Celebrar
Ya estamos en época de celebrar la Navidad. Todos lo sabemos; este hecho casi controla todas nuestras actividades en estos días, y todo lo que hacemos lo hacemos en el contexto de las celebraciones navideñas. Estamos conscientes constantemente que este tiempo se celebra la Navidad. Lo que no sabemos es ¿qué es eso de celebrar?
Desde el principio las palabras que se empleaban para hablar de “celebrar” tenían una connotación religiosa. Las palabras que se usaban en el Antiguo Testamento, que en nuestra Biblia se traducen como celebrar, todas se refieren a costumbres y prácticas religiosas, casi todas en relación con la ceremonia que efectuaban los sacerdotes, o los ritos que hacía la gente, como marchar en solemne procesión. Los traductores, en los tiempos del cristianismo latino, escogieron esta palabra, que viene del antiguo latín (mucho antes de los tiempos cristianos), precisamente porque tenía estas connotaciones religiosas. Había varias traducciones al latín en los siglos dos o tres, pero en el cuarto siglo, en base de las traducciones existentes se hizo la Vulgata (la traducción de la Biblia al latín). Desde allí las Biblias en el mundo occidental usan la palabra celebrar en el sentido religioso, para traducir textos que tiene que ver con la efectuación de las ceremonias religiosas.
Ahora bien, parece que los traductores trabajaron correctamente: encontraron en la cultura la palabra adecuada para traducir atinadamente el concepto del texto bíblico. Pero, con el uso de la palabra “celebrar”, sobre todo en los ritos y las ceremonias populares, los conceptos de la cultura pre-cristiana prevalecían. En lugar de pensar en la efectuación de cultos y ritos, sacrificios y ofrendas, diezmos y primicias, especificados en el Antiguo Testamento, se sustituyeron por los usos y costumbres de los pueblos no-cristianos. Algo de los ritos fue corregido en la Reforma Religiosa del siglo XVI; se cambió la misa en un verdadero culto, por ejemplo. Pero, mucho de lo que celebraban quedaba en lo pagano.
La celebración, o el acto de celebar, llegó a ser antropocéntrico, centrado en el hombre. La culminación de este proceso, que sigue vigente, lo vemos en las “celebraciones”, en nuestra manera de celebrar la Navidad. Se queda con tintes religiosos, pero muy poco de cristianismo. Hay muy poco de adorar a Dios, de entender así actos y propósitos, y de glorificarlo por esto.
¿Debemos celebrar la Navidad? Por supuesto que sí. Pero no en el sentido pagano, sino como la efectuación de un verdadero culto a Dios, de gratitud y adoración. Nuestros cultos y actividades en las “celebraciones” navideñas no deben ser meramente formas para disfrutarnos, con toda la bulla acompañante, sino verdaderos ejercicios de adoración a Dios.
Iglesia Nacional Presbiteriana Berith. Boletín Buen Óleo. 13 de diciembre 2009.