ENEMISTAD

Aunque la idea no cuadre bien con la manera de pensar y hablar hoy en día, la palabra “enemistad” tiene mucho que ver con el Evangelio. Encontramos la palabra en el principio de la Biblia, en las palabras que solemos llamar el “protoevangelio”. Cuando Dios da al hombre lo que muchos llaman la “promesa madre”, emplea la palabra “enemistad” para acentuar uno de los aspectos del evangelio. Dios dice a Satanás que pondrá “enemistad” entre él y la simiente de la mujer.

Este es el origen de lo que lo teólogos llaman la “antítesis” la radical oposición entre los hijos de Dios y el pueblo de Satanás. Desde este mismo momento hay dos líneas en la historia, pero solamente una es el pueblo de la promesa, la otra línea no tiene promesa, son, dice Pablo, sin Cristo, alejados de la ciudadanía del pueblo de Dios, ajenos de los pactos de la promesa , sin esperanza, y sin Dios en el mundo (Ef.2:12). Ya no hay neutralidad, pues no había antes tampoco, pero ahora la falta de neutralidad es una aguda experiencia de todo ciudadano del reino de Cristo. El contexto de la vida del pueblo de Dios es la enemistad con Satanás.

La enemistad entre Satanás y la simiente es, a la vez,  una promesa de victoria, aunque por medio del sufrimiento, para la simiente de la mujer. Mientras que vivimos esta enemistad, esta división en la humanidad, tenemos que recordar que la mera presencia de esta  enemistad es un indicador de la promesa. El pueblo de Dios, que sufre de esta enemistad en todos los aspectos de su vida, toma este sufrimiento como indicador de la victoria que nos espera. La reacción humana fue expresada varias veces por los profetas y los salmistas. Preguntaron ¿por qué sufren los rectos y los malos parecen tener la buena vida? Esta fue la gran pregunta de Habacuc.

El consuelo que tenemos es que la enemistad entre Satanás, que separa el mundo en dos campos, nos indica en qué campo estamos, y nos hace recordar la promesa que temas en Cristo, de que enemistad es, para nosotros, un indicador de la victoria.

Iglesia Nacional Presbiteriana “Berith”. Boletín Buen Óleo 14 de marzo de 2004.  

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