
PROPEDÉUTICA PARA LA ORACIÓN
Una vez, un joven cristiano de reciente conversión, que asistía con mucha regularidad tanto a los servicios como a las distintas actividades de la iglesia, y en especial a las reuniones de oración, cuando le pedían que orara, siempre hacía la misma oración: confesaba sus pecados y los entregaba al Señor. Otros creyentes empezaron a notarlo, pero, por supuesto, no dijeron nada. Sin embargo, después de un tiempo, uno de los hermanos de la congregación, se atrevió a preguntarle acerca de su manera de orar. El nuevo creyente contestó que cuando mostró interés en el evangelio, ésta fue la oración que le pidieron hacer. “Luego – agregó- nadie me ha enseñado otra manera, pero ahora, gracias a que las he escuchado, se que hay otras formas, pero…, no las sé”.
Aunque este muchacho quería aprender nuevas oraciones, lo que más necesitaba era una propedéutica para la oración. La propedéutica tiene que ver con una enseñanza previa a un estudio más profundo para aprender una habilidad, una aptitud o un adiestramiento. Es el estudio de la precondición para la más profunda enseñanza. La oración, como ejercicio y práctica, también tiene sus prerrequisitos.
Entonces, el nuevo confidente del joven, le empezó a hablar. No le habló de la oración, ni del Padre Nuestro, tampoco le enseñó nuevas oraciones. Más bien le empezó a hablar del amor de Dios, y cómo este amor era semejante al amor de un padre. Le habló también del Dios Creador, del Dios de la providencia, de la bondad de Dios y su gracia. Mencionó también su misericordia y paciencia. Puso en claro cómo la cruz es una muestra del amor de Dios y que, a la vez, muestra su poder, providencia y sabiduría. Habló de las manos de Dios y de sus brazos poderosos extendidos. Y el muchacho… escuchaba y escuchaba.
El tutor también le explicó acerca de cómo en el nombre de Jesús cada creyente puede hablar con Dios. Poco a poco se notó un cambio en el aspecto del joven, fue más quieto, tranquilo y atento. Se veía la confianza en su cara y una seguridad en su porte. Y aun cuando el hermano seguía hablando, el muchacho empezó a orar; se dirigió a Dios con toda confianza, como uno que habla con su amigo, o su padre…su Padre celestial.
La propedéutica de la oración es conocer a Dios, tal como es, y como se revela en la Biblia. En este caso la propedéutica tardó menos de una hora, pero seguirá por toda la vida.
Iglesia Nacional Presbiteriana Berith. Boletín Buen Óleo. Domingo 6 de junio 2004.