Escrito está – Jesús y las Escrituras

Meditación bíblica sobre diversos pasajes acerca de las Sagradas Escrituras por el A.I. Saulo Murguía A.
Iglesia Nacional Presbiteriana Berith
Cd. de México

Introducción

Las Escrituras (la Biblia), es la revelación especial de Dios, en la cual nos muestra su plan redentor para el hombre.
Dios guio a los autores de las Escrituras para escribir correctamente Su mensaje a la humanidad, usando tanto los estilos como las personalidades de los autores humanos.
La Palabra de Dios es viva y eficaz.

La Biblia es inspirada, inerrante, clara y suficiente.
Dios determinó tener la verdad acerca de Sí Mismo registrada en forma escrita. Decidió revelar todo lo que la humanidad necesitara saber acerca de Él en la Biblia, lo que Él espera y lo que Él ha hecho por nosotros.

Estamos seguros de todo esto, porque:

Jesús mismo así lo creyó

En sus enseñanzas dio por sentado que el Antiguo Testamento -que era la Escritura que existía en ese entonces- era la Palabra llena de autoridad de su Padre:

«No penséis que he venido para abrogar la ley o los profetas; no he venido para abrogar, sino para cumplir. Porque de cierto os digo que hasta que pasen el cielo y la tierra, ni una jota ni una tilde pasará de la ley, hasta que todo se haya cumplido.» (Mateo 5:17-18)

En tiempos de Jesús, la Biblia -como la conocemos hoy- no existía.

En las sinagogas se guardaban colecciones de rollos con escritos que después llegaron a formar parte de la Biblia como la conocemos en la actualidad.

En Lucas 4, se relata que Jesús leyó del rollo de Isaías en la sinagoga de Nazaret.

En Hechos 13, vemos que el apóstol Pablo escuchó «la lectura de la ley y de los profetas» en Antioquía de Pisidia.

En Hechos 15:21, vemos que el discípulo Jacobo, menciona que Moisés era «es leído cada día de reposo» en las sinagogas, se refería a la lectura pública de la Torá durante el Shabbat (sábado, día de reposo).

Había algunas personas que se podían dar el lujo (ver nota al final) de poseer algunos rollos de la escritura -que debieron ser muy caros- Por ejemplo, en Hechos 8:27-28, se relata lo siguiente:

«Y sucedió que un etíope, eunuco, funcionario de Candace reina de los etíopes, el cual estaba sobre todos sus tesoros, y había venido a Jerusalén para adorar, volvía sentado en su carro, y leyendo al profeta Isaías.»

Eso ocurrió cuando el discípulo Felipe se encontró a este hombre en el camino de Jerusalén a Gaza.

El Nuevo Testamento no nos dice si Jesús o sus discípulos poseían rollos de las Escrituras, pero podemos notar -sin lugar a dudas- que Jesús las conocía bien y era capaz de hacer referencia a ellas o citarlas de memoria.

Su ejemplo (el ejemplo de Jesús) nos debería motivar a familiarizarnos más con la Biblia, sobre todo en la actualidad, cuando podemos conseguirla fácilmente y a un precio asequible.

Jesús dio su aprobación, una aprobación de la autoridad de la Escritura del Antiguo Testamento y de hecho siempre se sometió a ella.

En los evangelios podemos ver algunos ejemplos:

Jesús se sometió al Antiguo Testamento en su conducta personal.

Citó las Escrituras cuando fue tentado por el diablo al inicio de de su ministerio.

Después de haber ayunado cuarenta días y cuarenta noches, el diablo lo desafió a convertir las piedras en pan. La Biblia nos narra la respuesta de Jesús:
Él respondió y dijo: Escrito está: No solo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios. Mateo 4:4

Luego le retó a lanzarse desde la parte más alta del templo, y en esa ocasión burlonamente el mismo Satanás cita las Escrituras. La respuesta de Jesús nuevamente:
Jesús le dijo: Escrito está también: No tentarás al Señor tu Dios Mateo 4:7

Cuando el diablo le ofreció los reinos del mundo si le adoraba de rodillas, Jesús respondió:
Vete, Satanás, porque escrito está: Al Señor tu Dios adorarás, y a él sólo servirás. Mateo 4:10

Sabía por las Escrituras que había que adorar sólo a Dios.
Como hombre, en obediencia a las Escrituras, debía adorar a Dios, no a nadie más.
En los evangelios vemos que Jesús, al referirse a la Escritura usaba la palabra griega gegraptai γέγραπται que se traduce como «está escrito» y eso era suficiente para él.

No había necesidad de dar una explicación o negociar.
Simplemente, al decir «escrito está», significaba que el asunto estaba resuelto por las Escrituras.

Jesús se sometió al Antiguo Testamento en el cumplimiento de su misión.

Jesús comprendía perfectamente su papel mesiánico por medio del estudio de la Escritura del Antiguo Testamento. Conocía con toda precisión los profetas: las profecías de Isaías, las profecías de Daniel.
Jesús enseñaba su papel como Salvador usando la Escritura,

Y comenzó a enseñarles que le era necesario al Hijo del Hombre padecer mucho, y ser desechado por los ancianos, por los principales sacerdotes y por los escribas, y ser muerto, y resucitar después de tres días. Marcos 8:31

¿Por qué decía que «era necesario»? Porque así lo especificaban claramente las Escrituras.

Voluntaria y deliberadamente se colocaba bajo la autoridad de lo que estaba escrito, decidido a cumplirlo en su misión y en su conducta. Así, cuando Pedro trató de evitar su arresto en el Getsemaní, le dijo que volviera a guardar su espada, que envainara su espada.

Jesús se sometió al Antiguo Testamento en sus controversias con los dirigentes religiosos.

El señor Jesús, tuvo muchos debates con los dirigentes religiosos de su tiempo, y para rebatir las ideas equivocadas de esos líderes recurría a las Escrituras. Cuando un intérprete de la ley le preguntó cómo heredar la vida eterna le contesta con estas preguntas: «¿Qué está escrito en la ley? ¿Cómo lees?» (Lucas 10:26)

Una de la principales críticas de Jesús a sus contemporáneos era la falta de respeto a las Escrituras por parte de ellos.
Los fariseos le añadían y los saduceos le quitaban.

Decía a los fariseos:

Les decía también: Bien invalidáis el mandamiento de Dios para guardar vuestra tradición. Marcos 7:9

Y a los saduceos, les decía:

¿No erráis por esto, porque ignoráis las Escrituras, y el poder de Dios? Marcos 12:24

El Señor Jesús se sometía siempre a las Escrituras. Lo que las Escrituras decían era decisivo para él.

Porque de cierto os digo que hasta que pasen el cielo y la tierra, ni una jota ni una tilde pasará de la ley, hasta que todo se haya cumplido.
Mateo 5:18

En sus debates con los líderes religiosos, insistía en que habían invalidado la Escritura (que es Palabra de Dios) para sustituirla con la tradición (que era algo inventado por ellos). Tal vez lo habrían hecho con buenas intenciones, como por ejemplo de «hacerla fácil de entender» para el pueblo, pero al hacerlo sustituyeron la Escritura con los dichos y escritos de sus más sobresalientes sabios.

Jesús consideraba la Escritura como Palabra de Dios de gran autoridad, a la cual se sometió siempre.
Como creyentes, estamos llamados a tratar a la Escritura de la misma manera.
La Biblia es una fuente de enorme gozo. Buscamos, entonces, diligentemente a Dios en su Palabra.

en 1 Pedro 2:2 leemos:
«desead, como niños recién nacidos, la leche espiritual no adulterada, para que por ella crezcáis para salvación»

La Escritura es un gran tesoro que sólo aprovecharemos si la conocemos. Debemos estudiarla, meditar en ella y obedecerla.

Jesús respaldó también el Nuevo Testamento (aunque no había sido escrito aun en ese momento)
De eso hablaremos la próxima semana.

NOTA

Según Alan Millard, conocido investigador de los orígenes de la Biblia, es probable que en la sociedad judía solo poseyeran rollos de las Escrituras «los varones privilegiados de Palestina, los que se consideraban cultos, y algunos fariseos y maestros». Esto se debía, en parte, a su costo. Millard calcula que “una copia de Isaías valía de seis a diez denarios”, y afirma que una Biblia completa en hebreo “ocuparía de quince a veinte rollos”, es decir, que podría costar cerca de la mitad del salario de un año.

** Alan Millard fue catedrático de Hebreo y Lenguas Semíticas Antiguas de la Universidad de Liverpool desde 1970, donde ahora es profesor emérito y se ha desempeñado como bibliotecario en Tyndale Library for Biblical Research. Fue vicepresidente de la Escuela Británica de Arqueología en Irak. Imparte conferencias y cursos de extensión universitaria de Arqueología y Lingüística.
Sus numerosas publicaciones incluyen obras fundamentales como Treasures from Bible Times (1985), Discoveries from the Time of Jesus (1990) y Reading and Writing in the Time of Jesus (2000).

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