
La ley – Éxodo 20:1-26
Estudio sobre el libro de Éxodo por el A.I. José Antonio Velázquez
Iglesia Nacional Presbiteriana Berith
Cd. de México
Lectura del pasaje
1 Y habló Dios todas estas palabras, diciendo:
2 Yo soy Jehová tu Dios, que te saqué de la tierra de Egipto, de casa de servidumbre.
3 No tendrás dioses ajenos delante de mí.
4 No te harás imagen, ni ninguna semejanza de lo que esté arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra.
5 No te inclinarás a ellas, ni las honrarás; porque yo soy Jehová tu Dios, fuerte, celoso, que visito la maldad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me aborrecen,
6 y hago misericordia a millares, a los que me aman y guardan mis mandamientos.
7 No tomarás el nombre de Jehová tu Dios en vano; porque no dará por inocente Jehová al que tomare su nombre en vano.
8 Acuérdate del día de reposo[a] para santificarlo.
9 Seis días trabajarás, y harás toda tu obra;
10 mas el séptimo día es reposo[b] para Jehová tu Dios; no hagas en él obra alguna, tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu siervo, ni tu criada, ni tu bestia, ni tu extranjero que está dentro de tus puertas.
11 Porque en seis días hizo Jehová los cielos y la tierra, el mar, y todas las cosas que en ellos hay, y reposó en el séptimo día; por tanto, Jehová bendijo el día de reposo[c] y lo santificó.
12 Honra a tu padre y a tu madre, para que tus días se alarguen en la tierra que Jehová tu Dios te da.
13 No matarás.
14 No cometerás adulterio.
15 No hurtarás.
16 No hablarás contra tu prójimo falso testimonio.
17 No codiciarás la casa de tu prójimo, no codiciarás la mujer de tu prójimo, ni su siervo, ni su criada, ni su buey, ni su asno, ni cosa alguna de tu prójimo.
18 Todo el pueblo observaba el estruendo y los relámpagos, y el sonido de la bocina, y el monte que humeaba; y viéndolo el pueblo, temblaron, y se pusieron de lejos.
19 Y dijeron a Moisés: Habla tú con nosotros, y nosotros oiremos; pero no hable Dios con nosotros, para que no muramos.
20 Y Moisés respondió al pueblo: No temáis; porque para probaros vino Dios, y para que su temor esté delante de vosotros, para que no pequéis.
21 Entonces el pueblo estuvo a lo lejos, y Moisés se acercó a la oscuridad en la cual estaba Dios.
22 Y Jehová dijo a Moisés: Así dirás a los hijos de Israel: Vosotros habéis visto que he hablado desde el cielo con vosotros.
23 No hagáis conmigo dioses de plata, ni dioses de oro os haréis.
24 Altar de tierra harás para mí, y sacrificarás sobre él tus holocaustos y tus ofrendas de paz, tus ovejas y tus vacas; en todo lugar donde yo hiciere que esté la memoria de mi nombre, vendré a ti y te bendeciré.
25 Y si me hicieres altar de piedras, no las labres de cantería; porque si alzares herramienta sobre él, lo profanarás.
26 No subirás por gradas a mi altar, para que tu desnudez no se descubra junto a él.
Dios ha dado órdenes muy específicas de como debe purificarse su pueblo y sus líderes para estar delante de Él, de Dios quien es tres veces Santo y que ha dado tantas pruebas de su poder, protección, amor, paciencia y fidelidad para con ellos; ahora lo conocen bien y saben cuales son sus atributos por lo que tienen un gran respeto, un temor santo.
El Señor establece las normas, los estatutos bajo los cuales deberán conducirse como pueblo para tener una relación sana y digna, con Dios primeramente y después entre prójimos. Son diez los mandamientos primarios para seguir, podríamos decir que son el resumen de las leyes que posteriormente detallará con el fin de que el pueblo pueda tener una conducta agradable y perfecta delante de Él.
Los primeros 4 mandamientos que se mencionan son para con Dios, quién es, qué espera de su pueblo, cómo quiere ser reconocido, establecer el tiempo de comunión con Él para que estén más y más cerca cada día. Los siguientes mandamientos son para la comunión entre ciudadanos, entre hermanos, de respeto, de cuidado unos por otros que harán que su convivencia cotidiana sea saludable y armoniosa.
La manifestación física de la presencia de Jehová Dios es tan impresionante e imponente que el pueblo le pide a Moisés ser el vocero del Señor, que sea él que hable con Dios y les comunique su mensaje; temen delante de Él y no queda duda que estás ordenanzas son suyas pues lo han oído y visto, tiene la certeza de qué no es voz de hombre sino divina. El Señor nuevamente da especificaciones muy claras de como quiere ser adorado para qué reciban bendición.
Nosotros también hoy debemos estar atentos a observar estos mandamientos entendiendo que al seguirlos alabamos a Dios y cumplimos su voluntad estrechando nuestra relación con Él y con nuestros prójimos.
No cabe duda qué nuestro Dios es Dios.