Jericó rara vez lo hacían solas, generalmente lo hacían en grupos llevando sus mercancías u objetos de valor.

El sacerdote representaba una clase privilegiada, al ritualismo y al ceremonialismo, cosas que no pueden salvar al ser humano.

El levita representaba al legalismo. El ritualismo, las ceremonias y el legalismo, cosas que no pueden salvarnos.

El sacerdote y el levita por su cargo debieran ser los primeros en ayudar al herido, pero lo ignoraron pasando de largo. Tal vez pensaron este lugar es peligroso, puede ser una trampa, no tengo tiempo, tengo que llegar a la sinagoga, etc. El hecho es que tienen un individualismo que hace que se desentiendan de todo sufrimiento o necesidad ajena a la propia

El buen samaritano representa el cumplir realmente el mandamiento de amar al prójimo y lo que debe hacer un buen cristiano. Se preocupó por ayudar al herido, no esperó a que le preguntara; vio la necesidad justo en frente de él y fue suficiente para obligarlo a hacer algo. Dio libremente de su tiempo y sus recursos, sabiendo que todas las cosas pertenecen a Dios y nosotros que somos sus administradores.

En los versículos 36 y 37 dice:

36 ¿Quién, pues, de estos tres te parece que fue el prójimo del que cayó en manos de los ladrones?
37 Él dijo: El que usó de misericordia con él. Entonces Jesús le dijo: Ve, y haz tú lo mismo.

Jesús permitió que la parábola respondiera a la pregunta del interprete y le da la guía a él y a nosotros de cómo debemos aplicarla. Debo amar a mi prójimo, y mi prójimo es el que otros podrían considerar como una persona no recomendable, un peligro o tal vez un enemigo. Mi prójimo es la persona que está justo en frente de mí con una necesidad.

En 2ª Corintios 1: 3 al 5 dice:

3 Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de misericordias y Dios de toda consolación,
4 el cual nos consuela en todas nuestras tribulaciones, para que podamos también nosotros consolar a los que están en cualquier tribulación, por medio de la consolación con que nosotros somos consolados por Dios.
5 Porque de la manera que abundan en nosotros las aflicciones de Cristo, así abunda también por el mismo Cristo nuestra consolación.

Hermanos Dios nos ama y tiene misericordia de nosotros, nos cuida y nos consuela. Oremos a nuestro Dios, para que podamos cumplir la dirección que el señor Jesucristo le dio al intérprete de amar y usar misericordia con el prójimo, y nosotros escuchemos su voz que nos dice: ve y haz tu lo mismo.

A.I. Nelson Daniel Miranda Giles.

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