Pidiendo restauración y renovación – Salmos 51:10-12

Parte 2 de la Serie: Reflexiones sobre el SALMO 51
Meditación bíblica sobre el Salmo 51 por el A.I. Saulo Murguía A.
Iglesia Nacional Presbiteriana Berith
Cd. de México

En los versículos anteriores (del 1 al 9) (Ver capítulo anterior: Pidiendo perdón de Dios) vimos que David pide a Dios ser perdonado.
Ahora David ahora pide a Dios ser restaurado.

Lo hace de esta forma:

10 Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio,
Y renueva un espíritu recto dentro de mí.
11 No me eches de delante de ti,
Y no quites de mí tu santo Espíritu.
12 Vuélveme el gozo de tu salvación,
Y espíritu noble me sustente.

David había pecado, y se da cuenta de que su pecado era grave: adulterio, y luego homicidio.
Sabemos que ningún pecado es demasiado grave para no ser perdonado.

Así lo ha prometido nuestro Dios, lo vemos en Daniel 9:9, donde está escrito:

«De Jehová nuestro Dios es el tener misericordia y el perdonar, aunque contra él nos hemos rebelado»

Entonces, por muy grande que sea la falta, sabemos que hay un camino hacia la restauración.

Después de una caída se necesita la restauración y esta puede ocurrir solo por medio de una confesión sincera, reconociendo que el estado de nuestro corazón es lo que nos condujo al pecado. En el Salmo 51:6, que anteriormente habíamos leído, dice:

«He aquí, tú amas la verdad en lo íntimo, y en lo secreto me has hecho comprender sabiduría.»

Dios quiere que confesemos nuestros pecados ante él, como muestra de nuestro arrepentimiento.

Ahora, en los versículos 10 al 12, David dirige a Dios varias peticiones con el propósito de restaurar una comunión constante e íntima con su Dios. Es decir, que vuelva a haber esa comunión que existía previamente y que el pecado rompió.

David pide a Dios un corazón limpio.
Mientras el hombre interior esté sucio por el pecado, no puede gozarse en nada en la comunión con Dios.
No basta con una reparación, o una limpieza superficial.
Un corazón limpio debe ser creado por Dios, renovando así nuestro espíritu.

Luego dice «No me eches de delante de ti».
En esta petición de David expresa su intenso deseo de tener comunión con Dios.
David había pecado gravemente, y Dios le había mandado al profeta Natán para hacerle tomar conciencia de su pecado.
La comunicación íntima con su Dios había sido interrumpida y esto para David -como para todo creyente- es una situación que no puede soportar.

Cada pecado nos separa de Dios

Cuando David -por medio de Natán- se hace consciente de su pecado, tambien comprende este principio fundamental: que el pecado separa de Dios.

Luego, David pide a Dios: «No quites de mí tu santo Espíritu».
Se refiere al Espíritu Santo, el Espíritu de Dios.
Sabemos que el Espíritu Santo mora hoy en los creyentes (1 Cor. 3:16); también nos dice que estará con nosotros para siempre (Juan 14:16-17).

Sin embargo, al caer en pecado, podemos perder la conciencia de la santidad de Dios.
El Espíritu mantiene en nosotros conciencia de la santidad de Dios y eso nos conduce a la santidad, guardando nuestra vida siempre en armonía con las enseñanzas de la Escritura, y en todo lo que ocurre en nuestra vida cotidiana.

Luego dice: «Vuélveme el gozo de tu salvación»

Primero debemos entender bien la frase. David sentía que había perdido el gozo, el gozo que tenemos cuando hemos sido salvos.

Cuando el alma encuentra la paz, porque acepta al Salvador y sus pecados son perdonados, entonces el gozo inunda su corazón. Ese es el gozo de la salvación. La salvación no se pierde, pero si podemos perder el gozo.

Luego dice: «Espíritu noble me sustente»
Un espíritu que discierna el bien, que saque sus fuerzas de la comunión con Dios.
Es el espíritu de aquel que decidió en su corazón mantenerse alejado del mal y ser fiel a su Dios, no importando las circuntancias.

El que puede pedir a Dios un espíritu noble es aquel que confesó que no hay nada en sí mismo en que pueda apoyarse.

Es consciente de su debilidad y no se deja guiar por su propia voluntad; su ser interior está de acuerdo con Dios. Su vida se caracteriza por el poder espiritual, por la operación del Espíritu Santo, por la santidad en su vida y por el gozo.

Ahora, para concluir,

El verdadero arrepentimiento busca el perdón y y busca la restauración, busca transformación y busca renovación.

El creyente sabe que es pecador y busca el perdón y la restauración del favor de Dios y todo lo que Dios en Su soberana misericordia nos da cuando hemos sido salvos.

David buscó la renovación de todo lo que había perdido por su pecado: un corazón limpio, un espíritu recto y dispuesto a obedecer, la presencia de Dios y el Espíritu de gracia y gozo.

Cuando pecamos y suplicamos perdón a Dios, es bueno que aprendamos de las oraciones de David, en las que pide restauración.

Es bueno que ores -como David- para que Dios te haga dispuesto y listo para obedecer, que te dé un corazón limpio con integridad, que renueve el gozo de estar en la salvación de Dios y que te haga consciente de Su presencia eterna en todo tiempo.

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