Nacer de nuevo – Parte 1
Meditación sobre Juan 3:1-4 por el A.I. Saulo Murguía A.
Iglesia Nacional Presbiteriana Berith
Transcripción…
El nuevo nacimiento – Juan 3:1-4 – Parte 1
Juan 3: 1-4
En el Sermón del monte, el Señor Jesús dijo algo muy inquietante:
Imagínese el horror que producirían estas palabras si fueran dirigidas directamente hacia usted, pero ese será el futuro de muchas personas que asisten a las iglesias semana tras semana.
Si la asistencia a la iglesia no es garantía de salvación, entonces, ¿cuál es?
En el pasaje de hoy (Juan 3:1-4) hay un contraste entre dos destinos, pero sólo uno nos lleva al reino eterno de Dios.
El nuevo nacimiento es la que conocemos como regeneración.
Regeneración en griego es la palabra compuesta paliggenesia, que combina las raíces palin, que significa “de nuevo”, y genesis, que significa “nacimiento”.
El Señor Jesús utilizó este mismo concepto al hablar con Nicodemo. Regeneración es la obra de Dios mediante la cual se nos da una vida totalmente nueva.
El proceso comienza cuando el Espíritu Santo nos convence de pecado y revela la verdad acerca de Cristo (Juan 16.8).
"Y cuando él venga, convencerá al mundo de pecado, de justicia y de juicio."
Cuando respondemos creyendo en Jesús como salvador, nacemos de lo alto y nos convertimos en hijos de Dios (Juan 1:12,13)
"12 Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios;
13 los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios."
En cambio, cuando no hay una regeneración, es posible que haya una mejora o una reforma en la forma de comportarse de esa persona, pero eso no es en realidad una vida nueva, sino una corrección de la vida antigua por medio del esfuerzo personal.
La reforma o mejora comienza cuando una persona reconoce que hay aspectos de su vida que no están bien, y toma la decisión de cambiar ciertos hábitos y ciertas prácticas.
Por supuesto, esto no tiene nada de malo. Al Señor le agrada que sus hijos crezcan y progresen, pero nuestros esfuerzos nunca serán un sustituto de la regeneración.
Exteriormente, las personas que buscan reformarse pueden parecerse a los cristianos, y pudieran servir a Dios de maneras impresionantes, como dice Mateo 7:22
"22 Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros?"
Mientras que otras no son capaces de mantener sus nuevos hábitos, y después de un tiempo, pierden interés y vuelven a su condición anterior (2 Pedro 2:22)
"Pero les ha acontecido lo del verdadero proverbio: El perro vuelve a su vómito, y la puerca lavada a revolcarse en el cieno."
Nicodemo era un hombre que había construido su vida sabiendo y haciendo las cosas correctas. Como miembro del Sanedrín, uno de los rangos más altos para un fariseo, parecía increíblemente justo desde la perspectiva del hombre. Seguramente estaba destinado al cielo.
Qué impacto debió haber sido cuando Jesús dijo que la única forma de ver el reino de Dios era nacer de nuevo.
Nicodemo no había hecho nada para nacer físicamente, y ahora le decían que tampoco podía hacer nada para nacer de nuevo.
Y no importa cuántas buenas obras hubiera hecho, nunca podrían llevarlo al reino de Dios.
La falsa creencia de que podemos ganarnos nuestro camino al cielo todavía prevalece hoy.
Las iglesias están llenas de personas que piensan que se salvan al participar en actividades religiosas y vivir una vida moral.
Pero si creemos en esta mentira, estaremos muy decepcionados después de la muerte.
La única forma de salvarse del desastre eterno es nacer de nuevo creyendo en Jesús.
¿Cómo pasa esto? Hablaremos de ello la próxima semana. Por lo pronto,
que Dios les bendiga y que sigan teniendo un excelente día.