El pan nuestro

El pan ha sido el alimento principal del hombre, incluso es sinónimo de alimento, su nombre viene de la palabra latina “panis” y significa masa de harina cocida en horno. Los historiadores ponen al pan como el alimento principal de la humanidad desde la antigüedad hasta la edad media, y a partir de allí la dieta humana se fue diversificando, hasta convertirse en nuestros días en solo un elemento más dentro de la variedad de alimentos. Por eso hoy es para algunos un complemento, un acompañamiento de la comida.

Su origen lo explican más por causas fortuitas que por un acto de la voluntad del hombre. Dicen los historiadores que tal vez una mezcla de granos aplastados se combinó con agua y casualmente se cocinó cerca de una fuente de calor. Pero la Biblia habla acerca del pan de otra manera.

La primera vez que parece citado el pan en la Biblia es en Gen. 3:19 “Con el sudor de tu rostro comerás el pan hasta que vuelvas a la tierra, porque de ella fuiste tomado; pues polvo eres, y al polvo volverás”. Está citado dentro de las consecuencias del pecado original cometido por Adán y Eva. El pecado transformó la relación de Dios con el hombre (muerte), y como consecuencia también modificó la relación del hombre con su pareja (enseñoramiento – sumisión), y la relación del hombre con la creación (deterioro de la producción de alimentos). Aquí la referencia al “pan” se entiende como un sinónimo de comida, ésta proviene de la creación (tierra, agua, germinación de granos, etc.) y del trabajo del hombre (labranza, cosecha, molienda, cocción).

Para entender mejor la producción de alimentos (pan) debemos referimos al proceso productivo que proviene de Dios, es Él quien “produce” el huerto del Edén:

“Y Jehová Dios plantó un huerto en Edén, al oriente: y puso allí al hombre que había formado. Y Jehová Dios hizo nacer de la tierra todo árbol “delicioso a la vista, y bueno para comer”, también el árbol de la vida en medio del hurto, y el árbol de la ciencia del bien y del mal” (Gn.2:8-9). 

Aquí me gustaría resaltar “delicioso a la vista y bueno para comer”. ¡No es hermosos ver en un supermercado o en unos tianguis todo lo que Dios hizo para el hombre!, cualquier cantidad de frutos, verduras, granos…Dios se deleitó al hacerlos y nosotros nos deleitamos a verlos y comerlos.

Dios produjo el alimento para sustentar su creación en especial al hombre, y le dio a Adán un trabajo muy específico:

“Tomó, pues Jehová Dios al hombre, y lo puso en el huerto de Edén, para que lo labrara y lo guardase. Y mandó Jehová Dios al hombre, diciendo: De todo árbol del huerto podrás comer” (Gen. 2:15-16). 

Para que “lo labrara y lo guarde”, este es el trabajo del mayordomo, labrar y guardar, y después gozar del fruto.

Dios enseñó al hombre a labrar y cuidar, y le dio la capacidad de disfrutar el pan. Por eso el pan es nuestro, porque Dios lo hizo para nosotros. No es nuestro porque nosotros lo producimos, es nuestro porque Él nos lo da.

Y el que da semilla al que siembra y pan al que come, proveerá y multiplicará vuestra sementera, y aumentará los frutos de vuestra justicia 2 Corintios 9:10

Boletín Buen Óleo, Iglesia Nacional Presbiteriana 16 de agosto de 2009.

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