
Compañerismo
El ser humano fue creado como ser social. Aun los filósofos griegos sabían esto fueron sabios y astutos y sin saber que era creación, estudiaban la creación para entenderla y todo lo que en ella hay. Lo más notable en toda esta creación era el ser humano y el hecho de que este pudiera meditar en sí mismo, para saber lo que era y por qué existía. Una de las conclusiones que sacaron de su investigación y análisis es que el ser humano es un ser social, que vive con, y para con los otros. Eso es, un ingrediente especial del ser humano es el compañerismo.
Moisés, quién vivió y escribió mil años antes de estos filósofos, escribió la historia de la creación, pero la creación como creación, es decir, una hechura de Dios, plasmada materialmente por el poder de su Palabra. Moisés escribió por revelación de Dios, ya que la creación tuvo lugar miles de años antes y solamente Dios se acordaba de ello. Dios le dijo lo que tenía que escribir, y así Moisés escribió acerca de la creación. Dentro del relato de la creación se habla del ser humano, que parece ser el punto principal de la creación. Todo lo demás de la creación –el sol, las estrellas, la luna, los mares, los animales, las montañas, los monstros marinos y los pajaritos – es como el contexto del ser humano. Ahí, en este cosmos, está insertado el ser humano.
Dentro de este relato, otro muy interesante capta nuestra atención. Está dado con detalle imaginativo, es decir, con detalles que estimula nuestra imaginación y así amplia nuestro entendimiento. Es el relato de la creación del ser humano. (No es un “sub-relato” como si fuera meramente una parte de un relato más grande, sino es el meollo de todo el relato de la creación.) Primeramente dice que “creo Dios el hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hombre los creo”. Eso es el dato principal, es la verdad fundamental del ser humano.
Luego, como diez versículos más tarde, no escuetos de la historia del hombre y los nombres de los animales. Pues, el ejercicio de esta tarea instruyó al ser humano, ya que era un análisis detallado de un aspecto de la creación (la primera actividad verdaderamente científica de ser humano). La lección, la conclusión, como resultado de su investigación, fue más o menos negativo. Aprendemos que no podía tener compañerismo con toda esta inmensa variedad de criaturas (y si hubiera agregado los peces y las aves, el resultado habría sido el mismo).
Luego Moisés nos cuenta otro aspecto de esta historia. Dios dio sueño a Adán y mientras dormía le extirpó la mujer (que había estado allá todo el tiempo) y se la presentó a Adán, que de inmediato la reconoció como si mismo. “Hueso de mis huesos” dijo y “carne de mi carne”. Luego, el ser humano, varón y varona, supo qué es el compañerismo Dios lo había dicho antes “no está bien que el hombre esté solo”. La sociedad, el compañerismo, empieza con el matrimonio.
El compañerismo es un elemento esencial en el matrimonio. Podemos decir que es el elemento esencial. Podemos decir que la reproducción no es el elemento esencial. Podemos decir que la reproducción no es lo primordial en el matrimonio. Los hijos son una bendición “de pilón”. Son una tremenda bendición de Dios, y como con todas las bendiciones, tenemos que dar gracias a Dios. Pero según el relato bíblico, la esencia, e meollo, lo principal del matrimonio es el compañerismo. El resto de la Biblia confirma esta verdad.
Por eso, por el compañerismo, “dejará el hombre a su padre y su madre, y se unirá con su mujer, y serán una sola carne. Tendrán la experiencia de pareja”, que es el compañerismo.
Editorial Publicado 26 de abril de 2009, en el boletín Buen Oleo, Iglesia Nacional Presbiteriana