Preparación

El Cristo resucitado dio el ministerio de la Palabra a la Iglesia. En Efesios 4:11-12, Pablo habla de eso, citando (en v.8) el Salmo 68 que habla del Cristo victorioso que da dones a los hombres. Estos dones son los ministerios de la Palabra. Menciona los distintos aspectos del ministerio de la Palabra, pero todos tienen que ver con “el perfeccionar a los santos para la obra del misterio, para la edificación del cuerpo de Cristo”.

Es decir, Cristo dio el ministerio de la Palabra en la iglesia como una preparación para servicio (el ministerio, la palabra es diaconía en griego). La implicación es que los “santos”, todos los redimidos, los santificados en Cristo, deben ir a la iglesia como una preparación para el servicio. Todos los redimidos, los necesitamos una preparación para vivir cristianamente en este mundo. Nos cuesta trabajo vivir  como los hijos de Dios en el tiempo y lugar que ocupamos. Las situaciones y condiciones que encontramos exigen más que la pobreza de recursos que hallamos en nosotros mismos. Sin embargo, tenemos que hacer frente a la vida y necesitamos mucha preparación para hacerlo. Un alto grado de entrenamiento es necesario.

El ministerio de la Palabra en la iglesia es un indispensable prerrequisito para el ejercicio del  ministerio propio de la iglesia en el mundo. El ministerio de la Palabra en la iglesia, para la iglesia, ha de ser constante y efectivo, precisamente porque el ministerio de la iglesia es muy importante. Hasta podemos decir que una iglesia que no reciba un adecuado ministerio de la Palabra será una iglesia débil e ineficaz en su propio ministerio al mundo.  

El ministerio de la Palabra “para la perfección de los santos” incluye, como su enfoque principal, la exposición de la Palabra en los cultos públicos, pero no es la totalidad del ministerio de la Palabra en la iglesia. Las clases en la escuela dominical, los estudios en las sociedades, los estudios bíblicos en otras ocasiones, todas las sociedades, los estudios bíblicos en otras ocasiones, todas las actividades son parte del ministerio de la Palabra para motivar al cristiano a tomar su parte en el propósito de Dios para su iglesia.

Este ministerio del Palabra como preparación para la vida cristiana tiene varias facetas. Una de ellas es la “inspiración” o motivación. No somos buenos críticos actualmente de lo que es la “inspiración”; lo confundimos con la promoción de ciertos sentimientos, y no tanto con la motivación para vivir cristianamente. Otros elemento es la llamada “edificación”, que es la comunicación de conocimientos y conceptos útil para nuestro desarrollo del ministerio de los santos. Un tercer elemento, muy esencial hoy en día, es el elemento apologético. Esto quiere decir el elemento de defensa, de cómo defender nuestra fe contra los ataques que el mundo hace contra ella. Los últimos dos elementos son indispensables para el primero, es decir; son elementos de motivación. El conocimiento de mensaje y de las formas para defendernos combina para aumentar la motivación.

Si tomamos en serio lo que dice Pablo (inspirado por el Espíritu santo) acerca de la importancia del ministerio de la Palabra para perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, los que queremos perfeccionarnos tenemos que poner mucha atención a las formas  en que debemos ser preparados y ser asiduos en el aprovechamiento de ministerio de la Palabra en la Iglesia, que incluye, como punto de arranque y de orientación, asidua asistencia en los cultos en que hay una fiel exposición de la Palabra.

Editorial Publicado 11 de junio de 2006, en el boletín Buen Oleo, Iglesia Nacional Presbiteriana

Comparte con tus amigos