Sociedad Femenil Lidia – 13 de octubre, 2021


Audio de la Reflexión por Pbro. Pedro Arcos Sánchez

Creciendo en santidad

Hace 8 días iniciamos definiendo primero ¿Qué es la santificación?

Después hablamos:  La santificación, es el resultado de la justificación y la salvación que Dios nos da a través de su hijo Jesucristo, y llegamos hasta el punto, avanzando hacia la meta.

Avanzando hacia la meta
Recordemos nuestro propósito.

Quien nos salvó y nos llamó con llamamiento santo, no conforme a nuestras obras, sino según el propósito suyo y la gracia que nos fue dada en Cristo Jesús antes de los tiempos de los siglos2 Timoteo 1:9

Si nosotros como cristianos queremos sentir una mayor semejanza a Cristo, es necesario planear el crecimiento de una forma pensado. Si queremos crecer en santidad, hemos de empezar con nuestro Hacedor, Diseñador y Sustentador. Cuando conocemos nuestro destino da sentido a cada tramo de nuestro viaje. Si queremos crecer en santidad tenemos el modelo que es Cristo Jesús.

Cuando el señor Jesús llevo a cabo la redención fue todo planeado. El planeó redimir al mundo incluso antes de que este existiera. Prometió “vida eterna” a sus propios hijos “antes del principio de los siglos” Tito 1:2. Por otra parte, “quien nos salvó y llamó con llamamiento santo, no conforme a nuestras obras, sino según el propósito suyo y la gracia que nos fue dada en Cristo Jesús antes de los tiempos de los siglos” 2 Timoteo 1:9. Esto significa que, desde toda la eternidad, Dios sabia que iba a fallar el hombre, pero también iba a redimir a su pueblo. Su propósito es que toda la creación avance hacia la gloria del Creador. Y esa gloria se ve de un modo maravilloso en su obra de redención.

­Como seres humanos nos llega a la mente ¿cómo creó Dios el mundo?  Y, ¿por qué lo hizo, como lo hizo? Cuando leemos el relato de la creación en Genesis 1-2, observamos que existe un tipo de movimiento en grado en su estructura. Que cada día hay un progreso diferente.

Ahora bien, ¿qué ocurre el séptimo día? En Genesis 2:1-3 leemos “Fueron, pues, acabados los cielos y la tierra, y todo el ejército de ellos. Y acabo Dios en el séptimo la obra que hizo; y reposó el día séptimo de toda la obra que hizo. Y bendijo Dios al día séptimo, y lo santificó, porque en él reposó de toda la obra que había hecho en la creación “.

Observamos dos cosas. Primero, Dios descanso el séptimo día. Segundo, Dios santificó, aparto o consagró el séptimo día. Eso significa que Dios escogió un día y lo apartó de los demás. Desde entonces, la vida de la raza humana ha seguido el patrón de siete días. ¿Por qué lo estructuró Dios de esta forma?

Por supuesto, existe un propósito para la humanidad, para el ganado y para toda la tierra. El ser humano tiene ahora la oportunidad de descansar del trabajo. Sin embargo, el séptimo día no solo fue apartado para descansar de su trabajo. Es para que el pueblo se reúna con el propósito de alabar a Dios en su majestad y santidad.

Como enseña Hebreos 12:23 “a la congregación de los primogénitos que están inscritos en los cielos, a Dios el Juez de todos, a los espíritus de los justos hechos perfectos” Cristo está estableciendo su reino, y un día su pueblo entrará en ese reposo. Vamos a entrar en ese estado de la glorificación. El pecado será eliminado en nosotros, y seremos hechos completamente santos.

Cuando decimos nosotros ¿Ser hecho a su semejanza significa que Dios tiene cuerpo, dos piernas, dos brazos, dos ojos, etc.? No, de ninguna manera. No somos la imagen física de Dios. Si leemos con cuidado el A.T., vemos que el propósito de la vida humana es replicar y reflejar el carácter mismo de Dios.   

Dios es santo, y debemos esparcir esa santidad para que toda esta obra de crecimiento en santificación sea un desarrollo en santidad. Fuimos hechos para glorificar a Dios y dar testimonio a todo el cosmos sobre su carácter. Él exige a su pueblo “sed santos, porque yo soy santo” (1 Pedro 1:16, que cita Levítico 11:44-45).

Planear el crecimiento 

Muchas personas se ha acostumbra hacer esta pregunta: “¿Cómo sé cuál es la voluntad de Dios para mi vida? Es una interrogante pregunta. “Deberíamos preocuparnos más por la voluntad suprema de Dios para nuestras vidas, porque las Escrituras nos señalan que nuestra santificación-nuestro progreso en santidad y pureza-es lo que Él quiere para nosotros” “pues la voluntad de Dios es vuestra santificación; que os apartéis de fornicación” 1 Tes 4:3.

Casi al final de su vida, el apóstol Pablo le escribió a su hijo en la fe Timoteo. “He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe” (2 Tim 4:7). Sabia que estaba a punto de llegar a su meta.

Ahora bien, el concepto mismo de la línea de llegada usa este término “meta”. Muchos negocios y organizaciones redactan cuidadosas declaraciones de objetivos para establecer el porqué de su existencia.

Sabemos que existe un sentido real en el que no se pueden medir las metas espirituales.

Por otra parte, podemos aprender ciertas cosas de la práctica de establecer metas. Podemos preguntar: “si mi propósito es ser santificado, si mi propósito es crecer hasta la completa madurez de la imagen de Cristo a la que estoy llamado, ¿Cuáles son, pues, los objetivos que Dios ha señalado para su pueblo? ¿Qué me ha proporcionado Él para avanzar en mi crecimiento espiritual?

Hablamos mucho de los medios de gracia y de cómo podemos crecer en el Señor mediante un uso diligente de los mismos. Por ejemplo, la Biblia es un medio central de gracia y, por tanto, uno de mis objetivos como cristianos es aprender las Escrituras.

Otro medio vital de gracia es la oración. Sé que mi desarrollo espiritual se limitará de manera radical si mi vida de oración es débil, de manera que uno de mis objetivos es ser más ferviente y activo en la oración para crecer espiritualmente. Es necesario que nos involucremos en la adoración en la iglesia el domingo.

Estos son diversos medios de gracia, y podemos establecerlos como objetivos en la vida cristiana. Pero ¿Cómo traducimos tales valores en metas específicas, concretas?

Propongamos conocer mejor la Biblia. Podemos entrar en alguna clase de programa de estudio formal. Integrémonos a un grupo de estudio bíblico. El grupo de estudio nos hace responsable de estudiar más las Escrituras.

De la misma manera, si queremos orar, debemos unirnos a un grupo que se reúna con regularidad para la oración y el estímulo. “Considerémonos unos a otros para estimularnos al amor y a las buenas obras, no dejando de congregarnos, como algunos tiene por costumbre, sino exhortándonos; tanto más, cuando veis que aquel dia se acerca” Hebreos 10:24-25. La asistencia a la iglesia es vital para que los creyentes crezcan en su santificación.

Ser como Cristo: El objetivo de todo crecimiento espiritual

Si planeamos caminar como discípulos de Cristo, debemos despertar y avanzar en la dirección de la acción. Para que se produzca el crecimiento espiritual debe haber esfuerzo. Tiene que haber disciplina. Tiene que existir una disposición a pagar el precio de vencer toda clase de adversidad y obstáculos en una lucha muy real. Sin embargo, tener una meta por delante nos indica, al menos, en qué dirección enfocar nuestras energías en la lucha. Las personas pueden ser decididas y fervientes; pero, si no avanzan en el sentido correcto, es poco probable que no llegamos a nuestra meta.

¿Cuál es el propósito de la vida cristiana? Recordemos como nos explica el libro de Genesis 1-2.  En lugar de considerar el sexto día y la creación, seria más exacto ver el séptimo día-cuando Dios bendijo toda su obra y descansó-como el pináculo más alto. Y esto significa que, así como “Dios bendijo…al séptimo día y lo santificó” (Génesis 2:3), también creó y consagró a las personas para que fueran santas. La humanidad no creó a Dios; fue a la inversa. Dios no existe para la humanidad, sino que la humanidad existe para Dios.

Así, la Biblia nos enseña que cometemos idolatria cuando moldeamos a Dios a la imagen de la humanidad. Eso es idolatria: adorar a la creación como si fuera Dios. El mayor problema es nuestra teología hoy es que Dios ha sido creado a la imagen humana. Por eso afirmamos antes que las personas han sido creadas con la capacidad única de reflejar y replicar el carácter divino.

Esto significa que nosotros, como ser humano, hemos sido constituido así, hecho así, dotado así por nuestro Creador con ciertas facultades para que, de ese modo, tengamos la capacidad en la creación de reflejar o replicar la santidad de Dios. Pero Él es santo en y de por si, y nos ha llamado como creación suya para que demos testimonio de Él, para reflejar su carácter mismo al resto del mundo.

El objetivo de nuestras vidas es ser conformados a la imagen de Cristo: cumplir el propósito original para el cual fuimos creados, a saber, reflejar el carácter mismo de Dios ante el mundo que nos rodea. La primera pregunta del Catecismo Menor de Westminster: “¿Cuál es el principal del hombre?  “El fin principal del hombre es glorificar a Dios y disfrutar de Él para siempre”.

Fuimos creados con este propósito concreto: glorificar al Creador del universo. Fuimos hechos para la santidad.


Acceso a Reunión Virtual Zoom de hoy (5:30 pm):

Unirse a la reunión Zoom

ID de reunión: 88024930543
Código de acceso: 582319

Comparte con tus amigos