Las dos dimensiones de nuestra comunicación
Una de las actividades constantes y más importantes de una iglesia evangélica es la comunicación. La Biblia misma habla de esto en muchos contextos y con una amplia variedad de palabras. El vocabulario de la Biblia misma habla de esto en muchos contextos y con una amplia variedad de palabras. El vocabulario de la comunicación en la Biblia es muy extenso: proclamar, anunciar, hablara, enseñar, decir, testificar, declarar, pregonar, publicar, pronunciar, enunciar, hacer notorio, confesar, etc. Y aunque no se emplea mucho la palabra “comunicar”, la Biblia manifiesta el concepto en todas sus partes.
Normalmente pensamos en la comunicación en términos de la evangelización, que es la tarea principal de la iglesia. Queremos reducir el evangelio a lo básico, algo mínimo y buscamos la sencillez y claridad para esta comunicación. A benes caemos en un exceso de reducción y ni llegamos a comunicar lo básico del evangelio. En ocasión nuestro reduccionismo nos lleva a repetir ciertas fórmulas que ni contiene el núcleo de la esencia del evangelio.
La comunicación por fuera, es una tarea que la iglesia tiene que estudiar y ensayar con seriedad y ahínco. Pues la iglesia que no lo hace niega su propia naturaleza.
Pero, la comunicación hacia fuera no es la única comunicación recomendable en la Biblia para la iglesia. Hay un fuerte interés en la Biblia para la comunicación hacia adentro en la iglesia. Todas las cartas de Pablo son ejemplos de ello. Lo mismo podemos decir acerca de las otras epístolas, de Pedro y de Juan, junto con las de Judas y el autor de la carta a los Hebreos. Y los cuatro Evangelios fueron escritos, en primer lugar, para la iglesia, y por medio de la iglesia para el mundo.
Esto quiere decir que la iglesia debe poner (o más) empeño en el comunicarse consigo misma como comunicarse con los de afuera. La razón es obvia. Una iglesia no puede comunicar el mensaje de salvación, aun en su forma más reducida e incompleta, si no sabe, en forma más completa y profunda la esencia del evangelio.
Quizás una de las razones principales porque la Iglesia hoy en día tiene tan poco éxito en comunicar a los de afuera es que ya no se comunica consigo misma. Ya no se proclaman las doctrinas básicas de nuestra iglesia, ya no se enseñan las profundidades que Dios ha puesto en la Biblia para que las aprendiéramos. Posiblemente nuestro conocimiento no es más que haber aprendido algunas de las reducciones o simplificaciones del evangelio. Es muy posible que algunas de estas enseñanzas “sencillas”, estas fórmulas o reducciones sean útiles como una introducción, o un inicio, pro una verdadera comunicación hacia afuera despende de la calidad de la comunicación hacia adentro.
Para que seamos buenos comunicadores para los de afuera, nosotros, en este año, tenemos que aprender a comunicarnos mejor con nosotros mismos: en las sociales, en los estudios bíblicos, en nuestras reuniones sociales y desde luego, en nuestros cultos. La comunicación con nosotros mismos debe incluir fuertes dosis de doctrinas y conocimiento bíblico. Después de todo, es lo que tenemos que comunicar hacia afuera.
Editorial Publicado 12 de enero de 2003, en el boletín Buen Oleo, Iglesia Nacional Presbiteriana