Jacob hace un altar en Bet-el

Meditación sobre Génesis 35:1-5 por el A.I. José Antonio Velázquez
Iglesia Nacional Presbiteriana Berith
Cd. de México

Transcripción…

Lectura:

Dijo Dios a Jacob: Levántate y sube a Bet-el, y quédate allí; y haz allí un altar al Dios que te apareció cuando huías de tu hermano Esaú. Entonces Jacob dijo a su familia y a todos los que con él estaban: Quitad los dioses ajenos que hay entre vosotros, y limpiaos, y mudad vuestros vestidos. Y levantémonos, y subamos a Bet-el; y haré allí altar al Dios que me respondió en el día de mi angustia, y ha estado conmigo en el camino que he andado. Así dieron a Jacob todos los dioses ajenos que había en poder de ellos, y los zarcillos que estaban en sus orejas; y Jacob los escondió debajo de una encina que estaba junto a Siquem. Y salieron, y el terror de Dios estuvo sobre las ciudades que había en sus alrededores, y no persiguieron a los hijos de Jacob. Y llegó Jacob a Luz, que está en tierra de Canaán (esta es Bet-el), él y todo el pueblo que con él estaba. Y edificó allí un altar, y llamó al lugar El-bet-el, porque allí le había aparecido Dios, cuando huía de su hermano. Entonces murió Débora, ama de Rebeca, y fue sepultada al pie de Bet-el, debajo de una encina, la cual fue llamada Alón-bacut. Apareció otra vez Dios a Jacob, cuando había vuelto de Padan-aram, y le bendijo. Y le dijo Dios: Tu nombre es Jacob; no se llamará más tu nombre Jacob, sino Israel será tu nombre; y llamó su nombre Israel.
También le dijo Dios: Yo soy el Dios omnipotente: crece y multiplícate; una nación y conjunto de naciones procederán de ti, y reyes saldrán de tus lomos. La tierra que he dado a Abraham y a Isaac, la daré a ti, y a tu descendencia después de ti daré la tierra. Y se fue de él Dios, del lugar en donde había hablado con él. Y Jacob erigió una señal en el lugar donde había hablado con él, una señal de piedra, y derramó sobre ella libación, y echó sobre ella aceite. Y llamó Jacob el nombre de aquel lugar donde Dios había hablado con él, Bet-el.

Vamos a retomar los versículos 30-31 del capítulo 34 como introducción.

Entonces dijo Jacob a Simeón y a Leví: Me habéis turbado con hacerme abominable a los moradores de esta tierra, el cananeo y el ferezeo; y teniendo yo pocos hombres, se juntaran contra mí y me atacarán, y seré destruido yo y mi casa.

Pero ellos respondieron:¿Había él de tratar a nuestra hermana como a una ramera ?
Después de la masacre que hicieron Simeón y Levy al pueblo de Hamor y Siquem sin ninguna consideración, tomando botín dejándose ver cómo unos ladrones sin respetar la vida de mujeres y niños, Jacob les reclama que lo han avergonzado, lo dejan ver cómo un hombre desalmado y odioso, con sus actos promueven la venganza y la unión de los pueblos de la tierra donde habitan, todo esto es muy cierto, lo sobresaliente es que el hombre santo quien desaprueba la venganza perpetrada por sus hijos, nunca menciona la ofensa tan grande a Dios por sus actos.
Vemos que Jacob solo se preocupa por sus intereses y reputación que quedaron expuestos a una posible venganza, con una desventaja total en número de guerreros ya que al unirse lo pueblos estos sumarían fuerzas quedando en total desventaja. Tal parecieran las palabras de Jacob que son solo un reclamo y no un llamado al arrepentimiento por la ofensa a Dios en su acto tan desalmado y cruel.
Dios a dejado a Jacob ensimismado en su pena y al parecer le ha dado un tiempo de reflexión como si lo dejara solo, más sabemos que Dios nunca desampara a su pueblo.
Si tomamos de arranque el capítulo 35 notamos que los tiempos de Dios son perfectos y cuando es conveniente le ha hablado a Jacob y le dice «Levántate y sube a Bet-el, y quédate allí, y haz allí un altar al Dios que te apareció cuando huías de tu hermano Esaú». Genesis 35:1.
Dios a vuelto su mirada sobre Jacob en el tiempo justo, ya que la condición de Jacob es sumamente miserable, pues todos los pueblos que lo rodean están indignados y cómo bien dijo, es repudiado por todos, por todo lo que hicieron sus hijos, no sabemos cuánto dura esta condición pero cuando Dios le dice: » LEVÁNTATE «, y Moisés el escritor recalca para que no quede duda » Dijo Dios «, es el Señor quien ordena y reanima a su siervo a levantarse he ir a edificar un altar para Él, recordándole los tiempos de aflicción que sufrió cuando su hermano Esaú lo perseguía con sentencia de muerte y Dios lo rescató.
Esto nos enseña a buscar nuestra gran consolación en tiempos de aflicción en el Señor pues es el único y gran Consolador y que el fin principal de nuestras vida es alabar y gozar del Señor emprendiendo de la palabra de Dios.
Jacob pudo objetar muchas cosa para no moverse y no obedecer, pues estaban vigilados y asechados por todos los agraviados a su derredor, todos los caminos estaban cerrados las miradas de venganza estaban puestas en él.
Pero vemos el gozo y como la luz ha regresado a los ojos de Jacob e inmediatamente comunica a su familia y a su pueblo que se preparen pues Dios le ha ordenado subir a Bet-el y hacer un altar para Él. Como sabe de las actividades paganas y los dioses falsos que algunos de sus seguidores profesan a escondidas; les ordena una limpieza general tanta material como espiritual » Quitad los dioses ajenos que hay entre vosotros y limpiaos, y mudad vuestros vestidos». Génesis 35:2.
No cabe duda de que la fe de Jacob fue fortalecida por el cuidado de Dios, la providencia siempre vela por nuestra salvación y provoca el arrepentimiento, Jacob sabe que Dios le ha hecho participe de su gracia, y a través de la palabra, Dios le enseña a caminar en sus promesas, ni tardo ni perezoso alista a su gente para subir a Bet-el como Dios se lo ordenó.
Dios no tan solo levanta de la muerte a la vida, sino que también libera a Jacob del escarnio que sufre por culpa de sus hijos y al mismo tiempo le recuerda y da seguridad al mandarle subir a Bet-el, dónde el mismo Dios lo liberó de la muerte a manos de su hermano, exhortándolo a la gratitud. El Señor demuestra que es amable y protector con los fieles que Él ha escogido. Jacob obedece con prontitud y convoca a su gente a seguirlo y a purificarse dejando atrás cualquier creencia pagana, dejando todo aquello que impide, distrae y aleja de Dios, ¿Cuántas cosas tendremos que soltar nosotros que nos distancian de nuestro Padre? Reflexionemos y veamos desde el interior de nuestro ser y de nuestra vida todo lo que nos aleja del gozo de su presencia.
Jacob ha caído en una negligencia al permitir que su familia adore a dioses ajenos, como él bien les dice, cae en una complicidad con su esposa Raquel recordando que es ella quién roba estos ídolos a su padre, ha flaqueado como cabeza de familia y heredero de Dios, maneja bien el concepto de dioses falsos porque tiene el conocimiento del Dios verdadero y sabe distinguir, por lo que se hace acreedor a castigo divino, más vemos la misericordia de Dios, su gracia inmerecida que a nosotros también se nos ha dado por su misericordia.
Jacob ordena a su gente limpiaos y mudad vuestros vestidos.
Esto es una manifestación externa, quiere que se haga notoria, para que se testifique del cambio interno de sus corazones y que los idólatras aprendieran cuan grande fue su maldad, pero aún mayor la misericordia de su Señor, pues conocían al Dios verdadero por su palabra, sus promesas y cuidados cumplidos.
«Así dieron a Jacob todos los dioses ajenos que habían en poder de ellos, … y Jacob los escondió debajo de una encina que estaba junto a Siquem» Génesis 35:4
Entre paréntesis y aunque Moisés, el escritor de la narrativa de esta historia, no explica porque Jacob no destruyó los ídolos es de pensar que debemos hacerlo nosotros, los creyentes, destruir, quemar, sacar de raíz todo idolatría de nuestra vida.
Y dice la palabra de Dios «Y salieron, y el terror de Dios estuvo sobre las ciudades… y no persiguieron a los hijos de Jacob.» Génesis 35:5
De nuevo vemos la providencia de Dios, ninguno de los pueblos agraviados por los hijos de Jacob se fueron contra ellos y salieron con libertad a Bet-el pues el Señor había actuado a favor de su familia y fue así como «llegó Jacob a Luz, que está en tierra de Canaán ( está es Bet-el) él y todo el pueblo que con él estaba.
Y edifico allí un altar, y llamó al lugar El-bet-el, porque allí le había aparecido Dios, cuando huia de su hermano. Gn 35: 7
Todo creyente debe saber hoy que no se necesita un altar para adorar a Dios, pues a Él se le adora con la mente y el corazón, pero en aquélla época era necesario para que quedara como testimonios quien era el único Dios, el Dios verdadero, siendo esto una manifestación y profesión de fe para que los demás notarán que no adoraban dioses sino al único y verdadero Dios. Debemos de edificar el altar para nuestro Padre desde los cimientos con su palabra y Jacob nos da la muestra dándole el nombre de Bet-el, una manera sencilla pero profunda de tomar en cuenta primeramente al Creador y darle el tributo que solo a Él se le da. Dios nos habla de una manera sencilla y nos comunica lo necesario para edificarnos en su palabra
Juan Calvino dice que: «Él desciende a nosotros para levantarnos a Él mismo.» ;Jacob no es la excepción y le pone al altar por nombre Bet-el «Casa de Dios»
Otro nombre no podía ser. Hagamos nuestro altar donde quiera que nos encontremos con nuestra mente y corazón para dar testimonio de que nuestro Dios es el único y verdadero, y que hace maravillas en nuestra vidas.

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