
EL ÚLTIMO DOMINGO
El último domingo del año nos parece como un apéndice: está adherido al año sin realmente pertenecer a él. Los predicadores, en general, comentan lo difícil de encontrar un tema adecuado para este domingo. Seguro que el domingo anterior y posiblemente algunos domingos anteriores, han predicado sobre la Navidad. Y qué bueno que lo hicieran, es posible que dejaran una serie de sermones exclusivamente para predicar sobre textos de temas navideños. Luego, vienen los cultos de fin de año y del primer domingo del año, que son propicios para ciertos temas, y el Pastor debe aprovechar la oportunidad de tratarlos.
Medimos el tiempo por años porque esto refleja el movimiento de la creación, en especial la vuelta al mundo alrededor del sol. En los tiempos en que muchos creían que el sol daba vueltas al derredor de la tierra, el resultado era igual. Cada vuelta dura el mismo tiempo. Las vueltas de la tierra sobre su eje son veinticuatro horas, siempre, como las vueltas de la luna alrededor de la tierra tampoco varían, nunca. Los cálculos matemáticos se aprendieron de la astronomía, que estudiaba los movimientos de los cuerpos celestes y ellos nos enseñaron a contar el tiempo y medirlo. Todo esto es un claro indicio de que la tierra no “anda a la deriva” y que es, en todo sentido, temporal, o sea, una criatura del tiempo. Al mismo tiempo da testimonio del orden del universo y nos da una noción de sus medidas.
Todo esto nos hace hacer reconocer que no somos dioses, pues cabemos en momentos y lugares limitados, aunque, en cierto sentido, nos podemos ubicar en estos momentos.
Todo esto nos dice dónde y cuándo Dios hace las cosas. Podemos poner fechas y lugares a sus actos. Podemos observar la concatenación de eventos en su providencia, y recibir de ello consuelo, paz y aliento. Vemos y aprovechamos la grandeza de nuestro Dios y nuestra pequeñez, y podemos celebrar la gran dignidad que Dios nos da al permitirnos observar y entender su providencia, y vivir bien colocados en ella.
El último domingo de año en un tiempo de admiración, gratitud y humildad. Y eso es lo que celebramos hoy.
Feliz Año 2023.
Iglesia Nacional Presbiteriana, boletín Buen Óleo 25 de diciembre de 2022.