Cualidades que el discípulo o creyente debe ampliar y desarrollar – 2 Pedro 1:3-8

Buenos días, Hermanos y Amigos, vamos a reflexionar en la palabra de Dios en la Segundad Epístola del Apóstol Pedro 1: 3 al 8 “Cualidades que el discípulo o creyente debe ampliar y desarrollar” dice así la palabra de Dios:

Como todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad nos han sido dadas por su divino poder, mediante el conocimiento de aquel que nos llamó por su gloria y excelencia, por medio de las cuales nos ha dado preciosas y grandísimas promesas, para que por ellas llegaseis a ser participantes de la naturaleza divina, habiendo huido de la corrupción que hay en el mundo a causa de la concupiscencia; vosotros también, poniendo toda diligencia por esto mismo, añadid a vuestra fe virtud; a la virtud, conocimiento; al conocimiento, dominio propio; al dominio propio, paciencia; a la paciencia, piedad; a la piedad, afecto fraternal; y al afecto fraternal, amor. Porque si estas cosas están en vosotros, y abundan, no os dejarán estar ociosos ni sin fruto en cuanto al conocimiento de nuestro Señor Jesucristo.

Como todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad nos han sido dadas por su divino poder, mediante el conocimiento de aquel que nos llamó por su gloria y excelencia, 

Dios nos saca de la muerte merecíamos el castigo eterno, pero a través de su hijo nos ha dado la salvación, el que cree en el hijo de Dios tiene vida eterna y es a través de su Hijo que nos ha dado preciosas y grandísimas promesas, para que por ellas llegamos a ser participantes de la naturaleza divina, habiendo huido de la corrupción que hay en el mundo a causa de la concupiscencia   y debido a nuestros malos deseos.

Aquí el apóstol Pedro nos menciona siete cualidades que el creyente o discípulo de Jesucristo debe desarrollar y ampliar. Empecemos con la primera

 vosotros también, poniendo toda diligencia por esto mismo nos invita el apóstol Pedro ir paso a paso perseverantes, añadid a vuestra fe virtud;  

Pedro comenzó hablando de añadir a vuestra fe virtud. La fe aquí es la fe que salva, aquella que nos hizo posible recibir la nueva naturaleza, es aquella que nos concedió el perdón de pecados por la justificación de Cristo (Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo) Romanos 5:1. Ahora, a esa fe, nosotros tenemos que añadir, en primer lugar, virtud. La virtud es carácter, valentía. Estas cualidades deberían caracterizar nuestra vida. Hoy debemos de tener ese carácter de valentía, para adoptar una posición pública de convicciones fuertes en quien creemos. Pero a veces no tenemos esa convicción y somos débiles.

Y Pedro continuó diciendo Añadid… a la virtud, conocimiento. Y aquí la palabra «conocimiento», que corresponde a conocer a Dios en Su salvación lo que él quiere de nosotros. Para Dios es importante que tengamos una relación personal que no dejemos de leer la palabra de Dios, la Biblia, para que podamos crecer, vencer las tentaciones y situaciones que día a día se nos presentan en esta vida.

Y el apóstol Pedro continuó diciendo en el versículo 6, añadid…al conocimiento, dominio propio. El dominio propio implica sobriedad, moderación, autocontrol. Como creyentes, necesitamos tener el control propio en todas las áreas de nuestra vida.

El apóstol Pedro continuó aconsejando añadir al dominio propio, paciencia. Muchos tienen una idea equivocada de lo que la paciencia realmente es. No es desentenderse de un problema para pasar a una actitud pasiva, fatalista o que se resigna con relativa facilidad. La paciencia es la capacidad de soportar las pruebas de la vida. Implica resistencia, y se apoya sobre el conocimiento y la virtud o el valor. Como un árbol que crece y se desarrolla, un cristiano debería estar desarrollando valor, después conocimiento, después control o dominio propio y luego, paciencia.

Y la lista del apóstol continuó con el consejo de añadir a la paciencia, piedad. Esta palabra significa sencillamente que uno debe ser como Dios, clemente misericordioso que tenga amor para con su prójimo. Después de que uno ha nacido de nuevo espiritualmente en la familia de Dios, lo lógico es que uno quiera ser como nuestro Padre celestial. No quiere decir que uno vaya a ser como Dios, pero sí significa que uno tiene ese deseo, ese anhelo y esa meta para su vida. Esta debería ser la aspiración de cada discípulo de Cristo que participa de la naturaleza divina.

«A la piedad, afecto fraternal; y al afecto fraternal, amor» Diciéndolo más directamente, se aconsejó añadir a la fe, amor a los hermanos, a los demás creyentes, que están unidos por una relación espiritual, que forman parte de la misma familia espiritual, que es la iglesia. Es una grata experiencia poder apreciar este amor cuando una persona necesita la solidaridad y el apoyo de sus hermanos, cuando se encuentra pasando por circunstancias personales o familiares difíciles, como necesidades económicas, falta de atención familiar, cuando llega como inmigrante a un país extraño. Por otra parte, las actividades sociales fomentan y mantienen esa relación fraternal.

Además, la frase completa dice que había que añadir Al afecto fraternal, amor, concreta este versículo 7. Así como el afecto fraternal va dirigido hacia los miembros de la familia espiritual de Dios, es decir, hacia los demás creyentes, es obvio que el amor aquí mencionado debe ir dirigido hacia los que no pertenecen al pueblo de Dios. Debemos amar a los pecadores de la misma manera en que Dios los ama. Dios ama el pecador tanto como para redimirlo, pero El aborrece el pecado, y Él lo juzga a no ser que esa persona se vuelva a Cristo. Nuestra posición es que cuando hablamos de amar al pecador, no quiere decir que participemos en su pecado. Le amamos en el sentido de que le comunicamos el evangelio a esa persona para ganarla para Cristo, motivados por el amor de Dios hacia los que se pierden. Ahora, el versículo 8 de este primer capítulo de la segunda epístola del Apóstol Pedro, dice:

«Si tenéis estas cosas y abundan en vosotros, no os dejarán estar ociosos ni sin fruto en cuanto al conocimiento de nuestro Señor Jesucristo.»

Al hablar de estas cualidades que tenían que abundar, Pedro no estaba hablando aquí de factores externos de una religión. No estaba refiriéndose a rituales o liturgia de la religión. Estaba hablando de aquello que tiene que estar dentro del creyente. Él no está hablando de religión. Hemos escapado a la corrupción del sistema de valores del mundo y participamos de la naturaleza divina. La corrupción se encuentra dentro del corazón humano. Pero hemos sido transformados por el poder del Espíritu Santo

Cuando el apóstol dijo si tenéis estas cosas ¿a qué se refería? Bueno, a las cualidades que él había mencionado en los versículos anteriores: fe, valor, conocimiento, dominio propio, paciencia, piedad, amor a los hermanos, y amor hacia los no creyentes. Todas estas cualidades tienen que ser una realidad dentro de nosotros. Y además destacó que estas cualidades tenían que estar presentes en abundancia.

Y continuó diciendo el escritor: no os dejarán estar ociosos ni sin fruto. No podemos producir el fruto del Espíritu, permaneciendo sentados fuera del terreno de juego. Mientras es cierto que el fruto del Espíritu es en realidad la obra, la acción del Espíritu, es decir, que no lo podemos producir por nosotros mismos; tenemos que entregarnos, rendirnos ante El entregándole nuestros cuerpos de forma definitiva. Él no quiere que seamos estériles.

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