La promesa de Dios – Génesis 12:1–3 y Gálatas 3:6-9, 14-16
Meditación sobre Génesis 12:1–3 y Gálatas 3:6-9, 14-16 por el A.I. Nelson Daniel Miranda Giles
Iglesia Nacional Presbiteriana Berith
Cd. de México
Transcripción…
CDMX, viernes 10 de diciembre de 2021
En ocasiones decimos en nuestro trabajo o seres queridos que haremos ciertos trabajos, tareas o llegaremos a tiempo, que estén seguros que cumpliremos con la palabra empeñada, pero en cuantas ocasiones estas promesas no llegan a cumplirse, a veces olvidamos el asunto o simplemente no lo consideramos importante.
En nuestra biblia en Números 23: 19 encontramos estas palabras:
19 Dios no es hombre, para que mienta,
Ni hijo de hombre para que se arrepienta.
Él dijo, ¿y no hará?
Habló, ¿y no lo ejecutará?
Balaam fue llamado por Balac para maldecir al pueblo de Israel, pero en este versículo Balaam reconoce él solo hablara lo que Dios ponga en su boca, y le explica a Balac porque él bendijo al pueblo de Israel y no realizo la maldición.
En el libro de génesis se nos describen cuatro grandes acontecimientos: la Creación, la caída del hombre, el Diluvio y la Torre de Babel. En todos estos eventos tan significativos Dios ha estado tratando con la raza humana en su totalidad.
Pero al llegar al capítulo 12 en donde está nuestro pasaje, podemos ver que Dios comienza a tratar personalmente con los hombres. Primero fue Abraham y después sus hijos; Isaac, Jacob y José. Su propósito fue y sigue siendo el traer bendición a todos los hombres.
En los versículos del 1 al 3 de nuestro pasaje en Génesis 12 dice:
1 Pero Jehová había dicho a Abram: Vete de tu tierra y de tu parentela, y de la casa de tu padre, a la tierra que te mostraré.
2 Y haré de ti una nación grande, y te bendeciré, y engrandeceré tu nombre, y serás bendición.
3 Bendeciré a los que te bendijeren, y a los que te maldijeren maldeciré; y serán benditas en ti todas las familias de la tierra.
Dios le dice a Abram “Vete de tu tierra y de tu parentela, y de la casa de tu padre, a la tierra que te mostraré,” le está diciendo a Abram que deje todo, la seguridad de su familia de la que ha dependido toda su vida por 75 años y que confíe en que Dios le proveerá en el futuro. Esto hermanos para muchos de nosotros es como un salto a lo desconocido.
Le dice a Abram vas a ir a donde yo te diré, pero no nombra el lugar no le dice el destino a donde va a ir. Dios le pide Abram que confié que tenga fe en que Él lo guardará y proveerá.
Para ser una gran nación, Abram necesita tener personas y la tierra que habitaran. Que en ese momento no existe, no tiene ninguno de los dos, y ni él ni su esposa Saraí esta en la edad normal para tener hijos.
Sin embargo, Abram le creyó a Dios y tuvo fe.
La primera promesa de Dios es una bendición para Abram, hay otras tres bendiciones incluyen otras personas:
En el versículo 2 dice que Dios hará el nombre de Abram grande para que él sea bendición para otros. En el versículo 3 dice que los que bendicen a Abram serán benditos Y en Abram todas las familias de la tierra serán benditas.
En los versículos 6 al 9 nuestro pasaje leemos:
6 Así Abraham creyó a Dios, y le fue contado por justicia.
7 Sabed, por tanto, que los que son de fe, estos son hijos de Abraham.
8 Y la Escritura, previendo que Dios había de justificar por la fe a los gentiles, dio de antemano la buena nueva a Abraham, diciendo: En ti serán benditas todas las naciones.
9 De modo que los de la fe son bendecidos con el creyente Abraham.
En este pasaje de Gálatas El Apóstol Pablo en estos versículos nos muestra que la justicia le fue contada a Abraham porque creyó a Dios.
No fue porque realizó alguna obra o porque fuera muy bueno o estuviera circuncidado, porque el pacto de la circuncisión aún no se había dado. Solo fue por la gracia de Dios.
Hermanos nadie, ninguno de nosotros como humanos puede ser lo suficientemente bueno para lograr ser justificados, debemos hacer exactamente lo que hizo Abraham para lograr la justicia ante Dios, debemos creer, hacer nuestras las promesas de nuestro Dios como Abraham tuvo fe, creyó en Dios y le fue contado por justicia.
En los versículos 14 al 16 nuestro pasaje de Gálatas 3: leemos:
14 para que en Cristo Jesús la bendición de Abraham alcanzase a los gentiles, a fin de que por la fe recibiésemos la promesa del Espíritu.
15 Hermanos, hablo en términos humanos: Un pacto, aunque sea de hombre, una vez ratificado, nadie lo invalida, ni le añade.
16 Ahora bien, a Abraham fueron hechas las promesas, y a su simiente. No dice: Y a las simientes, como si hablase de muchos, sino como de uno: Y a tu simiente, la cual es Cristo.
Dios es el que hace estas promesas y Abram es el que recibe. No hay un sentido de intercambio equilibrado o que Abram pudiera hacer algo. Las promesas de Dios son amplias y generosas. A cambio, Dios solo requiere que Abram obedezca su orden de irse.
El Apóstol Pablo nos explica que, si los seres humanos se sienten obligados a respetar esas reglas o pactos, guiados por un sentimiento de justicia, mucho más podemos esperar de las promesas de nuestro Dios.
El don de Dios a Abraham fue la dádiva gratuita de la gracia. La palabra también está en tiempo perfecto, mostrando que el regalo es permanente.
Hermanos, la fe de Abraham muestra que Dios nos cuenta como justos. Cuando aceptamos a Cristo como nuestro salvador personal, debido a lo que Jesús hizo por nosotros al derramar su sangre preciosa en la cruz, cuando lo recibimos, recibimos por fe lo que hizo por nosotros.
A. I. Nelson Daniel Miranda Giles.