No juzguéis – Mateo 7:1

Meditación sobre Mateo 7:1 por el A.I. Marcos Mercado Estrada
Iglesia Nacional Presbiteriana Berith
Cd. de México

Transcripción…

Doy gracias a Dios porque en este hermoso día me permite enviar a cada uno de ustedes un muy cordial saludo y además nos permite poner nuestra atención en el versículo 1 del capítulo 7 del evangelio de Mateo que dice de la siguiente manera:

7 No juzguéis, para que no seáis juzgados.

INTRODUCCIÓN

En el capítulo 7 del evangelio de Mateo encontramos la sección final. del Sermón del Monte. En donde el tema subyacente en todo el capítulo es el del juicio.

Y aunque este capítulo 7 habla de nuestra relación con otras personas; lo más importante es nuestra relación con Dios y de hecho enfatiza que no importa lo que los hombres piensen de nosotros, sino que lo importante es lo que Dios piensa de nosotros.

También debemos recordar siempre, que somos peregrinos en este mundo, que Dios nos conoce y nos llama por nuestro nombre y que vamos a encontrarnos con Dios por toda la eternidad; y este pensamiento debería determinar y controlar toda nuestra vida.

Ahora bien, en este versículo una vez más vemos la grandeza del Sermón del Monte, su índole penetrante y la profundidad de su enseñanza ya que nunca ha habido un sermón como éste.

Este gran sermón está lleno de doctrina y conduce a doctrina; es una especie de prólogo a toda la doctrina del Nuevo Testamento.

Nuestro Señor inicia este capítulo 7 con el tema de juzgar a los otros y nos da una orden que también es un mandamiento «No juzguéis”  

Y al hacerlo utiliza, el mismo método que ha usado a lo largo de este sermón. Es decir, primero nos da un mandamiento y luego, nos da los argumentos que lo justifican y sustentan. Éste es su método.

El día de hoy vamos a pensar solamente en el mandamiento” no juzguéis” y el próximo jueves Dios mediante en los argumentos que explican por qué no debemos juzgar

Este es un mandamiento que a menudo, ha conducido a mucha confusión. Hay que reconocer que es un tema que fácilmente se puede malinterpretar

Ya que hay muchos que dicen que el mandato ‘no juzguéis’ debe tomarse de una manera literal y que el verdadero cristiano nunca debe expresar opiniones acerca de los demás, que debemos ser blandos, indulgentes y tolerantes, y permitir prácticamente todo en pro de la paz y la tranquilidad, y sobre todo, de la unidad.

Pablo dice, que cualquiera que juzga, por el mero hecho de juzgar, es inexcusable y esto lo encontramos en Romanos 2: 1. Por lo cual eres inexcusable, oh hombre, quienquiera que seas tú que juzgas; pues en lo que juzgas a otro, te condenas a ti mismo; porque tú que juzgas haces lo mismo   

Es decir, lo mejor es no juzgar a nuestros semejantes, porque al juzgarlos, en cuanto a su deber, su honradez, su honestidad, su veracidad, etc., etc., estamos estableciendo las normas para nuestro propio juicio. Es decir, al juzgar nosotros mismos estamos haciendo inevitable nuestro propio juicio.

Juan Calvino dijo: El malvado deseo y afán de morder, censurar y calumniar, fue refrenado por Cristo, cuando dijo: no juzgues. Y no es necesario que los creyentes se vuelvan ciegos y no perciban nada, sino que se abstengan de un anhelo indebido de ser jueces.

Algunos tienen un espíritu que juzga a todos, a veces para auto justificarse, y a veces se debe a un sentido de superioridad, en el sentido de que ellos andan bien mientras que los demás no.

Ahora bien, un espíritu que juzga conduce a un espíritu de censura, que siempre está dispuesto a expresarse en forma difamatoria. Y además, junto con esto, tiene la tendencia a despreciar a los demás y a tenerlos en menos.

Una forma de poder conocer si somos culpables de juzgar, es preguntarnos si acostumbramos expresar nuestras opiniones sin conocer todos los hechos. No tenemos derecho de emitir ningún juicio sin antes familiarizarnos y averiguar todos los hechos y luego juzgar. Si no lo hacemos así, caemos en un espíritu farisaico de juzgar sin conocimiento de causa.

También, cuando condenamos y rechazamos a una persona, nos apropiamos un poder que pertenece sólo a Dios y a nadie más.

Ya que ningún ser humano está calificado para ser juez de sus semejantes, porque no podemos conocer ni escudriñar los corazones.

Es decir, no debemos de forma arrogante tomar el rol y el lugar de nuestro Dios, el juez divino.

Por otra parte, la Biblia nos habla de tres formas o tipos de juicios, que si son válidos

El primero tiene que ver con las autoridades civiles

La Biblia nos enseña que los jueces y magistrados reciben el poder de Dios para pronunciar juicio, y que ese es su deber. Es una forma que Dios utiliza para frenar el mal y el pecado y los efectos de los mismos en este mundo temporal.

En segundo lugar, Jesús no espera que la comunidad cristiana sea perfecta. Por el contrario, da por sentado que habrá quienes procederán mal y que esto dará lugar a tensiones, a problemas en las relaciones.

Y por ello el segundo tipo de juicio es para los creyentes que se desvían por el mal camino

Juan Calvino dijo No sólo se nos permite, sino que incluso estamos obligados a condenar todos los pecados.

La Biblia muestra muy claramente que hay que ejercitar el juicio dentro de la iglesia, sin embargo, la disciplina en la iglesia cristiana casi no se utiliza hoy en día.

Es decir, casi nunca se excomulga a alguien o se le niega la participación en la Santa Cena

En las primeras épocas del protestantismo en la iglesia se predicaba la Palabra, se administraban los Sacramentos y se ejercía la disciplina».

La disciplina era, y es una de las tres marcas que caracterizan a una iglesia verdadera junto con la predicación de la Palabra y la administración de los Sacramentos. Pero hoy en día no nos gusta y sabemos muy poco acerca de la disciplina.

Al escribir a Tito el apóstol Pablo le dijo en Tito 3:10

Al hombre que cause divisiones, después de una y otra amonestación deséchalo

En 1 Corintios 5 11 Más bien os escribí que no os juntéis con ninguno que, llamándose hermano, fuere fornicario, o avaro, o idólatra, o maldiciente, o borracho, o ladrón; con el tal ni aun comáis. 12 Porque ¿qué razón tendría yo para juzgar a los que están fuera? ¿No juzgáis vosotros a los que están dentro? 13 Porque a los que están fuera, Dios juzgará. Quitad, pues, a ese perverso de entre vosotros.

El tercer tipo de juicio que voy a mencionar es para vigilar la pureza de la doctrina que se predica y enseña en la iglesia y tiene que ver con señalar y rechazar a los falsos profetas que llegan a nuestras congregaciones.

Y al respecto la Biblia nos dice en Gálatas 1:8 dice: Mas si aun nosotros, o un ángel del cielo, os anunciare otro evangelio diferente del que os hemos anunciado, sea anatema

1 Juan 4:1 Amados, no creáis a todo espíritu, sino probad los espíritus si son de Dios; porque muchos falsos profetas han salido por el mundo

En 2 Juan 1:10

Si alguno viene a vosotros, y no trae esta doctrina, no lo recibáis en casa, ni le digáis: ¡Bienvenido! 11 Porque el que le dice: ¡Bienvenido! participa en sus malas obras.»

CONCLUYO

John Stott dijo El seguidor de Jesús es continuamente «crítico» en el sentido de que usa sus poderes de discernimiento, pero no juzga en el sentido de censurar. La inclinación a censurar es un pecado combinado que consta de varios ingredientes desagradables.

El que juzga y luego censura le gusta descubrir las fallas de otros, es negativo y destructivo con las demás personas, y desprecia a los demás y los tiene en menos y disfruta esforzándose activamente por buscar las fallas de ellas. A estos Jesús ordena “No juzguéis”

También cuando nos disponemos a cumplir el mandamiento “No juzguéis» debemos agradecer a Dios que tenemos un evangelio que nos dice que no solo la persona que juzgamos, sino que todos somos pecadores y que «siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros», que nadie se sostiene por su propia justicia, sino por la justicia de Cristo.

Y sin Cristo estamos condenados, completamente perdidos, e incluso en muchas ocasiones, nos hemos condenado a nosotros mismos al juzgar a otros, pero nuestro Dios todopoderoso, el Señor de señores que es nuestro Juez, el mismo nos ha librado de la muerte eterna que merecíamos por el pecado y nos ha dado vida eterna.

Y 1 Juan 5:11 dice Y este es el testimonio: que Dios nos ha dado vida eterna; y esta vida está en su Hijo Amén

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