En comunión verdadera – 1 Juan 1:1-10
Meditación sobre 1 Juan 1:1-10 por el A.I. Nelson Daniel Miranda Giles
Iglesia Nacional Presbiteriana Berith
Cd. de México
CDMX, viernes 1° de julio de 2022
Cuando obtenemos algo que consideramos valioso, deseamos compartir este suceso con nuestros seres queridos. El obtener el deseo de nuestro corazón, siempre nos da un motivo de celebrar con los que consideramos cercanos y comparten nuestra felicidad.
En el evangelio de Sn. Lucas 15:8-10, la biblia nos narra la parábola de la moneda perdida dice:
8 ¿O qué mujer que tiene diez dracmas, si pierde una dracma, no enciende la lámpara, y barre la casa, y busca con diligencia hasta encontrarla?
9 Y cuando la encuentra, reúne a sus amigas y vecinas, diciendo: Gozaos conmigo, porque he encontrado la dracma que había perdido.
10 Así os digo que hay gozo delante de los ángeles de Dios por un pecador que se arrepiente.
Una mujer cuando se casaba recibía de su padre cierta cantidad de monedas o dracmas como dote. Las diez dracmas significaban un tesoro invaluable, de tal manera que algunas mujeres siempre las traían consigo para no perderlas.
En estos versículos el señor Jesús nos compara a cada uno de nosotros con algo muy valioso, que merece ser buscado una y otra vez hasta ser encontrado. Y nos llama a cada uno de nosotros a arrepentirnos de nuestras faltas para estar en comunión y gozarnos con él.
En los versículos 1 y 2 del pasaje en 1ª Juan 1 leemos:
1 Lo que era desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que hemos contemplado, y palparon nuestras manos tocante al Verbo de vida
2 (porque la vida fue manifestada, y la hemos visto, y testificamos, y os anunciamos la vida eterna, la cual estaba con el Padre, y se nos manifestó);
El Apóstol nos resalta la divinidad del señor Jesús, al decir que era uno con Dios desde principio de la eternidad y vino al mundo a vivir como uno de nosotros.
El Apóstol Juan nos da su testimonio personal al decir soy un testigo verdadero, yo lo vi, yo lo toqué, caminé con él, escuché su voz y sus enseñanzas, por eso anunciamos la salvación para vida eterna.
En los versículos 3 y 4 del pasaje en 1ª Juan 1 dice:
3 lo que hemos visto y oído, eso os anunciamos, para que también vosotros tengáis comunión con nosotros; y nuestra comunión verdaderamente es con el Padre, y con su Hijo Jesucristo.
4 Estas cosas os escribimos, para que vuestro gozo sea cumplido.
A los Apóstoles los llamo personalmente nuestro señor Jesús y estuvieron con él y lo acompañaron en su ministerio en este mundo, nos comparten las buenas nuevas de salvación para vida eterna y nos dicen; lo que aprendimos de Jesucristo, del hijo de Dios es lo que enseñamos, estamos unidos en comunión con Dios Padre y Jesucristo.
La exhortación del Apóstol es para que nosotros también estemos en comunión verdadera con Dios y con Cristo, que nuestra regla de vida sea seguir sus mandamientos, para que caminemos nuestra vida en este mundo cercanos a él, para que experimentemos su paz, como dice en Filipenses 4:7 “Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús” y sobretodo hermanos, el gozo de cumplir su voluntad y darle la Gloria en todo lo que hacemos.
En los versículos 5 al 7 del pasaje dice:
5 Este es el mensaje que hemos oído de él, y os anunciamos: Dios es luz, y no hay ningunas tinieblas en él.
6 Si decimos que tenemos comunión con él, y andamos en tinieblas, mentimos, y no practicamos la verdad;
7 pero si andamos en luz, como él está en luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado.
La exhortación que nos hace el Apóstol Juan es a escuchar este mensaje y compartirlo, “Dios es luz” él sabe todas las cosas, si andamos en sus caminos es que tenemos comunión con él.
Si caminamos por senderos a media luz o completamente en oscuridad es que estamos perdidos, hermanos, busquemos cumplir la voluntad de nuestro Dios para que estemos en comunión con él y con nuestros hermanos, recordando que tenemos a quien recurrir a nuestro señor Jesucristo, nuestro salvador, quien por medio de su sangre preciosa nos limpia de todo pecado.
En los versículos 8 al 10 del pasaje en 1ª Juan 1 leemos:
8 Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros.
9 Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad.
10 Si decimos que no hemos pecado, le hacemos a él mentiroso, y su palabra no está en nosotros.
El Apóstol Juan nos llama a reconocer que todos somos pecadores y a confesar nuestras faltas. Si nuestra vida no está en orden, oremos a nuestro Dios por medio de nuestro señor Jesucristo, para que su luz ilumine nuestro camino, nuestra vida y cada una de las acciones y decisiones que tomamos.
Hermanos, solo así podemos estar en verdadera comunión con nuestro Dios, haciendo su voluntad y siguiendo la senda marcada por nuestro Salvador.
A. I. Nelson Daniel Miranda Giles.