Aprobados por Dios – 1 Tesalonicenses 2:3-13

Meditación sobre 1 Tesalonicenses 2:3-13 por el A.I. Nelson Daniel Miranda Giles
Iglesia Nacional Presbiteriana Berith
Cd. de México

Transcripción…

CDMX, viernes 3 de diciembre de 2021

Hemos escuchado que cuando se va a juzgar a una persona por algún hecho, se trata de conocer lo que sucedió realmente, por ello se buscan personas que conozcan los sucesos, que sean confiables, para tener la seguridad de que lo que dicen es verdadero.

En la biblia en 1ª de Pedro 2 :12 dice:

12 manteniendo buena vuestra manera de vivir entre los gentiles; para que en lo que murmuran de vosotros como de malhechores, glorifiquen a Dios en el día de la visitación, al considerar vuestras buenas obras.

El Apóstol Pedro nos pide que nuestro comportamiento, nuestra conducta sea irreprensible, para que las personas tengan la seguridad de que lo que les decimos es verdad y nuestro testimonio es verdadero.

En los versículos 3 al 5 del pasaje en 1ª de Tesalonicenses 2 dice:

3 Porque nuestra exhortación no procedió de error ni de impureza, ni fue por engaño,
4 sino que según fuimos aprobados por Dios para que se nos confiase el evangelio, así hablamos; no como para agradar a los hombres, sino a Dios, que prueba nuestros corazones.
5 Porque nunca usamos de palabras lisonjeras, como sabéis, ni encubrimos avaricia; Dios es testigo;

El Apóstol Pablo aquí menciona claramente que fueron aprobados por Dios para llevar las buenas nuevas de salvación. Explica que la predicación del evangelio a los Tesalonicenses fue con el propósito de que conocieran que Jesucristo es el hijo de Dios, nuestro salvador, sin otra intención oculta, como muchos falsos maestros codiciosos solían hacerlo en aquel tiempo.

Pablo mostro el evangelio honestamente, sin esconder nada y sin palabras lisonjeras, lo mostro tal cual lo recibió, Sin tratar de hacerlo atractivo a los oyentes, ni agregar nada. Porque esa era la voluntad de Dios que prueba los corazones de los hombres.

En tiempos del Imperio Romano había muchas religiones que competían, y muchos maestros de esas religiones eran motivados por la avaricia y las posibles ganancias, codician los honores, la fama y la posición social, como sucede en nuestros días.

Algunos comentaristas bíblicos como Neil y Morris, mencionan que en todas las épocas han existido profetas o santos, pero en el tiempo de los primeros cristianos dicen:

“Probablemente nunca ha habido tanta variedad de cultos religiosos y sistemas filosóficos. ‘Hombres santos’ de todos los credos y países, filósofos populares, magos, astrólogos, chiflados, y maniáticos; empujados y aclamados por tener la atención de las personas o de los creyentes y de los escépticos.”

En los versículos 6 y 7 del pasaje leemos:

6 ni buscamos gloria de los hombres; ni de vosotros, ni de otros, aunque podíamos seros carga como apóstoles de Cristo.
7 Antes fuimos tiernos entre vosotros, como la nodriza que cuida con ternura a sus propios hijos.

El Apóstol Pablo no trato de obtener reconocimiento, sino que el mensaje de Cristo fuera conocido y reconocido por los Tesalonicenses, esto era lo importante.

Podemos ver a través de su humilde comportamiento como debe ser un predicador de la palabra, un testigo honesto de Cristo, sin buscar un beneficio propio, la fuerza del Apóstol Pablo para predicar la palabra, venia de su relación personal con su salvador, Él no busco adular o agradar a las personas, sino presentaba claramente el evangelio pues todo lo que hacía era para la gloria de Dios.

Él también se preocupa por cuidar de los hermanos como un padre o una nodriza, se preocupa por dar el alimento espiritual a sus hijos en la fe.

En los versículos 8 y 9 del pasaje leemos:

8 Tan grande es nuestro afecto por vosotros, que hubiéramos querido entregaros no sólo el evangelio de Dios, sino también nuestras propias vidas; porque habéis llegado a sernos muy queridos.
9 Porque os acordáis, hermanos, de nuestro trabajo y fatiga; cómo trabajando de noche y de día, para no ser gravosos a ninguno de vosotros, os predicamos el evangelio de Dios.

Si recordamos el Ministerio del Apóstol Pablo en Tesalónica duro tres días de reposo, tres sábados. En los que trabajo de sol a sol, enseñando y organizando la iglesia.

Cuando hubo revuelta en la ciudad, él estuvo hasta el final decidido a entregar su propia vida por el ministerio que tenía encomendado.

La predicación del Apóstol Pablo era efectiva porque no solo entregaba el evangelio, sino también su propia vida y lo hacía de corazón y además con amor hacia los hermanos.

En los versículos del 10 al 12 del pasaje dice:

10 Vosotros sois testigos, y Dios también, de cuán santa, justa e irreprensiblemente nos comportamos con vosotros los creyentes;
11 así como también sabéis de qué modo, como el padre a sus hijos, exhortábamos y consolábamos a cada uno de vosotros,
12 y os encargábamos que anduvieseis como es digno de Dios, que os llamó a su reino y gloria.
La predicación de la palabra de Dios solo busca que los pecadores puedan ser llevados a los pies de Cristo, para que por medio de la fe sean transformados en nuevas personas.

El Apóstol con sinceridad y humildad evitaba el halago y la codicia. Predicaba sin ambición y sin buscar un reconocimiento propios o vanagloria.

El apóstol nos relata que el evangelio de Cristo encontró primero mucha resistencia y fue predicado con esfuerzo y en contra de la oposición y esto sucede aun en nuestros días.
Los cristianos Tesalonicenses y también nosotros hemos sido llamados a formar parte del Reino de Dios por su gracia por la fe en Cristo.

Debemos tener en cuenta que estamos constantemente en presencia de nuestro Dios en todo momento, por lo que debemos comportarnos dignamente como escogidos de Dios.

En el versículo 13 del pasaje leemos:

13 Por lo cual también nosotros sin cesar damos gracias a Dios, de que cuando recibisteis la palabra de Dios que oísteis de nosotros, la recibisteis no como palabra de hombres, sino según es en verdad, la palabra de Dios, la cual actúa en vosotros los creyentes.

Las palabras de los hombres son poco confiables, son perecederas, como ellos mismos o como nosotros mismos, y a veces, son engañosas, falsas, necias y triviales, pero la palabra de Dios es santa, sabia, justa y fiel.

Recibir la palabra de Dios y llevarla a la práctica en nuestra vida diaria hace que su santidad, sabiduría, bondad y amor se vea reflejada a todas las personas que nos rodean.

Hermanos que nuestro testimonio sea como el del Apóstol Pablo, que demuestre que somos aprobados por nuestro Dios, y que nuestro señor Jesucristo es el que gobierna nuestros corazones.

A. I. Nelson Daniel Miranda Giles

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