Cambiar el mundo

Las palabras  e ideas cambian el mundo. Siempre lo han hecho. En numerosas ocasiones alguien había pensado y habló, y esto dejó grandes cambios en el mundo. Los grandes cambios en la historia son resultado de ideas y palabras, y esto continuará siendo así.

 Las ideas y palabras que constituyen la fe cristiana son un excelente ejemplo de ello. Pero tristemente, la idea y palabras equivocadas, mentirosas y falsas han dejado sus huellas también en la historia humana. De hecho, hay una guerra entre estas dos. No es anunciada, no forma parte de las noticias que se presentan en los periódicos o en la televisión, sin embargo, es real, es real e importante que mucho de lo que pasa por las noticias en los medios de comunicación.

Las ideas correctas y las palabras verdaderas tienen la ventaja. Ellas acaban con la mentira y el engaño, pero la mentira y el engaño no acaban con la verdad. Y aunque la mentira y el engaño hacen mucho daño, y sus efectos nocivos son duraderos, nunca pueden aniquilar la verdad. Sin embargo, los mentirosos y los engañadores son muchos (parece que son más que los piensan y dicen la verdad) y dejan la impresión de que son ellos los que están ganando la batalla. Pero esto es algo temporal, pasajero, provisional y aparente, tenemos la seguridad de que los que piensan y dicen la verdad ganarán. La mentira y el engaño no pueden resistir la verdad.

Los que tienen ideas correctas y dicen la verdad a veces se dejan engañar. No lo hacen a propósito, pero su puro conocimiento de lo que piensan y hablan no es completo, cabal o adecuado. Las ideas son correctas pero no las han estudiado suficiente como para pensarlas con claridad. Las palabras si son verdaderas, pero no explican con claridad lo que dicen. Es como  si se repitieran las respuestas del Catecismo sin saber cuál es la pregunta.

Los que tienen las ideas correctas y las palabras verdaderas tienen una responsabilidad en cuanto a ellas. Tienen que estudiarlas y repasarlas constantemente porque éstas son sus armas contra a las ideas equivocadas y las palabras mentirosas.

Las mentiras y los engaños se identifican solamente por la luz de la verdad.

Por eso, quizá sea necesario en la iglesia tener clases especiales para todos los que lleguen a la preparatoria y para para el resto de su vida. Serán clases con el enfoque “apologético”. La apología tiene que ver con la  mejor defensa de la verdad. Y la mejor defensa es saber bien las ideas correctas y las palabras verdaderas. Si lo hacemos, es seguro que estaremos echando las bases para cambiar el mundo.

Editorial Publicado 30 de marzo de 2008, en el boletín Buen Oleo, Iglesia Nacional Presbiteriana

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