RELATIVO

Cuando se habla de una expresión artística, en especial en las artes plásticas, en la poesía y, sobre todo, en la música se afirma que todo depende de los gusto que, de por sí, son relativos. Oímos a menudo este tipo de afirmación: “a ti te gusta este tipo de expresión, pero a mí no, y es cuestión de gustos”, y se da por sentado que no hay norma. Mis gustos (dicen entonces) son tan legítimos como los tuyos y, por esos, debes tolerar el tipo de arte que a mí me gusta, y respetar mis gustos”. Este principio se aplica a la música y, con especial frecuencia, a la música del culto. Muchos afirman que por eso debemos cantar todo tipo de música en los cultos, sobre todo la música que se llama contemporánea, que solamente quiere decir que fue creada en nuestro tiempo. Dan por sentado el hecho de que no hay otra norma y el asunto realmente es relativo.
Pero podemos preguntar si es cierto que el asunto sea tan relativo. La música ha de tener, si existe, una esencia. Por eso, podemos distinguir la música de algo que no lo es, por ejemplo, de “rosbif”. La música es música porque tiene la naturaleza de música y no de rosbif. Toda música que es música tiene la naturaleza de música, pues si no, no sabríamos si es música o no. Solamente por su naturaleza podemos distinguir la música de lo que no lo es.
No solamente se distingue la música de un rosbif, sino de muchas otras cosas, por ejemplo de una pintura o de un poema. También distinguimos la música de un llanto de bebé, de un rugido de león, del ladrido de un perro, o del gruñir de un viejo. También distinguimos la música del persistente sonido rítmico y monótono en una fábrica o el chillido de las llantas en el tránsito. El hecho de que podemos hacer estas distinciones quiere decir que la música tiene una naturaleza o, también se puede decir, una esencia.
Ahora bien, el conocimiento de esta naturaleza, o esta esencia, nos ayudará distinguir los ruidos que son o no son música, ya que podemos disfrutar de ruidos que no son música, y muchas veces lo hacemos. Con solo ser un ruido que nos gusta no es suficiente para que sea música, de la misma manera que hacer sonidos no es en sí hablar, aunque los sonidos nos gusten. En la iglesia, la música no es sólo el ruido que nos gusta, sino lo que cumple con la esencia y la naturaleza de música.

Iglesia Nacional Presbiteriana Berith, boletín Buen Óleo, domingo 29 de enero de 2023.

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