SUEÑOS Y VISIONES
Martin Luther King, cuando estuvo en la cárcel, escribió un ensayo que más tarde fue dado como un discurso. Fue filmado y presentado muchas veces. El título de este ensayo/discurso fue “Tengo un Sueño”. Al escribirlo el sueño llegó a ser una visión.
Los sueños son irreales, son ficciones pasajeras, a veces los sueños son tan pasajeros que se desvanezcan cuando el soñador se despierta. A veces, después de despertase, se vuelve a dormir y soñar y a soñar el mismo sueño. Esto nos llama la atención y puede ser el tema de conversación; provoca curiosidad y algunas personas, con tendencias supersticiosas, lo toman como una experiencia mística. Pero, lo más usual es que los releguen al olvido, que es el lugar propio de los sueños.
Sin embargo, a veces tomamos los sueños en serio. Por ejemplo, a veces decimos que hemos tenido un sueño desde niño y el realizarlo en la realidad ha llegado a ser una meta en nuestra vida. Algunos jóvenes jóvenes han tenido el sueño de ser médicos, maestros, artistas o escritores, otros, de ser unos atletas o un artistas. Y muchos lo logran.
Aunque llenamos las dos experiencias “sueños”, la verdad es que en el segundo caso el sueño ha llegado a ser una verdadera visión. La visión es más específica y más concreta que el sueño, aunque en esencia los dos son iguales.
Martin Luther King de veras tuvo un sueño, pero al pensar en ello, al escribirlo, lo convirtió en visión, y como visión logró comunicarlo a otros. El sueño era el de un mundo en el que el color de la piel, o las etnias de origen, ni ningún otro accidente de su nacimiento pudiera manchar la dignidad de una persona humana. Y estos “accidentes”, todos los tenemos: el color de la piel o del pelo, masculino o femenino, americano, indígena o europeo, etc. De esto soñaba en la, cárcel, donde estaba precisamente porque causaba estorbos sociales al insistir en estos “derechos humanos” real, fuera del mundo de ficción, o de puros sueños, ya tenía una visión. Ya pensaba en una niña que no podía sentarse en ciertas secciones del autobús o en el cine, en su visión veía el mundo donde la niña podía escoger cualquier asiento en el autobús, y en el cine usar el mismo baño que todas las otras niñas. Su visión era de un ser humano que no tuviera que formar cola en otro lugar para pedir trabajo en una empresa. Su seño ya tenía detalles concretos y podía imaginar como algo real lo que soñaba, pero que lo poda hacer en realidad. Ya era su visión.
Nosotros soñamos así acerca de nuestra iglesia. A veces pensamos que nuestros sueños no son realizables y, por eso mejor no soñarlos. Soñar con una iglesia que muestra el amor de Cristo, sí, pero que no quede en sueños. Qué se haga visón el soñar en una iglesia en que todos lean la Biblia, sí, pero que sea nuestra visión, en que veamos a Pedro, Juan, Carlos, Sergio, y Francisco y sus amigos que pasen adelante a recibir su Biblia nueva por haber leído la Santa Biblia entera en un año. Y junto con ellos, a María, Anita Ester, Rosa y Margarita. Soñamos de las nuevas personas que vayan llegando a la iglesia, pero convertíos el sueño en visión, poniendo nombres y caras a estas personas y colocándonos a nosotros mismos en la visión también, saludándoles. Tenemos que convertir nuestros seños en visión.
NOTA: Ante este prolongado aislamiento transformemos nuestro sueño, en la visión de volver a congregarnos en nuestro templo, en que podamos saludarnos y sonreír, darnos la mano, abrazarnos, en que regresen los momentos fraternales , la Noche de Villancicos, pero sobre todo la fraternidad y las muestras presenciales de amor cotidianas
Boletín Buen Óleo, Iglesia Nacional Presbiteriana Berith – 14 de junio de 2009.