¡Avance, avance!

Cuando circulamos en el tránsito no debemos parar, o si vamos tan lento que estorbamos a otros, la policía nos comunica y nos dice las palabras que sirven de título de este editorial. A veces son casi irónicas ya que también nos lo dicen cuando estamos en situaciones en que es imposible movernos.

Sin embargo, ya no pensando en el tránsito, es menester que alguien nos diga: avance, avance. No podemos quedarnos parados, ni debemos avanzar demasiado lentos. Nos tenemos que mover, y, en muchas de nuestras actividades tenemos que movernos más de prisa. Necesitamos que nos digan: avance, avance.

Tenemos varios programas en función. No podemos pararlos, y si hemos estado parados tenemos que volver a avanzar.

¿Que esperamos? ¿Qué llegue la patrulla y nos diga: avance, avance?

Hemos reactivado el programa de niños y sus madres (y otros adultos) que viven cerca de la iglesia.

Cada año tenemos el programa de “leer la Biblia en un año”. El programa es bueno, hasta excelente. Lo que nos falta es escuchar el mensaje: avance, avance.

Estamos agradecidos por todos los que asisten a los cultos, y en especial por los que llegan puntualmente, es decir, a tiempo. Hay mucho lugar para mejorar en este campo. Esto es algo que tiene que ver con nuestra espiritualidad. En este campo la encomienda es urgente: avance, avance.

En este año queremos crecer en todo y mejorar todo. Escuchemos entonces la recomendación: avance, avance.

Nota: Párrafos extraídos del editorial publicado el 6 de enero de 2008, en el boletín Buen Oleo de la Iglesia Nacional Presbiteriana Berith.

*Pongamos en oración el trabajo de Koinonía.

Comparte con tus amigos