Espiritualidad Comunal
Le plació a Dios apartar para sí mismo un pueblo. Esta idea se repite en las escrituras muchas veces y de muchas maneras, Es una manera en que Dios mismo se glorifica y se manifiesta. A este pueblo lo llama su pueblo, su iglesia. A este pueblo lo llama su iglesia. Es lo que lo hace especial a este pueblo, lo distingue y lo caracteriza. Porque Dios mismo reclama este pueblo como suyo, podemos llamar a este pueblo el Pueblo de Dios.
Además le place a Dios vivir con su pueblo. Por eso le dio vida. Dios mismo, el Espíritu Santo, les dio esta vida y la mantiene por medio de su palabra. Les llama “piedras”, “ramas”, “miembros”, porque es lo que son, como Pueblo de Dios, no solo son como individuos solamente, sino porque son como parte de un templo y no como piedras aisladas, son como una planta con las mismas raíces, son como partes de un cuerpo, unidos en un organismo funcional. Un creyente no puede decir “yo soy el pueblo de Dios, sino tiene que decir “yo soy de pueblo de Dios”.
Esto quiere decir que nuestra espiritualidad no puede ser una espiritualidad individualista. Nuestra espiritualidad es una espiritualidad colectivista. Esto no quiere decir que no tengamos prácticas espirituales individuales, si las tenemos, pero las tenemos como miembros del pueblo. Leemos la Biblia, a solas, pero como miembros del Pueblo de Dios, pero siempre conscientes de que somos de su pueblo. Por eso fue tan atinado la sugerencia de que en un tiempo de que no pudimos tener cultos por la “contingencia”, que todos orásemos a la hora del culto, a las 9: o a las 12 o a las 6:30. La hora precisa no importa mucho, pero la consciencia de que somos un pueblo, si es importante.
Nuestra espiritualidad siempre es una espiritualidad de grupo, nunca totalmente individualista. Un aspecto de suma importancia es esta consciencia de ser del cuerpo de la vid, del templo, del Pueblo de Dios.
Así tenemos que vivir en el mundo consciente de que somos un pueblo. Nuestro enfoque es grupal. Sabemos que vivimos juntos, y que vamos juntos hacia la vida eterna, donde siempre estaremos juntos. Vamos a estar todos juntos con Cristo para siempre. No vamos a vivir aisladamente en el cielo. Seremos ciudadanos en aquel entonces del mismo reino del que somos ciudadanos ahora. También seremos, en aquel entonces miembros del cuerpo de Cristo, que es la iglesia. Para siempre, si somos creyentes somos miembros de la iglesia, Y siempre seremos miembros de esta iglesia.
Por eso tenemos que desarrollar una espiritualidad comunal, una espiritualidad de grupo. Es decir, juntos tenemos que vivir conscientes de que somos del pueblo de Dios. Si vamos a ser “espirituales”, tenemos que serlo “aquí y ahora”. Si vamos a s ser espirituales tenemos que ser conscientes aquí y ahora que somos el pueblo de Dios. Para ser espirituales tenemos que desarrollar, en nuestro pensamiento y en la práctica, la consciencia de que somos del pueblo de Dios, todos y cada uno.
Editorial Publicado 7 de junio de 2009, en el boletín Buen Oleo, Iglesia Nacional Presbiteriana