He aprendido a contentarme – Filipenses 4:10-13

Meditación sobre Filipenses 4:10-13 por el A.I. Saulo Murguía A.
Iglesia Nacional Presbiteriana Berith
Cd. de México

He aprendido a contentarme

Filipenses 4:10-13
10 En gran manera me gocé en el Señor de que ya al fin habéis revivido vuestro cuidado de mí; de lo cual también estabais solícitos, pero os faltaba la oportunidad. 11 No lo digo porque tenga escasez, pues he aprendido a contentarme, cualquiera que sea mi situación. 12 Sé vivir humildemente, y sé tener abundancia; en todo y por todo estoy enseñado, así para estar saciado como para tener hambre, así para tener abundancia como para padecer necesidad. 13 Todo lo puedo en Cristo que me fortalece.
Al ir llegando al final de su carta, Pablo expresa muy cordialmente su agradecimiento por lo que le han mandado los hermanos filipenses.
Sabía que le habían tenido siempre presente en su mente y oraciones, pero las circunstancias hasta el momento no les había deparado oportunidad para demostrárselo.
No era que no estuviera conforme con sus circunstancias, porque había aprendido a ser independiente.
Pablo emplea una de las grandes palabras de la ética pagana αὐτάρκης (autárkes), que quiere decir auto-contentarse, estar contento.
Autárkeia, este estado de contentamiento era la meta suprema de la ética estoica; por ella entendían los estoicos un estado mental en el que el hombre era totalmente independiente de todas las cosas y de todas las personas.

  • Se proponían llegar a ese estado siguiendo un proceso mental.
  • Se proponían eliminar todos los deseos. Los estoicos creían acertadamente que el auto-contentamiento no consistía en poseer mucho, sino en desear poco: «Si quieres hacer feliz a un hombre -decían-, no aumentes sus posesiones, sino reduce sus deseos»
    A Sócrates le preguntaron una vez quién era el hombre más rico.
    Contestó: «El que se contenta con menos, porque autárkeia es la riqueza de la naturaleza»
    Los estoicos creían que la única manera de llegar al auto-contentamiento era eliminar todo deseo hasta que uno llegaba a la situación en que nada ni nadie le era esencial.
    Proponían eliminar toda emoción hasta que uno llegaba a la situación en la que dejaba de importarle lo que le sucediera a él o a ningún otro.
    Decía Epicteto: <«Empieza con una taza o con cualquier otro utensilio casero. Si se te rompe, di: «No me importa». Pasa a un caballo o a un perro doméstico; si le pasa algo, di: «No me importa». Pasa a ti mismo, y si te haces daño o sufres de alguna manera, di: «No me importa». Si perseveras en esta actitud, y si la mantienes en serio, llegarás a la situación en que puedas ver sufrir y aun morir a la persona que te sea más querida, y decir: «No me importa»>
    La meta de los estoicos era abolir todo sentimiento del corazón humano.

Para llegar al auto-contentamiento, los estoicos abolían todos los deseos y eliminaban todas las emociones. Se desarraigaba de la vida el amor y se prohibía el interés.
Aquí notamos con claridad la diferencia entre los estoicos y Pablo.
Los estoicos decían: «Aprenderé a ser autosuficiente mediante un acto de mi propia voluntad». Pablo decía: «Todo lo puedo enfrentar gracias al Cristo, que me infunde las fuerzas». Para los estoicos, el auto-contentamiento era un logro humano; para Pablo era un don divino.
Pablo podía enfrentar cualquier dificultad y sufrimiento, porque en toda situación tenía a Cristo.
La persona que camina con Cristo puede enfrentarlo todo.

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