Ofreciendo sacrificios espirituales – Salmos 51:13–17

Parte 3 de la Serie: Reflexiones sobre el SALMO 51
Meditación bíblica sobre el Salmo 51 por el A.I. Saulo Murguía A.
Iglesia Nacional Presbiteriana Berith
Cd. de México

13 Entonces enseñaré a los transgresores tus caminos,
Y los pecadores se convertirán a ti.
14 Líbrame de homicidios, oh Dios, Dios de mi salvación;
Cantará mi lengua tu justicia.
15 Señor, abre mis labios,
Y publicará mi boca tu alabanza.
16 Porque no quieres sacrificio, que yo lo daría;
No quieres holocausto.
17 Los sacrificios de Dios son el espíritu quebrantado;
Al corazón contrito y humillado no despreciarás tú, oh Dios.

En el video anterior (Pidiendo Restauración y Renovación) hablamos de los versículos 10 al 12 y dijimos que:

El verdadero arrepentimiento busca el perdón y busca la restauración, busca transformación y busca renovación.
El creyente sabe que es pecador y busca el perdón y la restauración del favor de Dios y todo lo que Dios en Su soberana misericordia nos da cuando hemos sido salvos.

David buscó la renovación de todo lo que había perdido por su pecado: un corazón limpio, un espíritu recto y dispuesto a obedecer, la presencia de Dios y el Espíritu de gracia y gozo.

Al ser restaurados nos lleva a esforzarnos por ser obedientes a Dios.

Los versículos 13 al 15, dicen:
«13 Entonces enseñaré a los transgresores tus caminos,
Y los pecadores se convertirán a ti.
14 Líbrame de homicidios, oh Dios, Dios de mi salvación;
Cantará mi lengua tu justicia.
15 Señor, abre mis labios,
Y publicará mi boca tu alabanza.»

Al respecto, el Catecismo Menor de Westminster (Pregunta 87) dice:

P. 87. ¿Qué es el arrepentimiento para vida?
R.El arrepentimiento para vida es una gracia salvadora, mediante la cual, un pecador, teniendo un verdadero sentimiento por su pecado, y comprendiendo la misericordia de Dios en Cristo, con dolor por y con odio contra su pecado, se aparta del mismo para volver a Dios, con pleno propósito y procurando con esfuerzo una nueva obediencia.

Somos perdonados y restaurados a una nueva obediencia.

David, al encontrar el perdón y al encontrar la restauración, expresa su gratitud en forma de proclamación, anunciando a otros las buenas nuevas de la gracia de Dios que él mismo ha experimentado.

Sobre esto, Calvino comenta:

«Aquellos que se han recuperado misericordiosamente de sus caídas se sentirán inflamados por la ley común de la caridad para tender una mano amiga a sus hermanos; y en general, los que son partícipes de la gracia de Dios están obligados por el principio religioso y el respeto por la gloria divina a desear que otros sean traídos a la participación de ella.»

Tomado de: Calvin, John. «Commentary on Psalms 51». «Calvin’s Commentary on the Bible».

Luego pasamos a los versículos 15 y 16:
«16 Porque no quieres sacrificio, que yo lo daría;
No quieres holocausto.
17 Los sacrificios de Dios son el espíritu quebrantado;
Al corazón contrito y humillado no despreciarás tú, oh Dios.»

Aquí David, dice que en lugar de sacrificios de animales, ofrece sacrificios espirituales.

Dios había instituido el sistema de sacrificios como provisión para el pecado.
Sin embargo, David entendió lo que muchos judíos no entendian.
Muchos bajo la ley buscaba obtener el perdón y la salvación de Dios ofreciendo un pago en forma de sacrificio animal en el altar.
David entendió que no había absolutamente nada que pudiera servir como pago a Dios por Su perdón, sino que siguió dependiendo completamente de la misericordia de Dios y la expiación prometida.

Dios nos ha redimido y, por su obra realizada en el Calvario, podemos estar ante Él como santos y rectos.
Todas nuestra buenas obras -de hecho, incluso nuestra adoración- son aceptables solo por el sacrificio expiatorio de Jesús.
En 1 Pedro 2:5 leemos,
«vosotros también, como piedras vivas, sed edificados como casa espiritual y sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios espirituales aceptables a Dios por medio de Jesucristo.»

De la misma manera, en Hebreos 13:15 podemos leer,
«Así que, ofrezcamos siempre a Dios, por medio de él, sacrificio de alabanza, es decir, fruto de labios que confiesan su nombre.»

Nuestros sacrificios espirituales -nuestra adoración- solo es aceptable a través de Cristo Jesús y su obra redentora.

Para concluir,

Lean conmigo el verso 17:
«Los sacrificios de Dios son el espíritu quebrantado;
Al corazón contrito y humillado no despreciarás tú, oh Dios.»

Dios no desprecia un espíritu quebrantado y un corazón contrito.
Un corazón contrito es un corazón arrepentido, entristecido y profundamente apenado por los pecados que ha cometido contra Dios, y que han dañado su alma.
Y esto pasa cuando reconocemos nuestra dependencia de lo que Dios ha provisto para el perdón de nuestro pecado: la obra expiatoria del Señor Jesucristo.

Amén

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