Dios aparta a sus hijos del mundo – Éxodo 9:1-35

Estudio sobre el libro de Éxodo por el A.I. José Antonio Velázquez
Iglesia Nacional Presbiteriana Berith
Cd. de México

Transcripción…

LECTURA

1 Entonces Jehová dijo a Moisés: Entra a la presencia de Faraón, y dile: Jehová, el Dios de los hebreos, dice así: Deja ir a mi pueblo, para que me sirva. 2 Porque si no lo quieres dejar ir, y lo detienes aún, 3 he aquí la mano de Jehová estará sobre tus ganados que están en el campo, caballos, asnos, camellos, vacas y ovejas, con plaga gravísima. 4 Y Jehová hará separación entre los ganados de Israel y los de Egipto, de modo que nada muera de todo lo de los hijos de Israel. 5 Y Jehová fijó plazo, diciendo: Mañana hará Jehová esta cosa en la tierra. 6 Al día siguiente Jehová hizo aquello, y murió todo el ganado de Egipto; mas del ganado de los hijos de Israel no murió uno. 7 Entonces Faraón envió, y he aquí que del ganado de los hijos de Israel no había muerto uno. Mas el corazón de Faraón se endureció, y no dejó ir al pueblo.
8 Y Jehová dijo a Moisés y a Aarón: Tomad puñados de ceniza de un horno, y la esparcirá Moisés hacia el cielo delante de Faraón; 9 y vendrá a ser polvo sobre toda la tierra de Egipto, y producirá sarpullido con úlceras en los hombres y en las bestias, por todo el país de Egipto. 10 Y tomaron ceniza del horno, y se pusieron delante de Faraón, y la esparció Moisés hacia el cielo; y hubo sarpullido que produjo úlceras tanto en los hombres como en las bestias. 11 Y los hechiceros no podían estar delante de Moisés a causa del sarpullido, porque hubo sarpullido en los hechiceros y en todos los egipcios. 12 Pero Jehová endureció el corazón de Faraón, y no los oyó, como Jehová lo había dicho a Moisés.
13 Entonces Jehová dijo a Moisés: Levántate de mañana, y ponte delante de Faraón, y dile: Jehová, el Dios de los hebreos, dice así: Deja ir a mi pueblo, para que me sirva. 14 Porque yo enviaré esta vez todas mis plagas a tu corazón, sobre tus siervos y sobre tu pueblo, para que entiendas que no hay otro como yo en toda la tierra. 15 Porque ahora yo extenderé mi mano para herirte a ti y a tu pueblo de plaga, y serás quitado de la tierra. 16 Y a la verdad yo te he puesto para mostrar en ti mi poder, y para que mi nombre sea anunciado en toda la tierra. 17 ¿Todavía te ensoberbeces contra mi pueblo, para no dejarlos ir? 18 He aquí que mañana a estas horas yo haré llover granizo muy pesado, cual nunca hubo en Egipto, desde el día que se fundó hasta ahora. 19 Envía, pues, a recoger tu ganado, y todo lo que tienes en el campo; porque todo hombre o animal que se halle en el campo, y no sea recogido a casa, el granizo caerá sobre él, y morirá. 20 De los siervos de Faraón, el que tuvo temor de la palabra de Jehová hizo huir sus criados y su ganado a casa; 21 mas el que no puso en su corazón la palabra de Jehová, dejó sus criados y sus ganados en el campo.
22 Y Jehová dijo a Moisés: Extiende tu mano hacia el cielo, para que venga granizo en toda la tierra de Egipto sobre los hombres, y sobre las bestias, y sobre toda la hierba del campo en el país de Egipto. 23 Y Moisés extendió su vara hacia el cielo, y Jehová hizo tronar y granizar, y el fuego se descargó sobre la tierra; y Jehová hizo llover granizo sobre la tierra de Egipto. 24 Hubo, pues, granizo, y fuego mezclado con el granizo, tan grande, cual nunca hubo en toda la tierra de Egipto desde que fue habitada. 25 Y aquel granizo hirió en toda la tierra de Egipto todo lo que estaba en el campo, así hombres como bestias; asimismo destrozó el granizo toda la hierba del campo, y desgajó todos los árboles del país. 26 Solamente en la tierra de Gosén, donde estaban los hijos de Israel, no hubo granizo.
27 Entonces Faraón envió a llamar a Moisés y a Aarón, y les dijo: He pecado esta vez; Jehová es justo, y yo y mi pueblo impíos. 28 Orad a Jehová para que cesen los truenos de Dios y el granizo, y yo os dejaré ir, y no os detendréis más. 29 Y le respondió Moisés: Tan pronto salga yo de la ciudad, extenderé mis manos a Jehová, y los truenos cesarán, y no habrá más granizo; para que sepas que de Jehová es la tierra. 30 Pero yo sé que ni tú ni tus siervos temeréis todavía la presencia de Jehová Dios. 31 El lino, pues, y la cebada fueron destrozados, porque la cebada estaba ya espigada, y el lino en caña. 32 Mas el trigo y el centeno no fueron destrozados, porque eran tardíos. 33 Y salido Moisés de la presencia de Faraón, fuera de la ciudad, extendió sus manos a Jehová, y cesaron los truenos y el granizo, y la lluvia no cayó más sobre la tierra. 34 Y viendo Faraón que la lluvia había cesado, y el granizo y los truenos, se obstinó en pecar, y endurecieron su corazón él y sus siervos. 35 Y el corazón de Faraón se endureció, y no dejó ir a los hijos de Israel, como Jehová lo había dicho por medio de Moisés.

En los capítulo 7 vimos como Dios inicia la recuperación de su pueblo de la servidumbre de Faraón y manda a Moisés a convertir las aguas del río Nilo en sangre y los peces mueren y el río hiede, aquí vemos cómo Dios toca a uno de sus dioses falsos, el río Nilo, más el varón no retrocede.

Después Dios manda una plaga de ranas las cuales invaden hasta el último rincón de Egipto más a Faraón no le preocupa. La tercera plaga que el Señor manda desatar a Moisés es que convierta el polvo en piojos, y todo ser vivo se llena de piojos, tanto animales como personas, israelitas y egipcios, mas el corazón de Faraón se va endureciendo cada día más, a pesar de que los magos y consejeros del rey ven en este acto «el dedo de Dios».

Es en la plaga de las moscas donde Jehová aparta la tierra de Gosén y donde vemos claramente que la salvación es por la gracia de Dios, ya que Él en su soberana voluntad como Rey todopoderoso decide quién es salvo y quién no lo es, dando una ves más prueba de su grandeza, mas el corazón de Faraón sigue endureciendo.

En el capítulo 9 que nos toca hoy analizar vemos cómo Dios sigue exigiendo la liberación de su pueblo para que le sirva y, utiliza nuevamente la terquedad de Faraón quien a pesar de ver el poder de Dios no le obedece; así como muchos en nuestro tiempo que a pesar de ver las maravillas y señales que apuntan al Creador, no le reconocen, así Faraón.
En esta ocasión, Dios va a ser más marcada su protección, ha mandado que muera todo el ganado de los egipcios que está en el campo sin que muera el ganado de los israelitas pues a declarado:

Y Jehová hará separación entre los ganados de Israel y de los Egipcios, de modo que nada muera de todo lo de los hijos de Israel. Ex.9: 4

La gracia de Dios se manifiesta plenamente sobre su pueblo escogido, gran distinción inmerecida, llevada a cabo por la providencia de Dios, Y el corazón de Faraón sigue endurecido, aún después de mandar sarpullido para toda la población egipcia y posteriormente una granizada extraordinaria donde nuevamente la región de Gosén no es afectada, las señales son muchas.

El Señor va quitando la riqueza que le dio a Faraón en la época de José, pues está fortuna le fue dada par que hospedará y protegiera a su pueblo, han perdido el ganado y ahora las cosechas pues el granizo arrasó con las siembras, ahora los egipcios van a padecer hambre.

Solamente en la tierra de Gosén, donde estaban los hijos de Israel no hubo granizo.

Ante todos estos acontecimientos Faraón no sede, aún cuando hay momentos en qué ve la grandeza de Dios, mas no se arrodilla y le reconoce como el único Dios. Sin la fe en el Señor, que solo Él nos da, somos hombres ciegos y no alcanzamos a distinguir lo que Él hace por sus escogidos.

Damos gracias a Dios por la protección que ha dado a su Iglesia, pues ha prevalecido ante esta pandemia y mañana abré sus puertas para adorar a Dios como Él lo pide, reunidos presencialmente como su pueblo; Dios no negocio con Faraón el cómo, dónde y cuándo se le debía adorar, el pueblo de Dios debe ser libre en todo momento para servirle de la manera que ha mandado.

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