LLAME A LOS ANCIANOS

Esta frase, tomada del libro de Santiago (5:14) atrae la atención de muchos, pero se suele poner el énfasis sobre el aceite y no sobre los ancianos. Menos se pone atención sobre el deber del enfermo en estos casos de enfermedad. Su deber es que “llame a los ancianos”. Quizá no sea necesario que el enfermo mismo lo haga, pero, entonces, que alguien lo haga en su nombre.
La enfermedad es quizá la ocasión más frecuente en que el creyente, miembro de la iglesia, llame al anciano, pero es seguro que el texto no implica que sea la única ocasión. Si lo que enseña Pablo acerca de que el pertenecer al “cuerpo” ha de practicarse, entonces los problemas o preocupaciones de un miembro afectan todo el cuerpo, o sea, a todos los miembros. Si estos problemas, enfermedades y otras situaciones adversas, tienen que ver con todo el cuerpo, la persona enferma o que sufra por otras razones no puede mantener su situación como un secreto personal. Tener que avisar al cuerpo; y la manera de hacerlo es que “llame a los ancianos”.
A veces, en la iglesia, no sabemos de las condiciones desfavorables de algunos miembros. La persona afectada y/o su familia (más frecuentemente su familia) sufren y se sienten abandonados, descuidados y aislados porque nadie (parece) se ocupa para solidarizarse con ellos y se queja por la intención de la iglesia, cuando la verdad es que nadie le había avisado y el cuerpo queda sin informarse porque ninguno de los afectados se preocupó para “llamar a los ancianos”.
Por supuesto, los ancianos tienen que mostrar su disposición de responder. Los ancianos deben saber responder con humildad, cariño y respeto, y ofrecer solidaridad en la situación.
La congregación ha de mostrar su cooperación en el proceso, no solamente avisándoles, sino participando activamente en su elección, nombramiento y ordenación.
La idea de llamar a los ancianos amplifica la importancia de la estructura “corporativa de la iglesia” y la utilidad de tener oficiales. Sin embargo, la estructura incluye a todos y exige la participación de todos. Esto de “llamar a los ancianos” es una actividad en que debemos estar constantemente involucrados, y, además, es un principio que debemos practicar.

Iglesia Nacional Presbiteriana Berith, boletín Buen Óleo, domingo 15 de enero de 2023.

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