Entre anhelo y nostalgia
En todas las etapas importantes de la vida confluyen dos sentimientos aparentemente opuestos, el anhelo y la nostalgia. Por ejemplo, en el proceso escolar, al concluir la primaria tenemos ganas de avanzar a la secundaria, de la preparatoria a la carrera y más adelante, si es el caso, al posgrado. En todo momento mantenemos la emoción de nuevas situaciones, importantes conocimientos, y nuevos amigos, pero al mismo tiempo nos embarga una cierta añoranza de dejar los ambientes y los compañeros que nos son ya muy familiares. Así es el paso hacia la madurez.
En algunas ocasiones predomina el anhelo por avanzar a nuevas metas y niveles más altos, pero en otras, cierta nostalgia opaca nuestra visión. Los dos sentimientos, están íntimamente relacionados, pues sobre los cimientos de la nostalgia construimos nuestros deseos y expectativas para el futuro, es decir, lo que anhelamos.
Buscamos un futuro útil y aprovechable. Anhelamos la realización de algo ya empezado, algo que puede llegar a su fruición, un sentimiento que en nuestra nostalgia hayamos experimentado en su inicio y su primer desarrollo. La nostalgia es la clave de un futuro útil, pero solamente si no nos quedamos atrapados en ella. “Confía en el Señor de todo corazón, y no en tu propia inteligencia. Reconócelo en todos tus caminos, y él allanará tus sendas” Proverbios 3:5-6
La verdadera nostalgia, la buena, la útil y la aprovechable es la que, valorando lo que hemos dejado atrás, nos hace apreciar el presente y nos proyecta hacia el futuro.” Hazme oír por la mañana tu misericordia. Porque en ti he confiado; Hazme saber el camino por donde ande, Porque a ti he elevado mi alma”. Salmo 143:8
El anhelo lo experimentamos en este contexto, en ansiar o desear una cosa, es el afán para algo más. Es motivarse para realizar un deseo, es el empujar para mejorar y avanzar. Es el impulso que viene desde adentro, hacía lo bueno, lo apreciable, lo que quisiéramos retener.
En lo espiritual recordamos el cuidado de Dios en el pasado, identificamos y recordamos sus bendiciones, apreciamos las múltiples oportunidades que pudimos aprovechar, los buenos tiempos. Por todo ello tenemos nostalgia, y luego queremos alcanzar más, llegar a nuevas alturas y profundidades y ampliar las experiencias. “Fíate de Jehová de todo tu corazón, y no te apoyes en tu propia prudencia” Proverbios 3:5
Es muy probable que quien ya han dejado la adolescencia y la juventud, los que tengan a la vista la madurez, o hayan llegado a “los años dorados” sean los que más aguadamente experimentan el vivir entre el anhelo y la nostalgia pero a cualquier edad, en cualquier circunstancia, en todo tiempo Él siempre nos brinda consuelo y nos abriga con su consuelo y esperanza, y abre nuestra vista hacia el horizonte, y nos hace valorar el presente, tomados de la mano de nuestro Señor, Él cumple su Palabra: “En los ancianos esta la ciencia, y en la larga edad la inteligencia. Con Dios está la sabiduría y el poder; suyo es el consejo y la inteligencia”. Job 12:10-12.
Iglesia Nacional Presbiteriana Berith. Boletín Buen Óleo domingo 5 de septiembre de 2004.