Moisés y Aarón ante Faraón – Éxodo: 5:1-21
Estudio sobre el libro de Éxodo por el A.I. José Antonio Velázquez
Iglesia Nacional Presbiteriana Berith
Cd. de México
Transcripción…
Lectura:
1 Después Moisés y Aarón entraron a la presencia de Faraón y le dijeron: Jehová el Dios de Israel dice así: Deja ir a mi pueblo a celebrarme fiesta en el desierto. 2 Y Faraón respondió: ¿Quién es Jehová, para que yo oiga su voz y deje ir a Israel? Yo no conozco a Jehová, ni tampoco dejaré ir a Israel. 3 Y ellos dijeron: El Dios de los hebreos nos ha encontrado; iremos, pues, ahora, camino de tres días por el desierto, y ofreceremos sacrificios a Jehová nuestro Dios, para que no venga sobre nosotros con peste o con espada. 4 Entonces el rey de Egipto les dijo: Moisés y Aarón, ¿por qué hacéis cesar al pueblo de su trabajo? Volved a vuestras tareas. 5 Dijo también Faraón: He aquí el pueblo de la tierra es ahora mucho, y vosotros les hacéis cesar de sus tareas. 6 Y mandó Faraón aquel mismo día a los cuadrilleros del pueblo que lo tenían a su cargo, y a sus capataces, diciendo: 7 De aquí en adelante no daréis paja al pueblo para hacer ladrillo, como hasta ahora; vayan ellos y recojan por sí mismos la paja. 8 Y les impondréis la misma tarea de ladrillo que hacían antes, y no les disminuiréis nada; porque están ociosos, por eso levantan la voz diciendo: Vamos y ofrezcamos sacrificios a nuestro Dios. 9 Agrávese la servidumbre sobre ellos, para que se ocupen en ella, y no atiendan a palabras mentirosas.
10 Y saliendo los cuadrilleros del pueblo y sus capataces, hablaron al pueblo, diciendo: Así ha dicho Faraón: Yo no os doy paja. 11 Id vosotros y recoged la paja donde la halléis; pero nada se disminuirá de vuestra tarea. 12 Entonces el pueblo se esparció por toda la tierra de Egipto para recoger rastrojo en lugar de paja. 13 Y los cuadrilleros los apremiaban, diciendo: Acabad vuestra obra, la tarea de cada día en su día, como cuando se os daba paja. 14 Y azotaban a los capataces de los hijos de Israel que los cuadrilleros de Faraón habían puesto sobre ellos, diciendo: ¿Por qué no habéis cumplido vuestra tarea de ladrillo ni ayer ni hoy, como antes?
15 Y los capataces de los hijos de Israel vinieron a Faraón y se quejaron a él, diciendo: ¿Por qué lo haces así con tus siervos? 16 No se da paja a tus siervos, y con todo nos dicen: Haced el ladrillo. Y he aquí tus siervos son azotados, y el pueblo tuyo es el culpable. 17 Y él respondió: Estáis ociosos, sí, ociosos, y por eso decís: Vamos y ofrezcamos sacrificios a Jehová. 18 Id pues, ahora, y trabajad. No se os dará paja, y habéis de entregar la misma tarea de ladrillo. 19 Entonces los capataces de los hijos de Israel se vieron en aflicción, al decírseles: No se disminuirá nada de vuestro ladrillo, de la tarea de cada día. 20 Y encontrando a Moisés y a Aarón, que estaban a la vista de ellos cuando salían de la presencia de Faraón, 21 les dijeron: Mire Jehová sobre vosotros, y juzgue; pues nos habéis hecho abominables delante de Faraón y de sus siervos, poniéndoles la espada en la mano para que nos maten.
Tanto Moisés como Aarón después de comentar todo lo que Dios les ha mandado hacer se dirigen con los ancianos para comunicarles la promesa de Dios de sacarlos de la esclavitud de Egipto, hasta aquí todo pareciera indicar que lo más importante y el fin mismo de esta historia fuese la liberación del pueblo de Israel, más no es así, lo verdaderamente trascendente es la manifestación del Dios del pacto y el servicio al Señor que demanda le haga su pueblo Israel.
Es por esto que Dios dijo así, «Deja ir a mi pueblo a celebrarme fiesta en el desierto.» Ex. 5:1
Dios no estaba pidiendo que el pueblo de Israel fuera liberado para siempre, solo pedía que le dejara ir a alabarle, más el Faraón contestó un rotundo «no».
Dios durante muchos años protegió al pueblo egipcio para que éste salvaguardara a su pueblo escogido, el primogénito Israel, tiempo más que suficiente para que reconocieran la grandeza de Dios y su poder infinito, pero nadie se acordó de cómo los protegió durante 7 años de la hambruna y de cómo les permitió crecer como la nación más poderosa de esa época, ni siquiera se tomó la molestia Faraón de dar un si o un no,n o de prometer una respuesta después de una reflexión, no les resolvió nada, y en cambio cuestionó a Moisés y a Aarón:
«¿Quien es Jehová, para que yo oiga su voz y deje ir a Israel? Yo no conozco a Jehová, ni tampoco dejaré ir a Israel.» Ex. 5:2
Lo más importante, Faraón no reconoció a Dios ni a Israel cómo su pueblo; seguramente la historia de Egipto había registrado las proezas del Señor pero éste Faraón o las desconocía o las menospreciaba, pues recordemos que el Faraón que vivió esa experiencia ya había muerto hace muchos años atrás y este era un rey diferente al de aquel tiempo, y en lugar de reconocer el cuidado de Jehová sobre su nación les aumenta la carga de trabajo, ya de por sí insoportable.
Los israelitas culparon a Moisés y a Aarón por el castigo recibido y esto no es más que la manifestación de la falta de fe, pues no veían a Jehová como el Dios todopoderoso, seguían viendo al Faraón y en el depositaban su confianza. Jehová bien sabía esto por eso endurecía el corazón del Faraón, para que el pueblo viera su pecado y conociera a su Señor.
Dios no estaba improvisando pues Él conoce el final de cada historia desde antes que comience, así que nosotros tampoco debemos preocuparnos por nuestro fin, pues Él es el autor de nuestra historia, no debemos perder de vista a nuestro Creador sino estar atentos a su llamado como lo fueron Moisés y Aarón, quienes a pesar de sus dudas ellos obedecieron a su Señor.
Sin importar nuestras falta de fe Dios siempre es fiel a sus promesas; el pueblo de Israel debía aprender a confiar en Dios pese a las circunstancias, el Señor ya les había comunicado los hechos que sucederían, ellos sabían que el corazón del Faraón sería endurecido, pero la carga extra de trabajo y el castigo físico que recibían no les permitió ver más allá de los acontecimientos del momento, su fe en Dios aún no era firme; Dios hizo crecer a Faraón con el propósito de mostrar su poder y su decisión de que su pueblo debe ser libre para servirle.
Hoy lo vemos en está pandemia que cerró templos pero abrió las puertas de las casas y en cada una de ellas dió libertad y acción en nuestros hogares para servirle y nos ha mantenido libres para darle la honra a Jehová nuestro Dios, aprendamos que no importa lo duro o pesado de la situación los propósitos del Señor siempre se cumplen y veamos esas situaciones como una oportunidad de conocer más a nuestro Padre y estrechar nuestra relación con Él.
Pongámonos de pie ante Dios Padre, Dios hijo y Dios espíritu Santo por siempre y hasta la eternidad.