PIEDAD E IMPIEDAD

Por supuesto todos sabemos de piedad, solamente a veces tenemos problemas para explicarlo. Casi siempre cuando hablamos de piedad e impiedad pensamos en actos concretos. La impiedad es cuando se hace esto o lo otro, mientras que la piedad es otra serie de actos. Casi siempre identificamos la piedad y la impiedad con el comportamiento y con las actividades nuestras en ciertas situaciones.

Las personas que muestran grandes necesidades que están en extrema pobreza se nos dirigen identificando la piedad con misericordia, y nos piden una “por piedad”. Entonces, en estas situaciones, los más piadosos serían los más piadosos. Identificamos la piedad también con otros actos como prender velas, pasar horas de rodillas, levantarse temprano para ir a misa o aun leer la Biblia. En nuestra cultura hay muchas maneras para describir la piedad, sin decir realmente lo que es.

Lo mismo pasa con la impiedad. Pensamos de la impiedad es términos de acciones, actividades y comportamientos. Cuando describimos la impiedad hablamos del uso de lenguaje obsceno e inculto, profanidad, falta de respeto, maltrato de niños, deshonestidad, falta de reverencia placer en le maldad, burla de cosas socialmente importantes o del pudor. Nuestras imaginaciones pueden producir muchos ejemplos impiedad, muchos de ellos nacidos de la exigencia y la observación. En nuestra cultura es posible que haya más maneras para describir la impiedad que de la piedad, sin embargo, no se dice lo que realmente es.

La Biblia también habla de la piedad y la impiedad, sobre todo en el libro de los Salmos. Muchas veces en lugar de usar la palabra piedad, o “pio” se emplean otras palabras, como el “justo”, el “recto” o el “santo” en estas traducciones de la Biblia, pero esto es asunto de los traductores, especialmente en español no querían usar la palabra “pío”. La palabra “impío”, sin embrago se emplea con más frecuencia.

En los Salmos sobre todo, la palabra “impío” es el que no toma a Dios en cuenta en su pensamiento, en su planeación, en su sistema de valores o en sus normas morales. No toma en cuenta a Dios para nada. Piensa y actúa como si Dios no existiera. Muchas personas que captamos como buena gente, porque los júzganos por las listas de actividades que usamos para describir la piedad y la impiedad, realmente son profundamente impías ya que no toman en cuenta a Dios en su pensamiento. Hasta hay ateos en esta agrupación.

Por otro lado, hay algunos que son píos de tempo parcial (como si fuese posible) y piensan en áreas de neutralidad, donde uno no es impío ni pío. Viven su piedad (es decir, toman en cuenta a Dios) solamente en ciertos momentos y lugares. Es como si se pudieran ser justo o recto en la mañana pero no en la tarde; o viceversa. Algunos hay que marcan lugares y tiempos en que practican la piedad, pero que piensan que en los otros momentos no son impíos, aunque no tomen en cuenta a Dios. Se equivocan.

El pío, aunque peca, siempre toma en cuenta a Dios, pues sabe que peca contra Dios. Su conciencia le informa. Se arrepiente, confiesa y recibe el perdón, y esto si es tomar en cuenta a Dios. El pío entonces es el que mucho se arrepiente.

Boletín Buen Óleo, Iglesia Nacional Presbiteriana Berith – 15 de noviembre de 2009.

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