UN ESPEJO MÁGICO

(1/2 parte)

Los espejos mágicos suelen incluirse en los cuentos para niños. Los papeles que juegan son diferentes en los distintos relatos, y en cada caso algo se revela que hace que lo que se refleja se vea de otra manera. En un cuento de esos había un espejo que no revelaba la persona tal como se veía, con todas sus características y atributos correctamente manifestados tal como se percibían, sino se revelaba la persona tal como era de veras. La mayoría de nosotros soslayaríamos tal espejo ya que sabemos que realmente no somos tal como nos presentamos, pero no queremos saber la verdad en todas sus dimensiones.
Sin embargo, tenemos tal espejo. La Biblia dice que la Ley de Dios lo es. En el Nuevo Testamento tanto Pablo como Santiago lo afirman. Si nos queremos ver tal como somos, con toda verdad visible, nos tenemos que ver en el espejo de la Ley de Dios.
Muchos toman esto como muy negativo. No lo es, sin embargo, lo negativo es el enfoque para ver lo negativo en su verdadera perspectiva, que es sumamente positivo. La Ley revela el pecado, muestra sin ninguna posibilidad de duda, que somos pecadores. Y, de hecho, la Ley nos revela nuevas y profundas perspectivas del pecado, algunas que ni hemos aprendido por la experiencia, y todos tenemos de ella un cumulo impresionante.
Si, por ejemplo, meditamos en los Diez Mandamientos, este magnífico resumen de la Ley Moral, mandamiento por mandamiento, uno tras uno, no llegaremos ni a la tercera parte sin caer en la desesperación total, ya que sabemos que fallar en uno es suficiente para quitar toda ilusión de inocencia. Pablo dice que nos quita la jactancia, o sea, el autoengaño de que hayamos hecho bien. También dice que no conoció el pecado sino por la ley. El meditar en la Ley, entonces, no es un ejercicio totalmente negativo. Saber que no somos inocentes, no hemos hecho e bien, y podemos identificar el pecado es positivo, aunque duele. (continuará)

Iglesia Nacional Presbiteriana Berith, boletín Buen Óleo domingo 13 de Agosto 2023.